Presidente bajo fuego

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Existen dos razones para desarrollar secuelas cinematográficas: porque la primera entrega fue un éxito rotundo (principalmente a nivel financiero), o porque hay una justificación creativa para continuar la historia. El caso de “Presidente bajo fuego”, previsiblemente, está relacionado a lo primero. Las dos primeras entregas de la saga de acción protagonizada por Gerard Butler, “Ataque a la Casa Blanca” y “Londres bajo fuego”, fueron muy populares con el público (y no tanto con la crítica), recaudando cientos de miles de dólares, y utilizando presupuestos relativamente bajos en comparación al blockbuster promedio. Por ende, una tercera parte no tendría por qué hacerse esperar… por más de que ya no quede una historia para contar.

“Presidente bajo fuego” es una película de acción genérica que ha sido estrenada en la pantalla grande únicamente porque tiene como protagonistas a actores de renombre. Si el reparto estuviese compuesto por artistas desconocidos, el filme hubiese sido estrenado en DVD o para streaming; no me cabe la menor duda. Dirigida de manera algo torpe, y con un tono innecesariamente solemne, “Presidente bajo fuego” es un filme medianamente entretenido, pero que desgraciadamente, palidece en comparación a sus dos predecesores. Las primeras dos aventuras de Mike Banning funcionaban como entretenimiento masivo y encantadoramente estúpido; no sé si puedo decir lo mismo sobre esta tercera (¿y última?) entrega.

Gerard Butler interpreta nuevamente a Mike Banning, el líder del equipo de seguridad del Presidente de los Estados Unidos. Pero como Aaron Eckhart no quizo regresar a la franquicia, el Jefe de Estado ahora es interpretado por el gran Morgan Freeman. Al comenzar la película, nuestro protagonista está acompañando a su jefe a un viaje de pesca en medio de un lago aparentemente pacífico, rodeado de un equipo entero de seguridad. Pero como se deben imaginar, las cosas se van al diablo rápidamente; llega una flota de drones que acaba con todo el mundo, a excepción de Banning y el Presidente Trumbull —el primero pierde el conocimiento y el segundo cae en un coma. Ambos son trasladados al hospital.

Cuando Banning despierta, descubre que ha sido difamado. La agente Thompson del FBI (Jada Pinkett Smith) le informa que él es el principal sospechoso del intento de asesinato del Presidente, razón por la que será trasladado a prisión. Pero en el camino, Banning y los agentes son atacados, lo cual le permite a nuestro héroe escapar, y tratar de demostrar su inocencia. Después de todo, Banning sabe que el responsable del ataque es Wade Jennings (Danny Huston), un viejo amigo de sus días en el ejército. Uniéndose a su intenso padre, Clay Banning (Nick Nolte), nuestro protagonista buscará a Jennings, y tratará de evitar un nuevo intento de asesinato de Trumbull.

La trama en “Presidente bajo fuego” es extremadamente genérica y previsible. Puede que algunos se molesten porque el presente texto revela la verdadera naturaleza del personaje de Wade Jennings, pero se trata de un giro narrativo tan choteado y mal ejecutado, que difícilmente se puede considerar como un spoiler. Uno sabe desde la primera escena, que el “mejor amigo” de Banning lo traicionará —Danny Huston lo interpreta de manera fría, calculadora, y hacia el final de la película, como un villano de caricatura. En general, “Presidente bajo fuego” trae consigo pocas sorpresas; de hecho, la estructura del guión es la misma que la de los dos filmes anteriores: el líder de una nación es atacado, Banning sobrevive, y se pasa el resto de la cinta tratando de atrapar a los responsables. Sé que si algo no está roto, no hay por qué arreglarlo, pero en el caso de “Presidente bajo fuego”, algo un poquito más novedoso hubiese resultado en un producto final menos previsible y más emocionante.

Los únicos momentos en los que “Presidente bajo fuego” cobra algo de vida, son los protagonizados por el Clay Banning de Nick Nolte. Con una barba larga, el pelo enmarañado, y una voz rasposa y casi imposible de entender, Nolte interpreta al padre de Banning como un viejo paranoico, siempre listo para acabar con cualquier enemigo que se atreva a acercarse a su casa en medio del bosque. La mayor parte de “Presidente bajo fuego” maneja un tono serio y hasta soso; las escenas con Nolte son las únicas que se sienten divertidas y ligeras, desarrollando una interacción graciosa entre padre e hijo. Es una pena, entonces, que el personaje aparezca únicamente durante el segundo acto del filme, y brevemente hacia el final.

Pero me imagino que la mayor parte de gente irá a ver “Presidente bajo fuego” por la acción, y en ese sentido, la película es… correcta. La dirección de Ric Roman Waugh no es particularmente estilizada; la manera en que ejecuta las secuencias de balaceras y explosiones se siente más como algo para la televisión, que para la pantalla grande. Súmenle a esto algunas secuencias exageradamente oscuras, y su tendencia a sacudir la cámara como si quisiera imitar a Paul Greengrass, y “Presidente bajo fuego” obtiene un look poco memorable, y hasta por momentos, confuso. No es grave —de hecho, escenas como la persecución en un camión de carga o el enfrentamiento final en un edificio abandonado, son suficientemente intensas y ruidosas—, pero ciertamente podría haberse visto mejor. Roman Waugh no tiene nada que envidiarle a Antoine Fuqua, director de la primera película.

“Presidente bajo fuego” es una película de acción meramente cumplidora. Está bien para matar un par de horas —si es que uno no tiene nada mejor que hacer—, pero incluso considerando la valla relativamente baja que dejaron las dos películas anteriores de la saga, esta tercera entrega no llega a convencer del todo. La trama es genérica y absolutamente previsible, la dirección de Roman Waugh no ayuda a desarrollar tensión o suspenso, y las secuencias de acción no logran superar a nada de lo que se ha visto antes. Gerard Butler da una actuación sólida, como siempre, y Nick Nolte resalta de entre un reparto secundario olvidable (¿sabían que Piper Perabo interpreta a la esposa de Mike? ¡Ni a la película le importa!), pero ni ellos pueden salvar a “Presidente bajo fuego” de la más absoluta mediocridad. A menos que tengan algo nuevo que decir o hacer, yo preferiría que no saquen una cuarta entrega. Con tres filmes tuvimos más que suficiente.

 

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