¡Salve, César!
¡Salve, César! es un esfuerzo menor por parte de los hermanos Coen, una comedia divertida y bien actuada que, sin embargo, no llega a superar a películas como El Gran Lebowski o ¿Dónde estás hermano? Es un homenaje al Hollywood de los años 50 con grandes valores de producción, recreaciones perfectas de lo que eran las películas de la época, y secuencias que me hicieron reír, pero lamentablemente carece de una trama interesante. La pasé muy bien viendo ¡Salve, César!, pero mentiría si dijera que se trata de una de las mejores cintas de los Coen.
Josh Brolin interpreta a Eddie Mannix, un “mediador” para Capitol Pictures, una productora ficticia de cine en Hollywood de los años 50. Es uno de los mejores, pero tiene muchos problemas qué manejar: uno de sus actores estrella, Baird Whitlock (George Clooney) ha sido secuestrado por comunistas; la popular actriz DeAnna Moran (Scarlett Johansson) ha salido embarazada sin estar casada, y el afamado director Laurence Laurentz (Ralph Fiennes) está teniendo problemas dirigiendo al ídolo de los westerns Hobie Doyle (Alden Ehrenreich) en un drama elegante. Por otra parte, las hermanas periodistas Thora y Thessaly Thacker (ambas interpretadas por Tilda Swinton) acosan a Mannix para que le den una noticia exclusiva, mientras éste último considera una nueva oferta de trabajo.
¡Salve, César! es más un homenaje al cine y la industria cinematográfica norteamericana de los años 50, que una parodia. Es cierto, algunos elementos son tratados con una suerte de guiño al público (como la escena de un western que vemos a Hobie Doyle filmar), pero en general se nota que los Coen le tienen mucho cariño (o al menos le sienten bastante nostalgia) a la forma de hacer películas de aquella época. Aquellos que estén buscando una destrucción masiva del sistema de películas Hollywoodense no la encontrarán en ¡Salve, César!; lo que los Coen han desarrollado es una película divertida y nostálgica.
Después de todo, resulta muy entretenido ver a Channing Tatum participar en una escena musical que parece haber sido extraída de una película de Gene Kelly, o a Alden Ehrenreich en un western donde el protagonista es invencible y prefiere disparar su pistola que verse involucrado en una conversación profunda. ¡Salve, César! no es necesariamente una película que hará reír a carcajadas a su público; creo que el grado de diversión que uno tiene con ella depende bastante de la familiaridad que se tenga con el cine de los años 50. Sin embargo, el filme sí contiene escenas verdaderamente memorables; véase el intento de Laurentz por hacer que Doyle pronuncie su diálogo de la manera correcta.
No obstante, cabe mencionar que el filme funciona más como una seria de escenas aisladas o momentos divertidos, que como una narrativa coherente. La trama de ¡Salve, César! es, lamentablemente, poco interesante. De hecho, me divertí más con los homenajes a las películas antiguas y los momentos disparatados, que con las escenas que avanzaban la trama. Cada vez que la película regresaba al personaje de Clooney atrapado con un grupo de guionistas cuasi comunistas, por ejemplo, perdía un poco el interés en lo que estaba viendo. Como suele suceder con las películas que manejan narrativas paralelas, hay unas que funcionan mejor que otras.
Eso se debe, también, a que algunos personajes resultan más interesantes que otros. El Mannix de Josh Brolin, por ejemplo, es un protagonista perfecto: comienza como un tipo duro algo estereotípico, pero los Coen logran humanizarlo lo suficiente—la dedicación que le tiene tanto a su familia como a su trabajo es ejemplar—como para que podamos identificarnos con él. De manera similar, el Doyle de Alden Ehrenreich es desarrollado poco a poco, sorprendiendo tanto al espectador como a los otros personajes (véase la escena en la que le dice a Mannix que debería investigar a los extras) y convirtiéndose en un personaje tridimensional y creíble.
Por otra parte, el Whitlock de Clooney no me terminó de convencer. Quizás se deba a que, a diferencia de Mannix o Doyle, el personaje nunca llega a cambiar. Comienza la película como un idiota con talento y, a pesar de todo lo que le sucede, la termina de la misma manera. La escena en la que da un discurso emotivo y bien actuado llega demasiado tarde (y termina de manera torpe); debimos tener escenas de ese tipo durante el primer acto de la película para realmente entender por qué Whitlock era considerado como una de las más grandes estrellas de Hollywood.
Los Coen son capaces de atraer a casi cualquier estrella Hollywoodense a sus proyectos; muy pocos actores se rehusarían a trabajar con ellos. Es por eso que ¡Salve, César! presenta a tantos actores conocidos, muchos de ellos en papeles pequeños. Clooney hace lo que puede con el rol protagónico menos interesante; Alden Ehrenreich es excelente como Doyle—se trata de un actor que poco a poco está convirtiéndose en una estrella gracias a su talento y carisma (lo vi por primera vez en la subvalorada Hermosas Criaturas hace tres años); y Josh Brolin interpreta a Mannix como el profesional ejemplar.
Scarlett Johansson es creíble como DeAnne; Tilda Swinton es memorable en un papel doble; Ralph Fiennes es muy convincente como un director británico de prestigio, y Channing Tatum demuestra su destreza como bailarín. Actores del calibre de Frances McDormand (la editora del estudio), Jonah Hill (un abogado que resuelve todo tipo de problemas), Alison Pill (la esposa de Mannix), Christopher Lambert (un director Europeo… ¡sí, el mismísimo Raiden de Mortal Kombat!), Fisher Stevens (uno de los guionistas cuasi comunistas) y Wayne Knight (uno de los secuestradores de Whitlock) resaltan en roles pequeños.
¡Salve, César! es una comedia agradable e impecablemente actuada que recrea a la perfección una época que muy pocas personas recuerdan con el mismo afecto que los hermanos Coen. Se trata de una película imperfecta—carece de una narrativa sólida, y no todos los personajes son igual de interesantes—pero como homenaje al cine de los años 50 y como comedia dedicada a generar pequeñas risas más que carcajadas incontrolables, funciona muy bien. No todos disfrutarán la cinta de la misma manera, pero para aquellos que recuerden con nostalgia los filmes de la época y la manera en que trabajan sus actores, directores y productores, será una experiencia divertida.
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