Contrario a lo que el título podría dar a entender, “True History of the Kelly Gang” no es una película que pretende contar una “historia real”. El director australiano Justin Kurzel (“Macbeth”, “Assassin’s Creed”) se concentra más en el tono de la historia, utilizando una gran variedad de recursos, tanto narrativos como visuales y hasta actorales, para desarrollar una potente atmósfera que, hasta cierto punto, transmite de manera efectiva las diferentes sensaciones del mundo en el que vive el bandido Ned Kelly (George MacKay, “1917”) y su pandilla. “True History of the Kelly Gang” es como un álbum de punk hecho película; duro, sucio, violento, anárquico y poco interesado en el mainstream.
Al comenzar el filme, vemos a un joven Ned Kelly (Orlando Schwerdt) viviendo en una paupérrima casa en medio de la llanura australiana, junto a su madre, Ellen (Essie Davis), su padre y sus hermanos. Se trata de un vida durísima, en la que la madre tiene que hacer de todo para sobrevivir, incluyendo favores sexuales para el despiadado Sargento O’Neil (Charlie Hunnam). Es así que, a partir de los eventos de juventud, incluyendo sus travesías con el sanguinario bandido Harry Power (Russell Crowe), vemos a Ned, ya de adulto (e interpretado por MacKay) convertirse en un símbolo de anarquía y caos, dispuesto a alejarse de todas las figuras que afectaron negativamente a su vida privada, desafiando a la autoridad y a quienes quieren controlarlo.
No hay duda de que “True History of the Kelly Gang” es un festín para los sentidos. Combinando un diseño de vestuario que me hizo recordar a la ropa que utilizaban las bandas de rock en los 70s y 80s, con un diseño de producción que hace énfasis en la suciedad y la precariedad de los ambientes en los que Ned se desenvolvía, el filme va adquiriendo, gradualmente, una actitud rebelde que combina perfectamente con la caracterización de su protagonista. La comparación entre la cultura underground australiana de los 1970s y la Australia de Ned de los 1870s es evidente y funciona perfectamente; Kelly y su banda son un grupo de jóvenes anárquicos, que quieren causar caos y destrucción porque pueden, y porque no quieren ser como sus figuras paternas. Quieren desprenderse de lo mainstream, y más importante, quieren demostrar que no necesitan de una presencia constante de las autoridades —específicamente, de los militares británicos, de los invasores— para sobrevivir. Quieren tomar lo que es suyo, y quieren tomarlo a su manera.
Sin embargo, resulta curioso el que muchos de los elementos de los que Ned se quiere escapar regresan para atormentarlo. Su padre se va de casa, parcialmente, debido a que un joven Ned descubre un vestido escondido en uno de sus cofres, y sin embargo, su pandilla termina utilizando vestidos durante sus asaltos para asustar a sus enemigos. Y los traumas tan fuertes infligidos por su madre —una Essie Davis intensa, dispuesta a hacer de todo por sobrevivir— regresan cuando se enamora de Mary (Thomasin McKenzie), una joven madre que hasta hace poco trabajaba en un prostíbulo. La interpretación de la vida de Kelly por parte de Kurzel es circular, cíclica; por más que se quiera escapar de muchas cosas, y que se pase la vida corriendo, destruyendo y causando desorden, al final, sus problemas y preocupaciones logran alcanzarlo.
George McKay interpreta a Ned como un joven frustrado, como alguien que quiere resaltar y ser parte de los anales de la historia. Está obsesionado con contar su propia historia, para que sus enemigos no sean los encargados de escribir sobre sus aventuras. Es una comparación válida —aunque poco sutil— con el rol de los conquistadores en la Australia de siglos atrás. Y esa es, también, una buena manera de describir a “True History of the Kelly Gang” en general: se trata de un filme enérgico y poco sutil, que podría alejar a algunos espectadores gracias a sus secuencias de violencia realista y estética sucia, pero que funciona, precisamente, porque al igual que su protagonista, se niega a conformarse con lo que es “agradable” o “normal”. “True History of the Kelly Gang” es la mejor película de Kurzel desde “Macbeth”, y un regreso a lo que saber hacer bien luego de la decepcionante “Assassin’s Creed”.
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