Norte
Las relaciones familiares pueden ser muy complicadas. Desgraciadamente, no todos tienen el privilegio de vivir en un ambiente tranquilo y sano, en el que tantos los padres como los hijos se desenvuelvan de manera pacífica, expresando sus emociones y mostrando su afecto sin mayores problemas. Muchas familias, además, tienen que pasar por situaciones difíciles —a veces, incluso, trágicas—, a las cuales no siempre reaccionan bien. Después de todo, una desaparición, un intercambio de palabras, o hasta una muerte, puede terminar por acabar —o al menos fragmentar— con la familia más tranquila o amorosa. A veces, por más que un padre o madre o hijo tenga las mejores intenciones, hay algo en su personalidad o en la situación por la que están atravesando, que les impide reaccionar de la mejor manera. A veces, todo lo que pueden hacer es escapar.
Es precisamente sobre todo esto que trata “Norte”, la más reciente película de Fabrizio Aguilar (“Paloma de Papel”, “Lima 13”). Basada en la obra de teatro “Newmarket”, de Jorge Castro (quien ha adaptado su propio texto al cine), “Norte” es un drama complejo e impecablemente actuado, el cual demuestra que es posible desarrollar historias enfocadas en la interacción entre personajes en nuestro país. Después de todo, la trama en sí es sencilla, y fuera del hecho de que fue grabada en Toronto —lo cual ayuda a otorgarle una estética muy propia al filme—, se trata de una propuesta audiovisual sin mayores complicaciones. En “Norte”, lo importante son los personajes, especialmente el Alejo de Rómulo Assereto —alguien que regresa a un lugar que, a pesar de ser habitado por su padre y sus hermanos, no se siente como un hogar. Es un hombre que se siente perdido, alejado de su familia, sin saber qué hacer con su vida.
Se trata de una premisa que muy fácilmente hubiera podido resultar en una experiencia tediosa, enfocada, de repente, en un personaje demasiado privilegiado, con el que sería difícil empatizar. Felizmente, ese no es el caso. Al comenzar la película, y apenas Alejo llega a la casa de su padre en Toronto, uno, como espectador, detecta que algo no está bien. Alejandro (Gianfranco Brero) lo trata fría pero cordialmente, como si fuera un visitante más, y no su hijo; su hermano menor, Gonzalo (Omar García) es un poco más cálido, pero por momentos se nota que hay cierto resentimiento entre ellos. Y aunque la novia canadiense de Gonzalo, Sophie (Jessica Allen) está conociendo por primera vez a Alejo, la química entre ellos es casi inmediata. El único que parece estar viendo todo desde afuera, casi como un representante el público, es Daniel (Sean Rey), el hijo más joven de Alejandro.
Por más que los personajes secundarios tengan un rol muy importante que cumplir en la historia, “Norte” es la película de Alejo. Vemos todos los eventos desde su perspectiva, ya sea cuando está en un carro llegando a la casa de su familia —los créditos iniciales son presentados con imágenes de las afuera de Toronto en el fondo—, o cuando interactúa con ellos. Sin embargo, también resulta fascinante el que tanto el texto de Castro como la dirección de Aguilar y hasta la actuación de Assereto dejen bastante en el subtexto —sabemos lo que Alejo dice que quiere (conseguir un trabajo en la Universidad de Toronto), pero desde un inicio sabemos que está escondiendo algo, lo cual es revelado de forma potente durante el clímax de la película. La estructura de “Norte” está compuesta por capas, las cuales son develadas, una por una, para ir ahondando en el personaje de Alejo, y la relación tan complicada que tiene con su padre.
Esto, evidentemente, hubiera podido resultar en una caracterización plana —o hasta aburrida— para Alejo, pero tanto Assereto como Aguilar y Castro se esfuerzan para que eso no suceda. Por más que durante buena parte de la película no sepamos cuál es el secreto que mantiene Alejo, ni la razón por la que se lleva mal con su padre —la cual está relacionada con la muerte de la madre—, sabemos que tiene un conflicto interno muy fuerte; sabemos que no sabe si quedarse o no, y sabemos que su matrimonio no está del todo bien, por más que diga lo contrario. Assereto nos dice mucho a pesar de tener poco diálogo, utilizando su rostro y su lenguaje corporal para manifestar sus incomodidades —una escena en particular (la cual se lleva a cabo en un tren) resulta particularmente potente para mostrarnos lo incómodo que se siente en Toronto, tan cerca a un padre a quien no admira, precisamente.
Sí, se trata de una gran actuación por parte de Assereto, quien hasta el momento, no había sido muy bien aprovechado por nuestro cine. El resto del reparto, además, es igual de sólido —Gianfranco Brero, uno de nuestros grandes actores, por fin cumple un rol importante en una película nacional, luego de haber tenido una serie cameos y papeles secundarios en otras producciones. Su Alejandro es un padre severo, frío, quien poco a poco va revelando la razón de su animosidad contra Alejo; Brero da una actuación verosímil y sutil, sin llegar a ser grandilocuente o innecesariamente exagerado. Omar García es la contraparte perfecta de Assereto; Sean Rey (quien, dicho sea de paso, se parece mucho a Diego Luna) es suficientemente creíble como Daniel, y Jessica Allen resalta como Sophie quien, yendo en contra de sus propios intereses, va entablando una relación cercana con Alejo. Allen comparte algunas de las escenas más emotivas de la cinta con Assereto, quien, además, demuestra tener un muy buen manejo del inglés.
Por otro lado, Aguilar hace un buen trabajo aprovechando las locaciones disponibles en Toronto, utilizando los paisajes blancos de dicha ciudad, y sus calles vacías y tranquilas, para transmitir una palpable sensación de frialdad que va muy bien con la historia que quiere contar. Sí, “Norte” hubiera podido ser grabada en cualquier otra ciudad, de seguro, sin perder mucho a nivel narrativo o de desarrollo de personajes, pero el que tenga a Toronto —en pleno invierno— como telón de fondo, ayuda a que la familia de Alejo se sienta más separada, más en conflicto. El estilo visual, además, a pesar de ser relativamente sencillo, contribuye a la historia sin llegar a llamar la atención a sí mismo —Aguilar utiliza movimientos fluidos de cámara, y favorece los primeros planos de sus actores, para resaltar sus expresiones y sus movimientos. Nuevamente, lo importante acá son los personajes —todo lo demás está al servicio de sus interacciones y su desarrollo.
Podría argumentarse que, por momentos, “Norte” es demasiado sobria, pero esto es compensado por la explosión emocional que se lleva a cabo durante el clímax de la historia. Eso, junto con las excelentes actuaciones, el buen trabajo de Aguilar en la dirección, y el eficiente texto de Castro, convierten a “Norte” en uno de los mejores dramas nacionales que haya visto en lo que va del año. Se trata, pues, de una gran adaptación de “Newmarket”, lo cual demuestra que, de repente, sería buena idea llevar más obras de teatro nacionales al cine —con tal de que sean tan bien tratadas como “Norte”, no debería haber mayor problema. De hecho, es una pena que la mejor película de Aguilar hasta el momento no esté recibiendo la atención que merece; si al leer este texto, “Norte” sigue en cartelera, deberían ir a verla. Por más que casi no haya recibido un empuje de marketing, “Norte” es un filme nacional que merece ser visto en la pantalla grande, aunque sea para que más cineastas se animen a realizar propuestas similares.
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