Thelma

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Mucha gente le tiene miedo a la vejez —a perder la salud, convertirse en un peso para su familia, o eventualmente, transformarse en alguien que no se puede valer por sí mismo. Protagonizada por June Squibb (quien al filmar la película tenía 93 años; ahora tiene 95), “Thelma” lidia con esos temas, y lo hace de forma entretenida, frecuentemente graciosa, y ocasionalmente agridulce. No es un filme que se tome cien por ciento en serio a sí mismo, pues, pero tampoco tiene miedo de respetar a sus personajes, incluyéndolos no para mofarse de ellos, si no más bien para tratarlos como seres humanos verosímiles. Algo excéntricos, sí, pero definitivamente respetables.

Al comenzar “Thelma”, vemos como el personaje del título (Squibb) pasa un agradable momento en casa con su amoroso nieto, Daniel (Fred Herchinger, de “Butcher’s Crossing” y “Gladiador II”). No obstante, una vez que él se va, comete un grave error: es engañada por un tipo que se hace pasar por Daniel en el teléfono, diciéndole que se ha visto involucrado en un accidente automovilístico, y le termina mandando casi diez mil dólares por correo. Al enterarse de esto, tanto el chico como sus padres, Gail (Parker Posey), la hija de Thelma, y Alan (Clark Gregg) se preocupan mucho, pero a la vez, consideran que no hay nada que se pueda hacer para recuperar la plata.

Thelma, sin embargo, no tiene ganas de rendirse. Es así que, dirección en mano, decide visitar a su amigo Ben (Richard Roundtree, en su último rol cinematográfico) para que le preste su scooter, y así pueda ir a reclamarle el dinero a sus misteriosos estafadores. Inicialmente, la anciana quiere ir sola, pero Ben eventualmente la acompaña, lo cual da inicio a una modesta pero entretenida aventura para los dos viejitos. Después de todo, puede que tengan las mejores de las intenciones, pero demuestran no ser particularmente habilidosos a la hora de ubicarse en la ciudad. Mientras tanto, la familia de Thelma los busca en todas partes, generando una potente sensación de culpa en Daniel, quien se siente terrible por haber descuidado a su abuela y dejarla escapar.

En términos generales, “Thelma” es una película dulce y engañadoramente sencilla. Al centrarse en una protagonista de más de noventa años, nos presenta situaciones con las que muchos espectadores mayores —o quienes tengamos a familiares ancianos— se podrán identificar. Por ejemplo, Thelma tiene problemas usando la computadora, le dedica mucho tiempo al bordado, extraña a sobremanera a su finado esposo, y por supuesto, se niega a ser considerada como inútil. Por más de que su familia no quiera que siga viviendo sola, ella solo quiere seguir adelante —y por supuesto, no tiene ningún interés en vivir en una casa de reposo, o hacer actividades grupales con otra gente de su misma edad.

Esa negación, esa perspectiva de su propia mortalidad y su propia edad es algo que se ve con frecuencia en gente mayor. Como dice Thelma en cierto momento: ella siempre fue la que cocinaba, la que se encargaba de la casa y de su familia. Por ende, ahora que no tiene esposo, igual quiere seguir sintiéndose útil. Por ende, la búsqueda en la que se mete en realidad tiene poco que ver con el dinero perdido, si no más bien con un sentido de propósito que ella se empecina en buscar; está obsesionada con encargos, con acciones que pueda realizar —por más pequeñas que sean—, todo para simplemente no sentirse inútil. No quiere ser una señora sedentaria, inmóvil, si no más bien un miembro activo de su comunidad y su familia.

Lo cual es entendible, especialmente considerando que tanto el personaje como la actriz tienen más de noventa años. Y es algo que se puede extrapolar a la vida real, considerando que se trata del primer papel protagónico para Squibb, y un rol que le permite caminar, pasar por encima de muebles, manejar un scooter, disparar pistolas (¡!), y mucho más. Es un papel, pues, inusualmente complejo para alguien de su edad, y que le permite a Squibb resaltar, brillar. Lo que hace ella es convertir a Thelma —un personaje basado en la abuela del director-guionista Josh Margolin— en alguien tridimensional, que por momentos puede ser bien gracioso y excéntrico, pero que cuenta con sus propias inseguridades y dudas.

Es a través de ella, de hecho, que “Thelma” nos permite considerar cómo tratamos a la población mayor de ochenta años en nuestra sociedad. ¿Es justo para ellos ser enviados a una casa de reposo? ¿O que los dejemos quedarse en su hogar, completamente solos, rodeados de cucarachas? ¿O sería mejor darles cosas que hacer en el mundo real, haciendo que se sientan valiosos? Obviamente Thelma está consciente de su edad —sabe que la mayoría de sus amigos están muertos, y extraña mucho a su esposo—, pero a la vez, resulta ser un personaje fascinante porque se rehusa a rendirse. Se rehusa a ser subestimada, y por supuesto, a ser estafada por gente que se aprovecha de su inocencia y falta de conocimiento tecnológico.

Fuera de Squibb, quien destaca más es Fred Herchinger como Daniel. El joven actor interpreta al personaje como un chico estancado; como alguien que no ha logrado un propósito en su vida, y que por momentos hasta se considera a sí mismo como un inútil, inferior al resto. Ese contraste entre Thelma, quien todavía busca un propósito hacia el final de su existencia, y Daniel, quien quiere lo mismo al inicio de la suya, es lo que le otorga algo de dimensión temática al filme. Aparte de ellos, tenemos a Parker Posey como Gail (ansiosa, lógica), Clark Gregg como Alan (práctico, cuadriculado), y por supuesto, el gran Richard Roundtree (Que En Paz Descanse) como Ben, el compañero de aventuras de Thelma. Ah, y cómo olvidarnos de Malcom McDowell, quien aparece recién al final de la historia, pero tiene un rol antagónico importante.

La pasé muy bien con “Thelma”. Sin hacer demasiado ruido y de forma sencilla, lo que hace es adentrarnos en una narrativa temáticamente relevante, que trata con respeto a sus personajes, y tiene mucho qué decir sobre el miedo a la muerte y la irrelevancia, y la importancia de nuestra población de la tercera edad. June Squibb está fantástica, Fred Herchinger da una actuación sutil y carismática, y Richard Roundtree concluye su importante carrera con un papel encantador. Da gusto ver una película como “Thelma”, que le da mucho qué hacer a una actriz de más de noventa años, y que al incorporar su edad —y los problemas que ello trae consigo— a la narrativa, logra desarrollar una experiencia distinta a lo que se ve normalmente en cines o streaming. Así como al personaje del título, nadie debería —ni debió— subestimar a “Thelma”.

Nota: Vi este film gracias a un screener cortesía de Magnolia Pictures.

Avance oficial:

80%
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