Parece que “Padre de la novia” es una de esas historias que serán rehechas cada cierto tiempo, adaptándola a un nuevo contexto y con personajes que se sientan más contemporáneos. De hecho, esta es la tercera versión que se ha podido ver de “Padre de la novia” —la primera, de 1950, tuvo como protagonista a Spencer Tracy, la segunda (y más famosa) cuenta con la presencia de Steve Martin, y ahora en el 2022, tenemos a Andy García como el papá del título. Es por eso que me dan risa los comentarios quejándose de esta nueva película, tratándola como alguna suerte de insulto al filme con Martin; ¡aquella película también era un remake!
Pero dejando de lado ese tema, ¿es posible disfrutar de esta nueva interpretación de “Padre de la novia” simplemente como un drama cómico y relevante? Pues yo creo que sí. No me tomen a mal; no se trata de ninguna obra maestra ni mucho menos. Pero lo que sí han logrado, es precisamente lo que cualquier remake decente debería hacer: adaptar la historia previa a un contexto más contemporáneo, incluyendo suficientes diferencias, como para que no se sienta como un simple copy-paste, justificando su propia existencia. “Padre de la novia” es suficientemente graciosa y entretenida como para que uno no se la pase comparándola a la versión anterior, y debería resonar (al menos hasta cierto punto) con el público latinoamericano.
Andy García interpreta a Billy Herrera, un hombre cubano-americano que llegó a los Estados Unidos de joven sin un solo dólar en el bolsillo. Es así que logró salir adelante y convertirse en uno de los arquitectos más exitosos y adinerados de Miami, casándose con Ingrid (Gloria Estefan) y, eventualmente, criando a sus dos hijas: la abogada Sofía (Adria Arjona) y la joven Cora (Isabela Merced), quien todavía está intentando forjar su propio camino. Es la primera, sin embargo, que llega a casa desde Nueva York con una noticia sorprendente: se va a casar con un chico mexicano llamado Adan (Diego Boneta), y ni siquiera lo hará por religioso. En shock, Billy tendrá que aprender a aceptar esta noticia, mientras intenta relacionarse con los nuevos miembros de su familia, y manejar algunos de sus más recientes problemas maritales.
Lo más interesante de “Padre de la novia” está en la caracterización de Billy. Tenemos acá a un hombre extremadamente tradicional, que considera se forjó él solito sin la ayuda de nadie, y a quien le hubiera gustado que su hija le contase de su matrimonio con más anticipación. Su arco de personaje es claro y directo: es alguien muy cerrado y cuadriculado, que tiene que aprender a relajarse y a dejar que sus hijas tengan su propio estilo y vivan cómo quieran. No se trata de la historia de crecimiento más original del mundo, pero al menos es algo con lo que muchos espectadores se podrán relacionar. Es ese conflicto entre lo tradicional y lo moderno, entre el patrimonio latino de Billy y la percepción que los jóvenes tienen de él, lo que le otorga algo de carácter al filme.
Ayuda, además, que Andy García esté muy bien, como siempre. El hombre es incapaz de dar una mala actuación, por lo que logra desarrollar a Billy como alguien con el que, al menos al inicio, resulta un poco difícil empatizar: es necio, es impaciente, y está dispuesto a demostrar que es mejor (o tiene más recursos) que el padre del novio de su hija, un empresario mexicano multimillonario. Poco a poco, sin embargo, García logra otorgarle algo de humanidad al personaje, lo cual ayuda a suavizarlo. Por otro lado, el reparto secundario tampoco está mal: Adria Arjona es encantadora como Sofía (tengo mucha curiosidad de ver lo que hará en “Andor”, la nueva serie de “Star Wars”); la peruana Isabela Merced destaca como Cora, quien felizmente no es caracterizada como una adolescente desesperante; Diego Boneta comparte un par de escenas emotivas con García, y Gloria Estefan, lamentablemente, tiene poco que hacer como Ingrid.
Aparte de la caracterización del personaje principal, y una trama secundaria que involucra a Cora (quien quiere convertirse en diseñadora de modas), la mayor diferencia entre esta versión de “Padre de la novia” y las anteriores, está en el bagaje cultural que la mayoría de los personajes cargan. Se trata, pues, de un filme que intenta trasmitir lo que significa ser latino en los Estados Unidos, y que lo hace de manera sin preocuparse demasiado por el realismo. Después de todo, sus personajes son extremadamente privilegiados y adinerados, por lo que no se encontrarán con un contexto muy parecido a lo que la mayoría de sus compatriotas viven en aquel país. “Padre de la novia” se siente más como un cuento de hadas, fantasioso y divertido, y por ende, debe ser percibido y disfrutado de esa manera.
Además, vale la pena mencionar que se trata de una película absolutamente previsible. No hay nada en “Padre de la novia” que se sienta particularmente chocante o sorprendente, por lo que si vieron cualquiera de las versiones anteriores —o cualquiera otra comedia o drama romántico, siendo honestos—, sabrán exactamente en qué acabará la historia antes de que llegue al tercer acto. No obstante, es precisamente eso lo que podría convertir a “Padre de la novia” en una suerte de película de confort; a veces, todo lo que uno quiere ver es una película ligera y previsible, con buenos gags, palpable química entre sus personajes principales, y conflictos serios (pero no tan serios). Y eso es precisamente lo que “Padre de la novia” nos otorga.
Entiendo a quienes todavía prefieran la versión con Steve Martin (o hasta la de Spencer Tracy, si es que la recuerdan). Pero creo que este nuevo remake de “Padre de la novia” no está mal en lo absoluto, y merece ser mencionado junto a las otras dos películas. Lo que tenemos acá es un filme entretenido y repleto de buenas actuaciones, que sin llegar a revolucionar el género, logra incluir suficientes novedades, como para justificar su propia existencia. Además, siempre es agradable ver una película mainstream que al menos intente representar a buena parte de la población latina de los Estados Unidos (aunque hubiera estado mejor que todos los personajes sean interpretados por verdaderos cubanos-americanos; ¡qué se va a hacer!). “Padre de la novia” es entretenimiento poco ambicioso pero encantador, y debería ser capaz de sorprenderlos gratamente, especialmente en una tarde floja de sábado o domingo.
Avance oficial:
- Mi calificación