Matrix Resurrecciones

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¿Cómo regresar al mundo de “Matrix”, luego de la conclusión (aparentemente definitiva y permanente) de “Matrix Revoluciones”? Ese era el principal problema que la directora Lana Wachowski y sus guionistas tenían que resolver, si es que querían transformar a la cuarta entrega de la franquicia en algo más que un simple refrito. Y no es que no tuviesen tiempo —las últimas películas de “Matrix” salieron en el 2003, y aunque Wachowski había dicho repetidas veces que no tenía la menor intensión de regresar a aquel mundo, parece que terminó cambiando de opinión. O quizás fue el anuncio de un spin-off escrito por Zak Penn lo que finalmente la convenció de regresar y dirigir la película ella misma.

Habiendo visto ya “Matrix Resurrecciones”, puedo decir que un poco de esa ambivalencia, de las dudas que Wachowski seguramente tenía de regresar a este mundo, se hacen evidentes en la película en sí. Lo que tenemos acá es una secuela poco común —técnicamente, es una continuación directa de los eventos de los tres filmes anteriores, haciendo un sin fin de referencias a aquellos eventos y personajes. Pero a la vez, se trata también de una película extremadamente metatextual, que se burla de la cultura de los reboots, remakes y secuelas, admitiendo, hasta cierto punto, que bajo la dirección de alguien más (que no sea una Wachowski), hubiera podido ser un refrito más, como ya se ha dicho.

De hecho, los primeros treinta minutos de “Matrix Resurrecciones” se sienten casi como una sátira, lo cual seguramente no será del gusto de todo el mundo. A su servidor le encantó. ¿Qué mejor manera de sacar una secuela de un clásico (y dos secuelas relativamente controversiales), que admitir que su mera existencia probablemente se debe más a las ambiciones monetarias de su compañía productora (la Warner Bros. —¡incluso la mencionan en el texto!), que a cualquier motivación creativa por parte de Wachowski y su equipo? No quiero incluir spoilers acá, así que no mencionaré bajo qué contexto se incluyen todas estas autoreferencias —solo mencionaré que están muy bien justificadas, y funcionan bien dentro del contexto de la historia, y la situación en la que se encuentra Neo (Keanu Reeves).

Sí, Neo está de vuelta, y Trinity (Carrie-Anne Moss) también. Si quieren enterarse por qué, mejor es que vean la película. Solo deben saber que tienen que trabajar junto a un nuevo equipo de rebeldes del Mundo Real, liderados por Bugs (la gran Jessica Henwick) para salir de la Matrix (una nueva versión, dicho sea de paso, sin el clásico tinte verde, como vimos en la última escena de “Revoluciones”) y ser libres. Si suena similar a lo que se ha visto antes, es porque lo es, pero la película lo sabe, y felizmente logra incluir muchos detalles para diferenciar a “Matrix Resurrecciones” de sus predecesores. Acá lo importante no es el fondo, necesariamente —la cinta maneja más o menos los mismos temas que las tres anteriores—, si no la forma.

Porque en términos estrictos, “Matrix Resurrecciones” se siente muy distinta a los otros filmes. No es solo el tono más ligero, por momentos autoparódico, por otros increíblemente romántico, si no también el estilo visual. Aparte de la carencia del tinte verde, la cámara de Daniele Massaccesi y John Toll se mueve más, haciendo uso de cortes más rápidos y un trabajo de color más saturado. Y las secuencias de acción son más caóticas, menos como el ballet de puñetes y patadas de las películas originales, y más similares a lo que uno encontraría en un blockbuster común y corriente del siglo 21. Wachowski todavía es capaz de desarrollar imágenes impactantes (¡Neo y Trinity saltando de un edificio! ¡Bugs dando vueltas y caminando por las paredes para esquivar balas!), pero se sienten menos únicas que las de los tres filmes previos.

De hecho, hasta me animaría a decir que “Matrix Resurrecciones” es algo decepcionante en lo que se refiere a la acción. El trabajo de Yuen Woo-Ping, el legendario director y coreógrafo hongkonés, se hace extrañar —no hay ninguna pelea en “Matrix Resurrecciones” que supere o siquiera igual al enfrentamiento final entre Neo y Smith en “Matrix”, o al combate en el Chateau de “Matrix Recargado”. Y ninguna escena es comparable a la persecución en la carretera de la segunda película. De hecho, los enfrentamientos en “Matrix Resurrecciones” abusan de los cortes rápidos y planos cercanos, lo cual hace que se sientan menos viscerales de lo esperado —entiendo que Reeves y Moss han envejecido, y por ende no son capaces de hacer los mismos movimientos que antes, pero tanto la coreografía como la dirección de las secuencias de artes marciales en “Matrix Resurrecciones” me decepcionaron.

Sin embargo, es bueno que “Matrix Resurrecciones” no dependa tanto de las peleas como los filmes anteriores. De hecho, si la película terminó por encantarme, es gracias al énfasis que hace en la relación entre Neo y Trinity. La película trata tanto sobre “el poder del amor” como cualquiera de sus predecesoras, lo cual sirve como el motor principal para que Neo regrese al Mundo Real con Bugs y compañía. La química entre Reeves y Moss sigue siendo palpable, además, lo cual ayuda a que se adentren en estos personajes como si el tiempo no hubiese pasado.

Me gustó, además, como “Matrix Resurrecciones” no deshace lo realizado por las películas anteriores. Muchas secuelas tardías, como la trilogía de secuelas de “Star Wars”, parecen contentarse con “resetear” eventos; en ese caso, lo sucedido en las dos primeras trilogías se invalida gracias a la aparición de un nuevo “Imperio” (ahora llamado la “Primera Orden”) y el regreso del Emperador Palpatine (quien se supone estaba bien muerto). “Matrix Resurrecciones”, no obstante, continúa con lo introducido en los filmes anteriores, dejando bien en claro que los sacrificios de Neo y Trinity sirvieron para otorgarle paz al mundo, y para cambiar el status quo. Evidentemente todavía quedaba mucho qué hacer al comenzar esta nueva aventura, pero no era nada que invalidase los eventos de, por ejemplo, “Matrix Revoluciones”.

Aparte de Reeves y Moss, el reparto entero hace un buen trabajo con sus respectivos roles. Jessica Henwick (lo mejor “Iron Fist” y “Underwater”) está muy bien como Bugs, otorgándole estilo, personalidad y carisma a un personaje potencialmente plano. Hace tiempo que soy fan de Henwick, y esta película no ha hecho más que confirmar lo que ya opinaba de ella (¡que merece convertirse en toda una estrella de cine!). Por su parte, el siempre excelente Yahya Abdul-Mateen II interpreta a un Morfeo distinto; no reemplaza al de Laurence Fishburne, precisamente, si no que más bien lo complementa, interpretándolo a su manera. Neil Patrick Harris la pasa de lo lindo como El Analista de Neo, y Jonathan Groff destaca como un nuevo (pero también viejo) enemigo para nuestros protagonistas. Estén atentos, también, a un par de cameos interesantes, y al rol de Prianka Chopra (algunos seguramente ya sabrán a quién interpreta).

“Matrix Resurrecciones” es una secuela arriesgada y personal —un filme que se trata tanto sobre la historia de amor entre Neo y Trinity, como sobre las ansiedades de Wachowski por desarrollar una nueva entrega de esta franquicia. Es una película por momentos ligera y por otros bastante seria (y nuevamente; romántica), que parece estar empecinada en no ser un reboot más del montón. Es una celebración de las tres primeras películas (sí, incluyendo a las secuelas, le duela a quien le duela), y un comentario interesante sobre la falta de creatividad en Hollywood y hasta en la industria de los videojuegos. “Matrix Resurrecciones” no le gustará a todo el mundo, pero quienes estén dispuestos a darle una oportunidad, se encontrarán con un filme metatextual, desordenado, entretenido, y con un final glorioso (que hasta podría darle pie a más películas). Puede que les guste, o puede que no, pero al final del día, por lo menos se puede decir que Wachowski y compañía hicieron lo que querían hacer. Y en el mundo del cine comercial, eso es algo muy valioso.

Avance oficial:

80%
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