T2: Trainspotting

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T2: Trainspotting (hay que otorgarle puntos a Danny Boyle por su inesperada referencia a la primera secuela de Terminator) es una segunda parte que depende mucho de su predecesora; de hecho, aquellos que no hayan visto la primera Trainspotting no deberían perder su tiempo viendo esta secuela. Boyle apela mucho a la nostalgia, y conecta muy cercanamente la trama de esta nueva cinta a la conclusión de la anterior; más que cualquier otra secuela, T2 es una verdadera continuación de una historia que comenzó años antes, como un emotivo epílogo para el filme clásico de 1996.

La trama no es lo más importante de T2. Todos los personajes de la primera película están de vuelta luego de 20 años: Mark (Ewan McGregor), el siempre raro Spud (Ewen Bremner), el todavía drogadicto Simon alias “Sick Boy” (Jonny Lee Miller), y el sociópata Begbie (Robert Carlyle). Incluso algunos de los rostros menos importantes, como la Gail de Shirley Henderson, tienen apariciones breves, y hasta la Diane de Kelly Macdonald no se hace extrañar. Además, tenemos a un nuevo personaje fememino: Anjela Nedyalkova interpreta a Veronika, la nueva pseudo-novia de Simon. Sin embargo, lo más relevante de T2 es la manera en que nos presenta la relación entre los cuatro protagonistas luego de haber estado separados por tanto tiempo; especialmente la manera en que Begbie reacciona al retorno de Mark a Escocia. Digamos que no se lo toma de buena manera.

El filme tiene mucho qué decir sobre el paso del tiempo; sobre la manera en que la gente cambia —o no cambia— luego de separarse por décadas, sobre el envejecimiento (Mark tiene problemas del corazón, a pesar de ser uno de los mejor mantenidos del grupo), sobre la mortalidad (Spud trata de suicidarse, pero felizmente es rescatado por Mark) y sobre el perdón (recordemos lo que Mark hizo en la primera Trainspotting antes de irse de Escocia). No son temas particularmente originales, pero están transmitidos de manera enérgica y entretenida por Boyle, quien claramente le tiene mucho cariño a estos personajes, y tuvo la paciencia suficiente como para esperar por años a que sus actores tuviesen la edad correcta para volver a interpretarlos.

La película representa, también, un regreso por parte de Boyle a un estilo de dirección previo. Después de todo, desde la primera Trainspotting, el británico cineasta ha dirigido todo tipo de cintas, desde fracasos como La Playa, hasta éxitos rotundos como Quién quiere ser millonario, o dramas inteligentes como Steve Jobs, y su manera de trabajar ha ido cambiando, mutando, desarrollándose. Sin embargo, T2 está dirigida con el mismo estilo enérgico que su predecesora, como si casi no hubiese pasado tiempo entre ambas películas; Boyle utiliza toda suerte de recursos visuales, desde sobreimpresiones hasta ángulos aberrantes, subtítulos y pantallas divididas, para hacerle sentir al espectador que este nuevo filme se lleva cabo en el mismo mundo que el primero.

Sí, es cierto que este estilo probablemente tenía más sentido en el contexto de la primera historia, en donde tanto cambio de tiro de cámara, pantalla congelada y canción estridente ayudaba a transmitir la sensación de delirio y pánico experimentada por sus protagonistas adictos a la heroína. Pero cabe resaltar que estos recursos son utilizados con más sobriedad en la secuela; son parte de la narrativa, pero jamás llaman demasiado la atención ni parecen estar siendo usados gratuitamente. La película avanza a velocidad máxima cuando es necesario, pero Boyle también sabe cuando darle un respiro tanto a su público, como a los personajes.

Todos los actores hacen un excelente trabajo interpretando sus icónicos roles. Ewan McGregor se transforma nuevamente en Mark, sin hacernos recordar a Obi-Wan Kenobi. El Spud de Ewen Bremmer es el miembro más inocente y patético del grupo —me gustó el arco de personaje por el que atraviesa, un desarrollo muy merecido y satisfactorio. El Simon de Jonny Lee Miller es bipolar y por momentos perturbador —consideren su pelea con Mark, o su extraña relación con Veronika—, y el Begbie de Robert Carlyle es aterrador, comportándose casi como un villano de película slasher por momentos. Sin embargo, disfruté los intentos por parte de Boyle de otorgarle un poco más de dimensión al personaje; el rol de su familia es particularmente efectivo.

Si T2 tiene un defecto principal, es que, como mencioné líneas arriba, depende demasiado de la primera cinta. Un giro en la trama en particular durante el tercer acto le permite a Boyle insertarflashbacks del primer Trainspotting de cuando en cuando, y las motivaciones de la mayoría de protagonistas están ligadas al desenlace de dicho filme. La película sirve para atar algunos cabos sueltos y permitirnos disfrutar una nueva historia con estos grandes personajes, pero por momentos, Boyle parece tenerle demasiada nostalgia a su largometraje de 1996.

T2: Trainspotting es inferior a su predecesora, pero eso no quiere decir que no sea un excelente drama con toques cómicos y grandes actuaciones. La dirección de Boyle se sigue sintiendo fresca y ágil —a pesar de no haberse metido en este mundo, ni de haber dirigido a Ewan McGregor, en mucho tiempo—, los temas propuestos por el guión se sienten familiares pero son transmitidos con tacto, y la historia le permite a los fanáticos de la primera cinta adentrarse en este mundo de drogas, burdeles, ladrones, sangre, vómitos, y números musicales inesperados una última vez. Considerando lo mucho que Boyle se demoró en realizar esta secuela, es lo mejor que hubiéramos podido esperar.

 

Avance oficial:

75%
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