El título de “Un vecino gruñón” no le hace justicia a la más reciente película de Tom Hanks, un remake de una película sueca llamada “Un hombre llamado ove”. Puede que suene como una comedia sonsa y básica, pero lo que tenemos acá, en realidad, es una comedia con toques de drama bastante efectiva, anclada en la excelente interpretación central de Hanks. Me imagino que si vieron y disfrutaron del filme original no hay razón para ver esta nueva versión, pero si están buscando una experiencia emotiva y honesta para tener estos días en el cine, “Un vecino gruñón” es una buena opción (pero dios mío, ese título….)
Hanks interpreta a Otto Anderson, un hombre mayor que ha vivido en el mismo barrio por muchos años, encargándose de que todo esté en orden, viendo que los carros no se estacionen en los lugares incorrectos, o que el repartidor no tire los periódicos en charcos o jardines lodosos. Sin embargo, su esposa murió hace poco tiempo, lo que ha convierto a Otto en una persona amargada y de poca paciencia, quien en realidad está considerando el suicidio —después de todo, no tiene sentido seguir viviendo sin el amor de su vida. Su opinión cambiará gradualmente, sin embargo, con la llegada de unos nuevos vecinos: la entusiasta Marisol (Mariana Treviño) y su inútil esposo, Tommy (Manuel García-Rulfo). Puede que ellos, de hecho, sean los que terminen devolviéndole el sentido a la vida de Otto.
He intentado no incluir spoilers en el presente texto, pero la verdad es que “Un vecino gruñón” es una cinta bastante previsible. No resulta difícil imaginarse, desde los primeros minutos, la manera en que la trama se desarrollará, y en general, el guion de David Magee carece de sorpresas, contentándose con presentarnos una historia emocionalmente honesta, pero poco original. Evidentemente, decir que se trata de una película poco original no debería ser sorpresa, considerando que “Un vecino gruñón” es tanto un remake como la adaptación de una novela, pero a la vez, no puedo evitar sentir que le podrían haber agregado algunos elementos nuevos, como para que la experiencia en general no se sienta tan… blanda.
Y lamentablemente, la inclusión de una trama secundaria que involucra a una inmobiliaria y sus intentos por acabar con el barrio de Otto, no era la solución a dicho problema. Se trata de una subtrama mal desarrollada, que encima es solucionada de manera repentina y demasiado conveniente. Mejor está la trama terciaria que involucra a un ex alumno de la esposa de Otto, que acaba de transicionar, y que ha sido botado de su casa debido a que su padre simplemente no puede aceptar a un hijo trans. Definitivamente podrían haber desarrollado esta historia con un poco más de detalle, pero al menos logra otorgarle una dimensión adicional a la película, como para que se sienta más relevante, y como para ayudar a que Otto no se convierta en una simple caricatura.
Y por supuesto, tenemos a los vecinos, Marisol y Tommy. Son personajes, pues, que en un inicio parecen no ser más que estereotipos andantes, pero que felizmente logran ir más allá de lo esperado, convirtiéndose en figuras creíbles para la trama. Destaca, de hecho, el trabajo de Mariana Treviño, quien logra desarrollar a Marisol como una mujer inteligente y bondadosa, a quien le importan los demás, y que ha decidido llevar una vida tranquila y familiar, por más de que cuente con estudios y habilidades considerables. Es ella, pues, quien logra ablandar un poco a Otto, y por ende, también a los miembros más cínicos del público.
No obstante, y como se deben imaginar, la película le pertenece a Tom Hanks. Su carisma es tan considerable, su personalidad tan fuerte y agradable, que termina cayendo bien incluso cuando interpreta… bueno, a un vecino gruñón. Hanks hace un buen trabajo, pues, haciendo que Otto no sea una figura unidimensional, otorgándole dimensionales adicionales que ayudan a explicar su estado actual. Es por eso que Otto nunca se siente como un hombre completamente desagradable o malo, si no más bien como alguien que ha tenido una vida larga y sufrida, y que simplemente carece de la paciencia suficiente como para aguantar a otras personas. Puede que no sea el trabajo más espectacular o llamativo de Hanks, pero igual vale la pena ser destacado.
Aparte de la narrativa principal, “Un vecino gruñón” cuenta con varios flashbacks en los que Truman (hijo de Tom) Hanks interpreta a un joven Otto, y en donde vemos como conoce y se enamora de su futura esposa. Son estas escenas, también, las que ayudan a desarrollar mejor a Otto como ser humano, mostrándonos un lado un poco más blando y emocional del personaje. Y es gracias a estos momentos, también, combinados con el desenlace de la historia, que muchos miembros del público terminarán llorando en plena sala de cine. Lo bueno de esto, en todo caso, es que “Un vecino gruñón” nunca se llega a sentir manipuladora o exagerada —las emociones que genera en el espectador vienen naturalmente de la historia y de sus personajes.
“Un vecino gruñón” no es una película espectacular —nuevamente, si existe la versión original, realmente no hay razón para ver este remake, y elementos nuevos, como la subtrama que involucra a la constructora, no podrían ser más irrelevantes. Pero si de todas maneras quieren ver la película, pues sepan que se trata de una experiencia emotiva y bien actuada, en donde destaca un Tom Hanks que logra mezclar impaciencia y ternura, para desarrollar a un protagonista del que no resulta difícil enamorarse. “Un vecino gruñón” es mucho mejor de lo que su título en español sugiere (¿qué les costaba ponerle “Un hombre llamado Otto”?), pero previsible y ligeramente inferior a las películas que Hanks usualmente estrena en cines. Eso sí, y como dije líneas arriba: preparen el papel Tissue. Lo necesitarán.
NOTA: Fui a ver “Un vecino gruñón” en un Avant Premiere en el nuevo Cinépolis de Larcomar. Tanto la proyección como el sonido estuvieron muy bien, pero por razones que nunca entenderé, proyectaron la película doblada. En una PREMIERE. Se sintió como el fin de una época, y el inicio de una nueva (y horrible) era.
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