Quienes se hayan informado sobre la tragedia real en la que se basa la historia de «Till», sabrán que es prácticamente imposible que la película tenga un final feliz. Inspirándose en el asesinato del joven afroamericano Emmett Till el 28 de agosto de 1955, la película logra desarrollar una dramatización potente, colocándonos en los zapatos del chico, en primera instancia, para luego concentrarse en su madre, Mamie (Danielle Deadwyler) mientras lidia con las repercusiones de su muerte, incluyendo el juicio que involucra a sus asesinos. Es así que el filme se convierte en una experiencia emotiva y desgarradora, anclándose en la increíble actuación de Deadwyler —toda una revelación.
Al inicio, Emmett (a quien llaman “Bo» de cariño) es presentado como un chico feliz. Ha sido criado con amor por su madre, y a los catorce años, se desenvuelve sin problemas en su natal Chicago, pero sabe poco o nada sobre la manera en que los afroamericanos son considerados en el llamado “Deep South”. No obstante, igual decide viajar a Mississipi para visitar a sus primos, y es ahí donde comete el error de hablarle a una mujer blanca (Haley Bennett) con demasiada familiaridad. Eso resulta en la ira de su esposo, quien va a buscarlo junto a otras personas a la casa de su tío abuelo en medio de la noche, para lincharlo.
Días después, el cadáver de Emmett es encontrado: desfigurado y casi irreconocible. Destrozada, y luego de identificar el cuerpo de su hijo, el cual fue enviado de vuelta a Chicago, Mamie decide viajar al sur, no solo para participar el juicio que supuestamente encontrará a los culpables del asesinato, si no también para, eventualmente, convertirse en una figura importante para el avance de los derechos civiles de la comunidad afroamericana en los Estados Unidos. La muerte de Emmett en un suceso trágico que es efectivamente retratado y humanizado en “Till”, pero también es mostrado como algo que terminó por unir a mucha gente, dispuesta a pelear por una misma causa.
Es por eso último, de hecho, que muchas personas no saben la historia detrás de la muerte de Emmett. Su nombre es conocido en los Estados Unidos dentro de un contexto histórico, siempre destacando su importancia en relación a los derechos de la comunidad afroamericana. Pero lo que “Till» hace es recordarnos quienes eran las personas que estuvieron involucradas en este evento. La película no tiene miedo de mostrarnos la normalidad de Emmett —un adolescente común y corriente que, como cualquier chico de su edad, no siempre sigue las reglas, pero que claramente era feliz y de buen corazón. Y ciertamente no tiene miedo de mostrarnos el dolor de su madre a la hora de enterarse de su muerte —el sufrimiento por el que pasa, especialmente luego de haberle advertido numerosas veces que tendría que portarse de manera distinta en una ciudad como Mississipi, siempre cuidándose de la gente blanca.
Considerando que se lleva a cabo en los años 50, la película hace un buen trabajo retratando el extremo racismo que existía en aquella época en los Estados Unidos —quizás no era tan evidente en ciudades como Chicago, pero es en el sur donde terminamos siendo testigos de las actitudes más discriminatorias y violentas por parte de personajes racistas. El simple hecho de haberle hablado con confianza a una mujer blanca es lo que termina matando a Emmett. Y es durante el juicio que se ven reacciones y actitudes racistas en personajes blancos, desde el shérif, hasta el público que ha ido a ver la sentencia. Resulta muy triste, de hecho, darse cuenta que Mamie ha ido a perder —y que ella lo sabe prácticamente desde el inicio. Pero ni siquiera por eso deja de pelear; por su hijo, y por todas las personas afroamericanas a las que representa.
Danielle Deadwyler da una actuación impecable como Mamie. La interpreta no solo como una mujer inteligente y amorosa hacia su hijo, si no también como alguien que, poco a poco, se va dando cuenta del significado de la muerte de Emmett —no solo para ella, si no también para todos los afroamericanos que están siguiendo el juicio de cerca. Mamie comienza como alguien enfocada únicamente en su familia, que ignoraba —a propósito— lo que pasaba afuera de Chicago, y termina la película como alguien empecinada en ayudar a gente como ella. Deadwyler hace un excelente trabajo transmitiendo el dolor y sufrimiento por el que pasa el personaje, pero también mostrándonos, con sutileza, la transformación que atraviesa. Un momento en particular durante el juicio —en el que la cámara se queda únicamente en ella por varios minutos, sin cortar— es extremadamente potente.
«Till» es una película desgarradora —la adaptación bien contada de una historia real, que nos recuerda el calvario por el que tantos afroamericanos tuvieron que pasar a lo largo de los años, y que desgraciadamente todavía tiene repercusiones el día de hoy. De hecho, el texto final menciona cierta ley en relación al linchamiento de Emmett que recién fue aprobada el 2022; 67 años después de su muerte. Es así, pues, que “Till» se termina sintiendo dolorosamente relevante, adentrándonos en una historia que debería dejar llorando a más de un miembro del público. Pero más importante; debería dejarlos reflexionando, gracias a la manera tan interesante —y poco sermoneadora— en que cuenta su historia.
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