Fui a ver Viejos Amigos, de Fernando Villarán, con altas expectativas. El tráiler era muy divertido, el reparto es excelente, y simplemente se veía como una película con el potencial de ser bien divertida y graciosa. Digo esto porque quiero dejar en claro que fui a ver la cinta con todas las buenas intenciones del mundo, y que terminó decepcionándome no porque le tenga algún tipo de prejuicio o porque sea un “aguafiestas”… si no porque de verdad me pareció un filme mediocre. El guión está lleno de huecos, la dirección es irregular, y visualmente no es muy atractiva, pero su error fatal es que no es particularmente divertida. Una comedia que no da mucha risa es una de las peores cosas que uno puede ver.
Viejos Amigos narra los sucesos y peripecias de tres octogenarios amigos (Ricardo Blume, Carlos Gassols y Enrique Victoria) que deciden, en un acto redentor y justiciero, robarse la urna con las cenizas de su compañero fallecido para llevarlo por su viejo barrio, El Callao. Es en este recorrido que nos conducirán en un viaje por aquellos lugares que habían frecuentado en su vida, dejando en cada uno de ellos el recuerdo de su amigo.
Primero lo primero, y de hecho lo más grave: la película no es muy graciosa. En la función de prensa a la que asistí, el público en general se habrá reído unas 5 ó 6 veces como máximo durante toda la cinta, lo cual es bien poco para una película de hora y media de duración. El problema no es necesariamente que los chistes no funcionen (aunque ese es el caso), sino más bien que… no hay muchos. Se supone que muchos de los diálogos entre los protagonistas tienen que dar risa simplemente porque hablan de cosas de “viejos” (uno de ellos es sordo, entonces se burlan; dicen lisuras, entonces deberíamos reírnos; uno de ellos necesita pañales para adultos, entonces debería ser gracioso), pero el problema es que solo son situaciones o frases vagamente divertidas; no hay unchiste en sí, no hay una “frase clave” o “punch line.” Pero si algo de verdad me fastidió, fue la inclusión de un personaje homosexual totalmente caricaturezco y cliché, un estereotipo andante que se supone debe dar risa únicamente porque es una “loca”. Ya pues, Fernando Villarán, estamos en el siglo 21, creí que ya habíamos superado los chistes homofóbicos hace rato.
Si la película no es insufrible es porque el reparto es de lujo. Blume, Gassols y Victoria trabajan muy bien juntos, y aunque no están particularmente bien dirigidos, al menos no resultan aburridos ni poco creíbles. El problema, en tal caso, no son sus actuaciones, sino más bien la manera en que han sido dirigidos: Ricardo Blume interpreta a su personaje de manera tranquila y sentida, tratando de crear un personaje tridimensional y sensible; Gassols es un poco más “loquillo”, y es algo así como el “comodín” del grupo (siempre se burlan de su sordera y sus problemas con la próstata); y Victoria actúa mucho más encendido, creando un personaje bien exagerado y enérgico. Los tres actores, por ende, actúan a diferentes niveles, como si cada uno estuviera en una película distinta, lo cual resulta algo desconcertador y hace que muchas de las situaciones “divertidas” en las que se involucran simplemente no funcionen. Y en serio, sé que es un filme protagonizado por octogenarios, ¿pero era realmente necesario poner chistes de próstata y de pañales para adultos (con product placementincluído)? Daba más pena que risa.
Visualmente la cinta no es muy “bonita” que digamos. La imagen es bien clara y limpia, casi demasiado, dándole un look bien digital a la película, lo cual no ayuda teniendo en cuenta que depende mucho de la nostalgia que sienten los protagonistas por su equipo de fútbol (el Sport Boys) y las aventuras que vivieron de jóvenes junto con su fallecido amigo. Hubiera sido mejor darle un poco más de textura a la imagen, y de repente saturar menos los colores, ya que muchas veces parece más un producto publicitario que una película de cine (bueno, teniendo en cuenta que Villarán ha trabajado mucho en publicidad, supongo que tiene algo de sentido, pero igual….)
Curiosamente, el filme tiene también problemas de ritmo, cosa que realmente no esperaba. Cuando uno ve una comedia de situaciones “hilarantes”, uno espera un ritmo rápido, enérgico, que haga que uno se emocione y se divierta. Y sé que la cinta tiene como protagonistas a un trío de viejitos, pero eso no quiere decir que deba ser lenta, llena de tiempos muertos, y redundante. Pero esa es precisamente la manera en que se mueve Viejos Amigos. La película carece de energía y va al mismo ritmo que sus protagonistas (sin ánimos de ofender), cuando debería ser precisamente al revés: los personajes no deberían dictar el ritmo de la cinta, los cortes deberían hacerlo. Quizás no haría que sea un éxito rotundo, pero una nueva sesión de edición podría darle un poco más de vitalidad a la cinta, de repente cubriendo (no del todo) algunos de sus mayores errores.
Viejos Amigos es una de las mayores decepciones en lo que va del año; realmente quería que fuera buena, y de hecho estuve bastante emocionado por verla durante el último par de meses. Transformers 4 sabía que iba a ser mala; Identidad Virtual había tenido malas críticas por todas partes, pero Viejos Amigos tenía el potencial de ser muy divertida, considerando la interesante premisa que maneja y su gran reparto. Quizás un director-guionista más experimentado le hubiera podido inyectar más energía, más humor negro, menos chistes que se burlan de la gente mayor y menos estereotipos, y hubiera resultado en una película superior. Lamentablemente, el producto que se estrenará en cines es una comedia que no da risa, inconsistentemente dirigida, llena de escenas “emocionales” que no funcionan y un ritmo innecesariamente lento. Una pena.
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