Transformers: El Último Caballero

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Se supone que Michael Bay es un buen tipo, un director intenso y exigente, pero a la vez muy divertido, capaz de mantener una buena atmósfera en sus sets de rodaje. Esa es la razón por la cual es capaz de atraer actores de la talla de John Turturro, Frances MacDormand, John Malkovich, y ahora, Anthony Hopkins, a la franquicia de Transformers. No hay duda que estos respetados artistas la pasan muy bien filmando estas películas —llegan al set, se ponen su vestuario, los maquillan, dicen sus absurdas líneas de diálogo, pasan por caja, y se van. El hecho de que tengan la oportunidad de visitar locaciones espectaculares —como Noruega o Stonehenge— es la cereza encima del pastel.

El problema es que las cintas están hechas para el público, no los actores, y como parte del público, creo tener el derecho de decir que nosotros no la pasamos igual de bien. Y me parece que no soy el único en opinar de esta manera —saliendo de mi función de Transformers: El Último Caballero, me puse a escuchar los comentarios de la gente —adultos, niños, familias enteras— y  me sorprendí. “Qué aburrida,” decían. “Me estaba quedando dormida”, o “muy larga”, también decían. ¡Puedo recuperar mi fe en la humanidad!

Pues resulta que los críticos no somos los únicos que nos estamos cansando de esta franquicia, y con justa razón. Porque, aunque El Último Caballero no es la peor de la saga —dicho título se lo lleva la segunda o la cuarta entrega; esta última me dejó con un dolor de cabeza que hasta ahora recuerdo—, definitivamente se trata de un blockbuster inaguantable: bullicioso, incoherente, y estúpido como una bolsa de piedras. Me parece alucinante que el guion de esta película haya requerido de TRES (!!!) escritores —siendo honestos, la trama de El Último Caballero hubiese podido ser desarrollada por un adolescente en media hora y el resultado hubiese sido similar (o hasta mejor).

No esperen una narrativa interesante de esta película, ni nada que tenga sentido. Mark Wahlberg está de vuelta como Cade Yeager, el inventor menos convincente de la historia del cine; esta vez, se ve involucrado en una guerra entre los Transformers y un ente que pretende mezclar el agonizante planeta de Cybertron con la Tierra. Para detenerlo, necesitan encontrar un bastón mágico que le perteneció al Mago Merlín (en serio), y que solo puede ser utilizado por su descendiente directo (¡sí, en serio!), Vivian Wembley (Laura Haddock).

A la vez, un grupo de militares liderado por Lennox (Josh Duhamel) persigue a nuestros héroes, y una niña llamada Izabella (Isabela Moner) es introducida como si fuese alguien importante en la trama, para luego ser relegada a segundo (o tercer) plano. Ah, y no nos olvidemos de Anthony Hopkins, quien hace de Sir Edmund Burton, cuidador de la “historia secreta de los Transformers” en la Tierra (ajá). Dicho rol le permite al legendario actor británico comportarse como un idiota, como un adolescente, o como un millonario excéntrico (dependiendo de lo que “necesite” la escena), y recitar líneas de diálogo como “that’s a bitchin’ car!” Ojalá tu sueldo haya sido verdaderamente obsceno, Anthony…

Si han visto las películas anteriores, saben qué es lo que Bay y compañía tienen para ofrecer con esta nueva entrega… aunque debo admitir que El Último Caballero me resultó menos ofensiva que la segunda o cuarta parte. El product placement (posicionamiento de marcas con fines “marketeros”) es menos obvio, los chistes son menos frecuentes —aunque cada vez que aparecen, no funcionan, o son usados en los momentos menos apropiados—, y el guion cuenta con menos estereotipos racistas; de hecho, un personaje le reclama a otro en determinado momento que no sea racista, lo cual resulta terriblemente irónico, considerando las quejas que han recibido los filmes anteriores de Bay.

Sin embargo, muchas de las características típicas de una cinta de Michael Bay siguen presentes. El personaje femenino principal, Vivian, es presentado como una mujer que al parecer tiene problemas encontrando pareja —o al menos eso es lo que las caricaturescas tías que la rodean la reclaman—, a pesar de ser inteligente y exitosa. Obviamente, utiliza un vestido innecesariamente revelador durante una escena, así como maquillaje que la hace parecer más una súper modelo de Victoria’s Secret que una profesora. Y el personaje de Elizabeth, a pesar de ser el foco central de uno de los trailers del filme, es completamente abandonado por más de la mitad de la película, y tiene poco o nada qué hacer durante la batalla climática. Si uno de los personajes nuevos de tu guion no tiene propósito alguno en la trama, ¡mejor ni deberías incluirlo!

Es impresionante como una película que se supone debería brillar durante las escenas de acción y grandes efectos especiales, puede resultar tan aburrida y tediosa. Transformers: El Último Caballerome hizo bostezar más de una vez, especialmente cada vez que Bay introducía una nueva persecución o balacera mal editada. Sí, esta cinta requirió de los servicios de SEIS (!!!!!!) editores (creo que nunca había visto tantos editores en los créditos de un largometraje profesional) y ni así resulta ser coherente o divertida.

Como siempre, Bay mueve mucho su cámara durante las peleas entre robots, y cada toma no dura más de un par de segundos, lo cual hace que uno se pierda durante los encuentros y no entienda nada. No hay tensión, no hay emoción, no hay suspenso, no hay NADA; es impresionante lo apagadas que pueden sentirse las explosiones y escenas de destrucción digitales cuando la trama es tan inconsecuente y los personajes carecen de personalidad. Transformers: El Último Caballero no es más que una serie de imágenes brillosas, una detrás de otra, sin ningún tipo de conexión o continuidad entre ellas. Algo así resulta emocionante en formato de atracción de parque de diversiones (como el juego de Transformers de Universal), pero completamente sofocante como largometraje de casi tres horas de duración.

Realmente no hay mucho más que pueda decir sobre Transformers: El Último Caballero. A diferencia de La Era de la Extinción, esta película me dejó más indiferente y somnoliento que molesto; ¡ni siquiera me causó un dolor de cabeza! Considerando que se trata de una película que muestra a los Caballeros de la Meza Redonda, robots gigantes, dinosaurios, dragones, Nazis (!), explosiones gigantes y balaceras por doquier, realmente es un milagro el que haya terminado siendo tan monótona. Por favor, háganse un favor y mejor vean Dunkerque, de Christopher Nolan. Ya la vi dos veces, y en ambos visionados me dejó temblando de tanta tensión. Transformers: El Último Caballero, por otro lado, los dejará con ganas de una buena siesta.

 

Avance oficial:

38%
Puntuación
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