Considerado los comentarios que venían tanto del Festival de Cannes del año pasado como de TIFF, tenía ciertas expectativas antes de ir a ver “Sleep – el mal no duerme” en el cine. Y aunque sí creo que la premisa de la película está llena de potencial, la ejecución de la misma no me terminó de convencer. Se trata, pues, de una cinta que aparentemente quiere decir mucho sobre las dificultades de los matrimonios, los traumas de las madres primerizas, y hasta de la percepción que la gente mayor tiene de los jóvenes, pero que se queda a mitad de camino. Es un “thriller” que por momentos realmente genera tensión, pero que hacia el final confunde con un desenlace insatisfactorio y hasta frustrante.
La protagonist de “Sleep – el mal no duerme” es Soo-jin (Jung Yu-mi), quien vive con su esposo, Hyun-su (el finado Lee Sun-kyun; Que En Paz Descanse) en un pequeño departamento en una ciudad coreana. Desgraciadamente, este último sufre de insomnio, lo cual preocupa a su embarazada esposa. Es así que ambos deciden buscar ayuda, comenzando un tratamiento para Hyun-su, el cual involucra toda suerte de modificaciones en su casa, así como precauciones para que, si es que él se llega a levantar durante la noche, ella no corra peligro. Porque no se trata de un caso de insomnio cualquiera, si no más bien del tipo que resulta en heridas, comportamientos extraños, y hasta mascotas asustadas.
Lamentablemente, el tratamiento no parece funcionar. Hyun-su solo empeora, y la madre de Soo-jin le dice que debería llamar a una vidente. Esta última llega para decirle a la pareja que el hombre está poseído; no por un fantasma cualquiera, si no por un espíritu obsesionado con Soo-ji, y que busca quedarse solo con ella, deshaciéndose de cualquiera que podría resultar ser una amenaza. Es así que Soo-jin comienza a perder la cordura, especialmente luego de dar a luz: ¿qué estará pasando con su esposo? ¿Estará loco, o de verdad estará siendo poseído por un fantasma? ¿Y qué pueden hacer los dos para que su hijo recién nacido no corra peligro, por más de que su padre no quiera hacerle daño de verdad?
“Sleep – el mal no duerme” está dividida en tres capítulos, cada uno con su pantalla de título. Por ende, resulta fácil determinar qué partes de la historia funcionan mejor que otras, y más grave todavía, en qué momento la película deja de tener sentido, lamentablemente. Habiendo dicho eso, el primer capítulo es el mejor, estableciendo con claridad el tipo de matrimonio que tienen nuestros protagonistas (tienen un “motto” escrito en un letrero en una de las paredes de su casa: “juntos, podemos resolverlo todo”), qué hacen ellos por la vida, lo emocionados que están por tener al bebé, y como poco a poco la situación en la que se involucran se va tornando más grave.
De hecho, es este primer capítulo el que establece con éxito el tono del filme: por más de que la publicidad local quiera vender a “Sleep – el mal no duerme” como una experiencia de terror puro, en realidad NO se trata de eso. Más bien, lo que tenemos acá es un “thriller” sobrenatural, que cuenta con un par de “jump scares” eficientes, pero más que nada, una sensación casi permanente de tensión y suspenso… durante el primer capítulo, y buena parte del segundo. Lamentablemente, mientras va avanzando la historia, el guion del director Jason Yu va abusando cada vez más de momentos inexplicables, reacciones ilógicas, y saltos temporales francamente frustrantes.
Todo esto culmina, por supuesto, en el tercer capítulo. Ahora, no pienso incluir “spoilers”, así que no se preocupen. Pero solo diré que esta última sección es la más absurda, presentándonos agujeros narrativos que nunca son cubiertos, una escena de exposición bastante LITERAL —uno de los personajes revela un giro narrativo a través de una presentación de PowerPoint (¡¡!!), con proyector y todo—, y un final que nos deja con más preguntas que respuestas. Ahora, no es que la película se hubiese beneficiado, necesariamente, de un desenlace más tradicional; ese no es el argumento. Pero sí pienso que mucho de lo presentado en este tercer capítulo hubiese resultado más satisfactorio si era presentado de forma más elegante, conectándolo con escenas que quizás hubiesen podido establecer, de manera sutil, algunas de las sorpresas que se nos revelan. Lamentablemente, ese no es el caso.
Lo cual es una pena, porque el resto de la película está bastante bien. Nuevamente, “Sleep – el mal no duerme” NO es un filme de terror, pero logra mezclar comedia negra con situaciones cotidianas y escenas de palpable tensión, para desarrollar una experiencia atípica y por momentos fascinante. Las actuaciones son todas de buen nivel —la química entre Lee Sun-kyun y Jung Yu-mi es innegable, al igual que la naturalidad de sus interpretaciones—, el filme cuenta con algunos planos interesantes, y nuevamente, la PREMISA no carece de interés. Pero entre todo lo mencionado anteriormente, así como protagonistas desarrollados a medias, y personajes secundarios que actúan enigmáticamente por absolutamente ninguna razón, “Sleep – el mal no duerme” comienza a aburrir más que emocionar.
No puedo dejar de decir, entonces, que “Sleep – el mal no duerme” terminó siendo bastante decepcionante. Lo que comienza con promesa; con energía, tensión y originalidad, prontamente se transforma en una experiencia tediosa, que por momentos trata de explicar demasiado, y que en otros lo deja a uno con demasiadas preguntas sobre lo que le depara a los protagonistas. Y fuera de los defectos propios del filme, me preocupa también que “Sleep – el mal no duerme” esté siendo vendida como una experiencia de terror, porque… no lo es. Esto podría dejar más decepcionados aún a quienes vayan al cine esperando ver algo verdaderamente escalofriante, cuando lo que la película nos ofrece es bastante más sutil. En fin; igual siempre preferiré algo arriesgado y extremadamente fallido, como “Sleep – el mal no duerme”, que a una película promedio más del montón.
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