“Wonka” es de las películas más encantadoras que haya podido ver este año —una inclusión tardía a mi Top 10 del 2023, el cual estaba casi seguro ya estaba prácticamente listo. Curioso decir algo así, pues, de un producto aparentemente cínico —una precuela de una historia de Roald Dahl, la cual ha sido traída a la pantalla grande dos veces (una con Gene Wilder, y otra con Johnny Depp). Pero nunca debimos dudar del cineasta Paul King, o mejor dicho, del creativo director de las dos geniales películas de “Paddington”. Si alguien podía hacer que esta película funcione, era él.
Y ciertamente funciona. Lo que tenemos acá es un musical cómico donde la comedia es frecuentemente jocosa e inventiva, y donde la música funciona tanto para avanzar la historia o contarnos algo sobre los personajes, como para que se quede grabada en nuestros cerebros por un buen tiempo. Ver “Wonka” es una experiencia dulce —sí, como el chocolate—, que debería ser capaz de ablandar el frío corazón del espectador más cínico que uno pueda encontrar. No hay dudas que de que el proyecto seguramente comenzó como un intento cínico por Warner Bros. de exprimir una de sus varias pseudo-franquicias, pero lo que ha hecho King es agarrar esa idea potencialmente nefasta y transformarla en uno de los mejores estrenos familiares del año. Es decir, hizo un poco de magia.
Como se ha dado a entender ya, “Wonka” es una precuela de “Charlie y la Fábrica de Chocolates”, y nos cuenta la historia de un joven Willy Wonka (acá interpretado por un carismático Timothée Chalamet), quien llega a la Gran Ciudad para convertirse en el más afamado creador de chocolates del mundo. No obstante, cumplir su más grande sueño no será fácil; no solo carece dinero, si no que también ha sido estafado por la Señora Scrubbit (Olivia Colman) para dejarlo endeudado de por vida. Y peor aún: para encontrar un sitio en las Galerías Gourmet para su tienda de chocolates, tiene que enfrentarse al Cartel de Chocolate, conformado por el trío de Slugworth (Paterson Joseph), Fickelgruber (Mathew Baynton) y Prodnose (Matt Lucas), quienes son apoyados por un Jefe de Policía corrupto (Keegan-Michael Key) y el Padre Julius (el gran Rowan Atkinson), un sacerdote adicto al chocolate.
Felizmente, Wonka contará con algo de ayuda. Primero está la pequeña Noodle (Calah Lane), una joven huérfana que vive en la misma posada que él, así como el cuarteto de Abacus Crunch (Jim Carter), Lottie (Rakhee Thakrar), Piper (Natasha Tothwell) y Larry Chucklesworth (Rich Fulcher), que además, al igual que él, fueron estafados por la Señora Scrubbit. Y por supuesto, está el Oompa-Loompa (esta vez interpretado por Hugh Grant), una criatura diminuta de piel naranja, pelo verde, y una gran adicción al chocolate. Juntos, se enfrentarán al Cartel del Chocolate, y harán realidad los sueños de Wonka, quien tiempo atrás le prometió a su mamá (Sally Hawkins) que se convertiría en el mejor creador de chocolates del mundo.
“Wonka” comienza con un número musical que hace referencia a una de las canciones más populares del clásico de Gene Wilder, estableciendo con efectividad el tono y estilo de la pieza. Lo que ha hecho Paul King, pues, con este filme, es construir un mundo colorido y excéntrico, donde la magia es prácticamente real (consideren, si no, el sombrero sin fondo de Willy, o el hecho de que existan multas para la gente que sueña despierto), y donde una ciudad entera puede ser controlada por los fabricantes de chocolates. “Wonka” maneja un estilo similar al de las películas de “Paddington”, entonces; bien de cuento de hadas, en donde los malos son bien malos, son buenos son inocentes y creativos, y el poder del amor y la imaginación lo pueden solucionar todo. Es súper encantador.
Y dispuesto a transmitir todo esto está Timothée Chalamet. El joven actor encarna a esta versión de Willy Wonka interpretándolo como un inocente soñador que, al menos inicialmente, confía en el prójimo, y se deja llevar por la pasión que siente hacia el chocolate. Se trata de una actuación simpática, carismática y enérgica, que mezcla la dulzura de un chico que poco o nada sabe sobre el mundo real, con el excentricismo que Gene Wilder en sus mejores épocas (sin estar al nivel del legendario actor norteamericano, por supuesto). Ayuda, además, que Chalamet destaque en los números musicales, cantando y bailando como los mejores, y haciendo que el espectador empatice con él desde el primer segundo de metraje.
Y el reparto secundario, felizmente, está lleno de figuras coloridas y memorables. Destaca, por supuesto, la pequeña Calah Lane, que interpreta a Noodle como una niña ingeniosa, inteligente y con muchas ganas de salir al mundo. Paterson Joseph entiende el tono del filme a la perfección e interpreta al antagonista principal, Slugworth, como una figura deliciosamente malvada (y Mathew Baynton y Matt Lucas lo complementan a la perfección). Jim Carter le otorga mucha sabiduría y seriedad a Abacus Crunch (el ex contador de Slughworth); Olivia Colman quizás y hasta exagera mucho como la Señora Scrubbit, acercándose más al pantomime británico que al cine del absurdo que King está desarrollando, y siempre da gusto ver a Rowan Atkinson (“Mr Bean”, “Blackadder”) en una producción grande, aunque sea por un ratito. Y por supuesto, resalta Hugh Grant como el Oompa-Loompa; me hubiese gustado que apareciese más, pero el contraste entre su seriedad y formalismo británico y su aspecto francamente absurdo es simplemente espectacular.
Fuera de las grandes actuaciones y el mundo construido por King, si “Wonka” llega a encantar, es gracias a sus números musicales. Desde la primera escena, hasta momentos emotivos entre Willy y Noodle, y secuencias enérgicas y divertidas entre el trío de villanos del Cartel del Chocolate, “Wonka” logra meternos de lleno en este mundo de música, color y dulce, hipnotizándonos con canciones pegajosas y de buen ritmo, con letras que logran avanzar la historia o decirnos algo de los personajes principales. King, además, dirige estos momentos con aplomo, haciendo uso de coreografías vistosas, y movimientos de cámara que complementan muy bien a la acción en pantalla. Es una pena que buena parte del material promocional de “Wonka” no enfatice el aspecto musical del filme, porque se trata de un BUEN musical.
No obstante, es el paquete completo del que la mayoría de espectadores llegará a enamorarse. Son las actuaciones, la estupenda dirección de arte y los números musicales, pero también la presentación de Willy como un soñador inocente, y por supuesto, su motivación principal para hacer todo lo que está haciendo: seguir los pasos de su madre quien, además, le dijo que estaría con él (en persona o en espíritu) cuando finalmente logre abrir su gran tienda de chocolates. Al igual que los filmes previos de King, “Wonka” logra mezclar emotividad con fantasía, inocencia y entretenimiento. Y aunque el resultado final no es igual de alucinante que los filmes de “Paddington” (especialmente el segundo), eso se debe más a que el estándar dejado por aquellas producciones es absurdamente alto. (Y la razón principal por la que la ausencia de King en la silla del director para la tercera parte me preocupa a sobremanera).
“Wonka” es, pues, todo un deleite. Se trata de una experiencia dulce, divertida, emotiva y emocionante, que me sorprendió gratamente en un año lleno de decepciones en el mundo de los blockbusters. No es todo los días que un equipo de realización logra convertir un producto potencialmente cínico en algo que valga la pena ver en la pantalla grande, pero eso es precisamente lo que ha sucedido con “Wonka”. ¿Una precuela de un filme clásico antiguo, que estuvo basado en una historia de Roald Dahl? ¿En serio? No tendría por qué funcionar, y sin embargo, gracias al trabajo de King, su equipo y sus actores, funciona MUY bien. Si hay UNA película familiar que deben ver este fin de año, es “Wonka”; lo más probable es que salgan de la sala de cine tan alegres, satisfechos y con ganas de comer chocolate como Vuestro Servidor.
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