“Misbehaviour” tiene como protagonista a Sally Alexander (Keira Knightley), una estudiante universitaria que vive con su hija menor, y su esposo, Gareth (John Heffernan). Es a través de Sally que vemos la manera en que las mujeres eran tratadas en la Londres de 1970 —era mucho más difícil para ellas ir la universidad, ser escuchadas tanto por sus maestros como por los otros estudiantes, y ser consideradas como algo más que amas de casa. Lo que Alexander trata de hacer, entonces, es pelear en contra de estas anticuadas percepciones “desde adentro” del sistema, pero puede que eso no sea suficiente.
Es por ello, precisamente, que decide formar parte del Movimiento de Liberación Femenina, el cual realiza acciones más concretas para otorgarle los mismos derechos a las mujeres que a los hombres. Y aunque inicialmente Sally no está muy segura de estar en el lugar indicado —las quejas de su madre, Evelyn (Phyllis Logan), ciertamente no ayudan—, es cuando deciden protestar la Ceremonia de Miss Mundo que por fin se da cuenta de estar haciendo lo correcto. No obstante, “Misbehaviour” también nos entrega diversas escenas narradas desde la perspectiva de sus participantes —especialmente Jennifer Hosten (Gugu Mbatha-Raw), una de las pocas Misses no caucásicas.
Es así, pues, que el mensaje central de la película se hace evidente desde las primeras escenas: cada mujer puede pelear por sus derechos y por mejores oportunidades desde diferentes “frentes”. Consideren, si no, una escena crucial entre Sally y Jennifer, en donde la primera le explica a la segunda que no están en contra de las participantes, si no más bien en contra de Mecca. Jennifer le responde que, gracias a su presencia en la ceremonia, muchas niñas lograrán sentir que pueden ser algo en el mundo, y que a ella le hubiera gustado “poder tomar las mismas decisiones que ella”. Es este contraste entre privilegios, entre diferentes tipos de feminismo, incluso, lo que convierte a “Misbehaviour” en una experiencia más interesante que el drama promedio. Uno termina empatizando con ambos personajes por más de que estén en “bandos” opuestos, porque están peleando por lo mismo: por obtener un lugar en el mundo.
No obstante, y por más que Lowthorpe, en general, haga un buen trabajo balanceando ambas perspectivas, no pude evitar sentir que la película favorece un poco más a la Sally de Knightley, mostrando todo el proceso de infiltración a la ceremonia, y los detalles de sus vida personal y familiar. Knightley hace un buen trabajo, como siempre — su Sally es decidida e inteligente, pero tiene problemas a la hora de tomar ciertas decisiones, lo cual le otorga una vulnerabilidad muy humana. Y sus interacciones con el resto del Movimiento —especialmente la Jo Robinson de Jessie Buckley— son ocasionalmente graciosas y consistentemente creíbles.
Pero es Mbatha-Raw quien realmente destaca. A pesar de que el guión no le da tanto material como a Knightley, logra convertir a Jennifer en una mujer real, en alguien que ha tenido que pelear una batalla cuesta arriba toda su vida para llegar a donde está, y que también comienza a tener dudas respecto a la ceremonia, especialmente luego de ver las protestas. Se trata de una interpretación sutil, pero innegablemente potente. Como Bob Hope, Greg Kinnear es suficientemente desagradable; Rhys Ifans interpreta a Eric Morley, el creador de Miss Mundo, más como un empresario que como un verdadero monstruo, y Keeley Hawes interpreta a Julia Morley, la única mujer involucrada en la organización del evento.
Emocionalmente genuino e impecablemente actuado, “Misbehaviour” es un drama cumplidor, el cual logra retratar de manera verosímil la manera en que las mujeres eran tratadas cincuenta años atrás, y más importante, por qué era crucial el que peleen por sus derechos desde varios frentes. Tal y como lo dice una sobreimpresión antes de los créditos finales: “la lucha contra el patriarcado se sigue llevando a cabo hoy en día”. Es gracias a estas mujeres que dicha lucha pudo comenzar, y “Misbehaviour”, aunque algo sesgada hacia una de sus dos protagonistas, definitivamente hace un buen trabajo demostrando por qué es tan importante el conocer eventos de hace tanto tiempo, y considerarlos hoy en día.
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