Terminator: Destino Oculto

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Son pocas las franquicias a las que les otorgan tantas oportunidades como a “Terminator”. Después de todo, fuera de las dos entregas originales dirigidas por James Cameron —consideradas, apropiadamente, como las mejores—, la saga no ha tenido demasiada suerte en lo que se refiere a nuevas historias. “Terminator 3” no es mala —de hecho, se ve beneficiada por un clímax inesperado y arriesgado—, pero carece del “toque mágico” de Cameron. Con “Terminator: la Salvación”, el director McG trató de hacer algo distinto, pero el resultado final no fue del todo convincente; tanto Arnold Schwarzenegger como Linda Hamilton se hacían extrañar. Y aunque seguiré defendiendo a “Terminator Génesis”, tampoco se puede dejar de admitir que se siente algo repetitiva, especialmente debido a la manera en que trata de recrear algunos de los giros y situaciones más famosos de las películas de Cameron.

Ninguna de estas secuelas fue un éxito rotundo, ni a nivel económico, ni a nivel creativo —especialmente si se les compara a las dos primeras cintas. En el caso de cualquier otra franquicia, esto significaría que las probabilidades de tener una entrega más serían casi nulas. Pero cuando el mismísimo James Cameron decide regresar para corregir los errores del pasado, con la ayuda del director Tim Miller (“Deadpool”), Schwarzenegger y Hamilton, aparentemente todo es posible. Porque, aunque “Terminator: Destino Oculto” no llega a sentirse 100% coherente en relación a los filmes dirigidos por el “Rey del Mundo”, ciertamente representa una mejora significativa en comparación a todas las secuelas ya mencionadas. “Terminator: Destino Oculto” no solo ha traído de vuelta a algunos de los personajes clásicos que extrañábamos, si no que también demuestra ser mucho más emotiva, menos cínica, que filmes como “La Salvación” o “Génesis”. Nada supera a la muerte del T-101 en “Terminator 2” (sería casi imposible), pero lo que “Destino Oculto” nos entrega durante sus últimos diez minutos de metraje se le acerca bastante.

La película comienza con un prólogo inesperado y chocante (y de paso, visualmente espectacular), el cual evidentemente no pienso detallar, para luego pasar al año 2020. Es ahí que nos enteramos que nuestra protagonista es Dani Ramos (Natalia Reyes), una joven mexicana que trabaja en una fábrica de carros juntos a su hermano, Diego (Diego Boneta, el mismísimo Luis Miguel). Pero como suele pasar en estas películas, resulta que Dani no es una chica común y corriente. De hecho, comienza a ser perseguida por un nuevo Terminator (Gabriel Luna, el Ghost Ride de “Agentes de SHIELD”), una máquina asesina capaz de convertirse en metal líquido (como el T-1000 de Robert Patrick), pero también de dividirse en dos. Felizmente, Dani también tiene a quien le ayude: tanto Grace (Mackenzie Davis, “Blade Runner 2049”), una soldada “mejorada” del futuro, como una gruñona Sarah Connor (Linda Hamilton), llegan para protegerla, y para descubrir exactamente por qué las máquinas quieren acabar con ella.

Si la trama no suena particularmente original, es porque, al igual que algunas de las secuelas anteriores, se basa parcialmente en la estructura narrativa que funcionó tan bien en las películas de Cameron. Tenemos a una protagonista que debe ser protegida, tenemos a su acosador, y tenemos personajes que deben protegerla —nada nuevo. De hecho, hasta se podría comparar a “Terminator: Destino Oculto” con “Star Wars: El despertar de la Fuerza”; ambas son secuelas que se basan parcialmente en las entregas anteriores de la saga (bastante se ha escrito ya sobre lo mucho que dicha cinta se parece a la primera entrega de “Star Wars”) para atraer a los viejos fanáticos y dejarlos dentro de su zona de confort, y de paso, conseguir nuevos. No es un reboot, al menos no en lo que se refiere al universo que ha desarrollado esta franquicia, pero para efectos de lo que el público percibe, hasta cierto punto, podría considerarse como uno.

No, donde “Terminator: Destino Oculto” satisface es en los detalles. La presencia de Sarah Connor, por ejemplo, convierte a la película en una experiencia bastante distinta a cualquiera de las secuelas fallidas. Su caracterización respeta lo construido tanto por ella como por Cameron en los dos filmes anteriores, pero también demuestra lo que pasó con el personaje luego de salvar al mundo y sobrevivir una tragedia —se trata de una mujer innegablemente fuerte —su introducción es memorable y emocionante—, pero que tiene que vivir una vida plagada de culpas y conflictos internos. El guión utiliza a Sarah de manera similar a como Leia fue utilizada en “El despertar de la Fuerza” —como un personaje importante y valioso para la trama, pero también para entregarle la batuta a una nueva generación de héroes, representada en este caso por la Dani Ramos de Natalia Reyes.

Reyes, a su vez, no está mal como la protagonista de esta historia. De manera similar a la Sarah Connor de la primera “Terminator”, comienza la película como una chica aparentemente normal, vulnerable e insegura, para luego ir transformándose en alguien más valeroso y aguerrido. Como Grace, Mackenzie Davis no solo luce fuerte, si no que también demuestra, a través de sus miradas y actitudes, que merece ser considerada como una verdadera heroína de acción. El personaje, un ser humano con características (como velocidad y fuerza) aumentadas, es lo suficientemente vulnerable en ciertos momentos como para que las secuencias de acción no se tornen tediosas.

Por otro lado, el nuevo Terminator (modelo Rev9) de Gabriel Luna es el perfecto antagonista, evidentemente cortado del mismo molde que el T-1000: veloz e implacable. Y Arnoldo demuestra que todavía puede interpretar a su personaje más famoso sin ningún problema. Esta versión del T-101 es la más intrigante de cualquiera de las secuelas; más humana e inesperadamente graciosa (pero sin llegar a ser bufonesca). El personaje demora en aparecer —de hecho, creo que su primera escena se lleva a cabo hacia la mitad del filme—, pero la historia se ve tan beneficiada por la presencia de Hamilton, Davis y Reyes, que uno no lo termina extrañando (mucho).

En lo que se refiere a las escenas de acción, “Terminator: Destino Oculto” combina lo mejor de las películas de Cameron con los excesos de los blockbusters contemporáneos, para bien o para mal. La persecución entre el Rev9 y nuestros héroes hacia el inicio de la película, por ejemplo, es tensa e inquietante, desarrollando al Terminator como un enemigo formidable, y colocando a las protagonistas es situaciones difíciles y tormentosas. Pero hacia el final de la cinta, el director Tim Miller cae en una trampa que se ve con demasiada frecuencia hoy en día: el utilizar demasiados efectos digitales, desarrollando secuencias que no se sienten particularmente realistas o emocionantes. No es algo que termine por arruinar la experiencia entera de ver “Terminator: Destino Oculto” (de hecho, la mayoría de secuencias de violencia están correctamente ejecutadas; a diferencia de otras secuelas, “Terminator: Destino Oculto” es para mayores de 18 años), pero creo que un poco más de moderación hubiera beneficiado a sobremanera al trabajo de Miller.

Adicionalmente, a pesar de que “Terminator: Destino Oculto” no se siente tan similar a los dos primeros filmes en ciertos aspectos (¿dónde está la colorización con tintes azules? ¿o la banda sonora de Brad Fiedel?), al menos logra desarrollar un enlace con el trabajo de Cameron a través de los temas que decide tratar. La película tiene mucho qué decir sobre el rol del destino en las vidas de sus protagonistas (no, el título de la película no es nada sutil), y la manera en que pueden alterarlo si es que realmente quieren hacer una diferencia. Con esta película, queda demostrado que la línea temporal de la saga no es fija, y que ciertas acciones pueden crear realidades alternas que también pueden afectar el “presente” de ciertos personajes (es así como justifican la existencia de las secuelas que esta película ignora, me imagino). Será interesante ver cómo continúan desarrollando estos conceptos en las siguientes cintas —si es que llegan a hacerlas. Todo dependerá de la cantidad de dinero que logre recaudar “Destino Oculto”.

No estoy ignorando el hecho de que le di una crítica positiva a “Terminator Génesis”, pero incluso considerando eso, es necesario mencionar que “Terminator: Destino Oculto” es la mejor secuela desde “Terminator 2: El día del Juicio Final”. Entiendo que para muchos eso no significa mucho, pero el rol de Cameron en la producción, así como la presencia de Schwarzenegger, y especialmente Hamilton, deberían ser suficientes para convencerlos de que esta película es una propuesta bastante distinta a las entregas 3, 4, y 5. Más parecido tanto a nivel temático como de tono a las dos primeras entregas, y lleno de secuencias de acción tensas y emocionantes —que incluso logran compensar el exceso de efectos visuales digitales en algunos momentos—, “Terminator: Destino Oculto” es un competente y entretenido thriller de ciencia ficción. Al parecer, todavía le queda algo de vida a esta venerable y longeva franquicia —todo lo que necesitaba era que su creador le quite algo de atención a sus alienígenas azules, al menos por unos cuantos meses.

 

Avance oficial:

80%
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