Un lugar en silencio

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De un tiempo a esta parte, el género del horror ha estado pasando por una suerte de resurgimiento, en donde películas como “La Bruja” o “¡Huye!” combinan la esperada atmósfera de pavor absoluto, con algo de comentario social o contenido temático fuerte. Mientras que franquicias como “Insidious” se degradan poco a poco con entregas cada vez más sonsas y menos efectivas, cineastas relativamente novatos le dan un giro interesante al género, desarrollando historias con las que el público se puede identificar y, por supuesto, también morirse de miedo.

John Krasinski (más conocido por “The Office”) es el más reciente director en hacer esto. A pesar de haber ya dirigido dos películas anteriormente, este es su primer acercamiento al género del terror, y no podría haber elegido un mejor proyecto. “Un lugar en silencio” es un excelente ejercicio de tensión y suspenso, una película de terror inteligente y cautivante que sabe cuando explotar al máximo las situaciones de peligro en las que sus personajes se ven involucrados. Impecablemente actuada y dirigida con estilo, la cinta logra transmitir una palpable sensación de terror, mientras desarrolla personajes con los que uno se puede identificar.

“Un lugar en silencio” se lleva a cabo en un mundo posapocalíptico, en donde unos misteriosos monstruos han acabado con la mayor parte de la civilización humana. Nuestros protagonistas son Evelyn y Lee, interpretados por Emily Blunt y John Krasinski (quienes están también casados en la vida real), respectivamente. Ellos viven en una casa en el campo con sus hijos; el menor es Marcus (Noah Jupe) y la mayor es Regan (Millicent Simmonds), una chica sorda. Tratan de vivir una vida normal, enseñándoles lecciones de colegio a sus hijos y compartiendo cenas, pero su situación no es fácil: tienen que mantenerse en el más absoluto silencio si es que quieren sobrevivir, ya que las horrendas criaturas, las cuales siempre se mantienen relativamente cerca a donde viven, son ciegas, pero cuentan con un extraordinario sentido del oído.

Como deben imaginarse, al comenzar la película —y luego de un breve pero chocante prólogo— están tratando de vivir una vida común y corriente, pero rápidamente las cosas comienzan a salir mal. Padres e hijos se separan, un evento que no se esperaba fuera a suceder hasta dentro de algunos días más se lleva a cabo, y los monstruos comienzan a acechar a nuestros protagonistas. Es por ello que Evelyn, Lee y compañía tienen que hacer todo lo que puedan para sobrevivir y, si es posible, espantar o escaparse de estas terribles criaturas.

Previsiblemente, el silencio es de suma importancia en una película con un título como “Un lugar en silencio”. De hecho, los primeros veinte minutos de metraje casi ni cuentan con sonido; no hay música incidental, no hay diálogos, y todos los personajes se comunican con lenguaje de señas, caminando suavemente y con cuidado, tratando de no generar ningún tipo de ruido. Se trata de una introducción muy efectiva al mundo en el que el filme se desarrolla, en donde se establecen las reglas de la familia, el carácter de cada miembro, y los potenciales peligros con los que tienen que vivir el día a día.

Es cuando los verdaderos problemas comienzan, no obstante, que el filme agarra viada, y no lo suelta a uno hasta el final. Krasinski demuestra, como director, que sabe como explotar al máximo la tensión de cada situación; en “Un lugar en silencio”, un clavo suelto en una escalera  o la voz de algún personaje, son tan letales como la presencia de un aterrador monstruo. Krasinski se asegura de mostrarnos de manera muy evidente cada elemento que podría resultar ser un peligro; uno sabe que el clavo podría traer problemas, por lo que la tensión se desarrolla al tratar de adivinar en qué momento se convertirá en algo de qué preocuparse. Se trata de un impresionante manejo del suspenso, lo cual le permite a la película estresar al máximo a su público. Hay secuencias en las que no pude evitar saltar en mi asiento o morderme las uñas.

Ayuda, también, el que Krasinski entienda lo importante que es la vulnerabilidad de sus personajes. Es por eso que pone a los niños en constante peligro, o que decide incluir a una mujer embarazada o a un hombre herido en diferentes situaciones tensas. Esta familia está compuesta de gente inteligente, resistente e inventiva, pero no son súper humanos. Uno se preocupa por ellos porque —y gracias también al espantoso prólogo— sabe que podrían ser asesinados muy fácilmente por las criaturas en cualquier momento.

Krasinski es creíble como un hombre de familia abnegado y fuerte, dispuesto a hacer lo que sea para proteger a su esposa e hijos. Emily Blunt es igual de intensa como Evelyn; protagoniza algunos de los momentos más emotivos de la historia, pero demuestra —especialmente hacia el final de la cinta— que es igual de fuerte y decidida que su esposo. Los niños —Jupe y Simmonds— no hacen un mal trabajo, pero sus personajes no son particularmente carismáticos o interesantes. Regan es especialmente desesperante; entiendo que se trata de una adolescente rebelde con problemas de actitud hacia sus padres, pero sus comportamientos son demasiado fastidiosos durante la mayor parte de la película. Por momentos, me daban ganas de que los monstruos se la lleven para que deje de fastidiar.

Como metáfora de lo que significa ser padre y criar hijos, “Un lugar en silencio” funciona bastante bien. Logra demostrar lo sobreprotectores y paranoicos que pueden ser algunos con sus hijos; las criaturas, peligrosas y asquerosas, son como el mundo real al que los niños jamás deben enfrentarse solos. Lee ni siquiera deja que su hija mayor baje al sótano por sí sola, para que no pueda descubrir las medidas de seguridad que él toma para protegerlos, o para que no se dé cuenta de lo obsesionado que está con las criaturas. La manera en que Krasinski ha logrado entrelazar estos temas, estos miedos y estos “rollos”, por así llamarlos, con una historia súper sencilla de terror fantástico, es de admirar.

“Un lugar en silencio” es una notable película de terror, un brutal ejercicio de suspenso puro que aprovecha al máximo su intrigante premisa. El sonido —o falta de este— es parte importante de la película; a diferencia de otras producciones, aquí el lenguaje de señas y la falta de voces o efectos de sonido son lo predominante, y más bien, los pocos momentos en que los personajes pueden hablar los unos con los otros representan una suerte de respiro en el que se pueden sentir seguros. Sí, hay un par de jump scares innecesarios, y sí, el desenlace es un poco conveniente y repentino, pero en general, “Un lugar en silencio” es una cinta innegablemente tensa que demuestra lo que John Krasinski es capaz de hacer detrás de cámaras. Guarden silencio, caminen despacio, y anímense a verla….

Avance oficial:

80%
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