Matrix (1999)

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La primera “Matrix” es una de las películas más influyentes de todos los tiempos; de eso no hay duda. No solo terminó produciendo tres secuelas (la última salió hace tan solo un par de años) y un spin-off, así como incontables videojuegos, si no que también su estilo, técnicas como el “bullet-time”, y la forma en que mezclaba filosofía y artes marciales, terminó inspirando a varios cineastas, tanto para bien como para mal. Las copias baratas de “Matrix” son prácticamente infinitas, pero películas como esta hay muy pocas. Es un producto de su época, del cinismo de los 90s y de la forma en que percibíamos a la Internet en aquella década, pero también es una historia atemporal, perfecta y emocionante.

Resulta muy satisfactorio, pues, que “Matrix” se esté reestrenando en cines por su 25 aniversario, aunque sea solo en la cadena UVK. Después de todo, mucha gente no ha tenido la oportunidad de ver esta obra maestra (y no uso aquel calificativo a la ligera) en la pantalla grande; es una experiencia casi religiosa, que sin llegar a aproximarse hoy en día a lo que fue en el año 1999, igual resulta muy recomendable. “Matrix” es el tipo de película que ha envejecido perfectamente, y que se disfruta mucho en casa, sí, pero que debería ser de visionado obligatorio en cines para cualquier fanático o fanática empedernida del séptimo arte. En lo que se refiere a “blockbusters” norteamericanos modernos, pocos filmes se asemejan a “Matrix”.

Pero entonces, ¿por qué es “Matrix” tan fascinante? ¿Por qué logró calar en el imaginario colectivo de forma tan profunda, y por qué terminó siendo tan influyente? Todo tiene que ver, por supuesto, con contexto. “Matrix” se estrenó a fines del siglo pasado, cuando el miedo por el Y2K y el supuesto reseteo digital que se iba a llevar a cabo era palpable, y cuando la Internet estaba todavía en pañales. Por ende, una película centrada en un mundo digital que nos controlaba y que nos alejaba de la realidad, no podía ser más relevante. Le hablaba a nuestras más recientes preocupaciones, e iba de la mano con un cinismo quizás no tan fuerte como el que vendría post ataque de las Torres Gemelas, pero que igual estaba ahí, latente. Esta primera “Matrix” solo podría haber sido hecha de esta manera en el año 1999, y sin embargo, no se siente como un producto avejentado o irrelevante hoy en día.

Pero bueno, para quienes nunca la hayan visto o recién la vayan a ver, ¿de qué trata “Matrix”? Nuestro protagonista es Thomas Anderson alias Neo (Keanu Reeves, en EL papel de su carrera, por más de que John Wick le pise los talones), un tipo con una doble vida: de día, trabaja en las oficinas de una respetable empresa de Software, pasando desapercibido. Pero de noche, es un “hacker” que duerme poco, y es responsable de algunos de los más importantes ciberataques de los últimos años. Es alguien, pues, que VIVE en el mundo digital, lo cual es muy común hoy en día, pero que en 1999 resultaba sorprendente y hasta chocante.

Su mundo cambia, sin embargo, cuando es contactado por otra “hacker”: Trinity (Carrie-Anne Moss). Esta le dice que el mundo donde vive es una mentira, una simulación digital creada por unas máquinas que quieren mantener a la humanidad esclavizada, utilizándola como baterías portátiles. Este mundo se llama la Matrix, y para demostrarle que no le miente, lo convence de SALIR de la simulación, insertándolo en el mundo real. ¿Y cómo es el mundo real? Pues un lugar sucio, en el que la humanidad se tiene que esconder de las máquinas, viajando en naves futuristas bajo un cielo quemado, el cual fue destruido años atrás con la esperanza de que los robots, dependientes de la luz solar, fueran a morir. Claramente, eso no sucedió.

Es ahí donde Neo conoce a Morpheus (el gran Laurence Fishburne), quien está totalmente convencido de que nuestro protagonista es el Único: una suerte de Salvador que debería llegar al mundo real para liberar a la humanidad de las máquinas. Aparte de él, también conoce a la gente que conforma el equipo rebelde de Morpheus: el sospechoso Cypher (Joe “Joey Pants” Pantoliano), el mecánico Tank (Marcus Chong), su hermano Dozer (Anthony Ray Parker), Apoc (Julian Arahanga), el joven Mouse (Matt “Elan Sleazebaggano” Doran), y el andrógeno Switch (Belinda McCrory). Es con ellos que Morpheus comienza a entrenar a Neo para dominar la Matrix (lo cual incluye, por supuesto, que se convierta en un experto en artes marciales), pero más que nada, para enfrentarse a los Agentes de la Matrix, liderados por Smith (Hugo Weaving), quien está empecinado en destruirlo.

Vista de manera muy superficial, la narrativa de “Matrix” sigue las convenciones del Viaje del Héroe de Joseph Campbell, presentándonos a un héroe que, inicialmente, rechaza el llamado a la Aventura, no cree ser especial, se encuentra con un maestro que lo ayuda a aprender nuevas habilidades, llega a un mundo totalmente nuevo, y se tiene que enfrentar a un gran Antagonista. En ese sentido, se pueden hacer muchas comparaciones entre “Matrix” y otros filmes de similar estructura, como “Star Wars: Episodio IV – Una nueva esperanza” o “Harry Potter y la Piedra Filosofal”. Pero no es ahí donde radica la originalidad de “Matrix”; de hecho, sospecho que las Wachowski le dieron esa estructura precisamente para incluir elementos familiares para el espectador, y para que este pueda meterse de lleno en el mundo que han creado.

No, lo original de “Matrix” está en la FORMA en que esta historia es narrada. Como se ha dicho ya, mucho nos dice sobre los miedos que le teníamos (y le seguimos teniendo) a la tecnología, y a cómo nos podría terminar controlando y hasta esclavizando. Pero la película también incluye varios conceptos filosóficos interesantes, quizás algo básicos para quienes sean expertos en la materia, pero ciertamente novedosos para la mayoría gente (y especialmente los fanáticos de los “blockbusters” de ciencia ficción). Por ende, “Matrix” nos termina diciendo mucho sobre la naturaleza de lo Real, la manera en que percibimos al mundo, la importancia del amor, lo que diferencia a los seres humanos de las consciencias sintéticas, y mucho más.

Por momentos, se puede sentir como un interesante tratado filosófico y académico, pero no es tan grave como, por ejemplo, en la primera secuela, “Matrix Recargado” (la cual igual disfruto inmensamente, dicho sea de paso). Y se todas maneras, si los conceptos filosóficos funcionan tan bien en “Matrix”, es porque están completamente ligados a la narrativa y la forma en que Neo va descubriendo el engaño que ha estado viviendo. Después de todo, todo lo que creía ser real era una simulación; todo lo que percibía con sus cinco sentidos era falso, y lo que es real (REALMENTE real, si queremos ser redundantes), se ve y se percibe como algo más de ficción que lo simulado, lo digital. Es así que “Matrix” nos presenta una dualidad interesante: lo real se ve como algo sacado de un cómic de ciencia ficción, y lo mundano, lo supuestamente verosímil, ESO es lo falso.

Es ahí, pues, donde “Matrix” demuestra ser todavía relevante: en la forma en que se aproxima a estos conceptos, a través de una historia en la que resulta fácil empatizar con el protagonista, a través de quien percibimos todos estos descubrimientos. Si nos interesamos por la develación de un mundo sintético/virtual, y por la posibilidad de que, quizás, podríamos estar viviendo en una simulación en este mismo momento, es porque descubrimos todo aquello a través de los ojos de Neo. De los ojos, dicho sea de paso, de alguien que SIEMPRE estuvo viviendo en un mundo virtual, pero en un mundo virtual creado por máquinas que lo encerraban en OTRO mundo virtual más grande. Neo es un tipo curioso, un tipo que siempre supo que había algo más allá de lo que podía percibir o lo que ya conocía; por ende, resulta satisfactorio vivir todo esto a través de él, porque a pesar de que inicialmente rechaza la verdad, sabemos que muy por dentro, él siempre supo que algo estaba mal.

Fuera de todo lo anterior, hay mucho más contenido temático en “Matrix”, tanto así, que no seré capaz de mencionarlo todo en este texto. Consideren, si no, la posibilidad de que sea una alegoría transgénero, lo cual no debería resultar sorprendente, considerado que las hermanas Wachowski salieron del clóset como mujeres transgénero años después del estreno de la trilogía original. Neo es “deadnamed” por Smith constantemente, quien insiste en llamarlo “Señor Anderson”, cuando él le dice que su nombre verdadero, que su IDENTIDAD verdadera, es la de Neo. Por otro lado, cuando Neo conoce a Trinity, le dice que está sorprendido, porque pensaba que sería un hombre; ella le dice que “la mayoría de hombres piensan eso”. Y por supuesto, está el personaje de Switch, quien se llama así porque, en el guion original, era alguien que se presentaba como hombre en el mundo real, y como mujer en la Matrix.

Obviamente hay mucho más relacionado a teoría de género y roles de género en “Matrix”; nuevamente, se podría escribir de forma muy extensa en relación al tema. No obstante, y por más de que tenga poco espacio acá, resulta interesante darse cuenta de estas pistas que siempre estuvieron en la película, y que quizás recién se hicieron obvias cuando las hermanas Wachowski comenzaron a identificarse como mujeres transgénero. De hecho, es una buena demostración de que el arte, no importa que tan humilde o que tan grandilocuente, siempre va a tener algo personal de sus creadores; algo relacionado a su perspectiva hacia el mundo, o por supuesto, relacionado a sus identidades y formas de percibir diferentes aspectos de la humanidad (relacionados al amor, la familia, la amistad, o por supuesto, en este caso, la sexualidad y el género).

Pero si hay OTRO aspecto por el que mucha gente recuerda (y sigue viendo) “Matrix”, es la acción. No se puede negar la influencia que el anime, por ejemplo, o el cine hongkonés de acción o artes marciales tuvo en la película. Las secuencias de combate en “Matrix” son simplemente sublimes, haciendo uso de coreografías magníficas (realizadas por el LEGENDARIO Yuen Woo-Ping), movimientos con cuerdas y arneses, y por supuesto, planos en cámara lenta, para meternos de lleno en enfrentamientos que nunca pretenden ser realistas. Después de todo, se llevan a cabo en una simulación donde todos son expertos en artes marciales, así que tiene sentido que sean capaces de hacer movimientos inhumanos. Desde el prólogo, en el que vemos a Trinity enfrentarse y luego escapar de policías y agentes, hasta una pelea en una estación de trenes entre Neo y Smith, y por supuesto, la famosa balacera en el lobby, todo está perfectamente escenificado y coreografiado, filmado con claridad, y sin abusar de cortes rápidos y cámaras nerviosas.

Todo aquello, además, está combinado con efectos especiales prácticos y efectos visuales digitales de primer nivel. “Matrix” no fue una película de presupuesto GIGANTE, y sin embargo fue capaz de crear un mundo totalmente verosímil. La Matrix, con su tinte verdoso, excelente uso del “bullet time” (el cual fue copiado y recopiado por AÑOS luego del estreno de la película), y momentos surrealistas (como cuando un helicóptero choca con un edificio, y antes de explotar, crea ondulaciones digitales en las ventanas), se siente como una simulación creíble que, sin embargo, puede ser explotada o hasta rota. Y el Mundo Real, con sus naves futuristas (como la Nebuchadnezzar de Morpheus), Centinelas robóticos (más parecidos a calamares metálicos que otra cosa) y escenarios impresionantes, como la “granja” donde las máquinas tienen atrapada a la humanidad, se siente como un verdadero escenario posapocalíptico.

Nada de esto serviría si las actuaciones no fueran buenas, pero felizmente, el reparto de “Matrix” es de primer nivel. Como Neo, Keanu Reeves da una actuación perfecta; las Wachowski aprovechan las limitaciones de Reeves, más bien utilizándolas para desarrollar a un protagonista apartado de la sociedad, frío como él solo, pero a la vez, capaz de amar. El romance entre él y Trinity (Carrie-Anne Moss) es algo previsible y hasta cursi, pero FUNCIONA gracias a su relevancia temática. De hecho, me animaría a decir que las secuelas fortalecieron dicha relación, haciendo que se convierta en la columna vertebral de la franquicia, especialmente en filmes como “Matrix Resurrecciones”. Acá, claramente, somos testigos del inicio de aquel romance, y felizmente, logra convencer.

Por su parte, Laurence Fishburne interpreta a Morpheus como el mentor perfecto; idealista, sabio, capaz de cometer errores, pero siempre confiable. Joey Pants la pasa de lo lindo como Cypher, el único miembro del equipo del que uno podría sospechar algo malo (el que termine traicionando a todos no debería ser sorpresa, de hecho, y creo que ni siquiera es tratado como un giro chocante ni mucho menos). Gloria Foster (Q.E.P.D.) destaca como el Oráculo, un programa dentro de la Matrix que sin embargo está del lado de la humanidad. Y por supuesto, Hugo Weaving es simplemente sublime como Smith, uno de los mejores villanos de la historia del cine norteamericano. Su Agente es alguien que quiere salirse del sistema, que quiere ser y hacer MÁS, y que por ende, no va a dejar que nadie se le interponga en el camino. Weaving tiene algunos de los mejores diálogos de la película, y por ende, algunos de los momentos más memorables.

De hecho, “Matrix” está LLENA de momentos memorables, muchos de los cuales se han quedado grabados en mi cerebro por años. Consideren los planos de “bullet time” (Trinity flotando en el aire en posición de cangrejo, Neo esquivando balas, Neo y Smith disparándose en el aire), pero también otros menos “famosos”. Tenemos a la Chica del Vestido Rojo en la simulación presentada por Morpheus, Cypher disfrutando de un excelente bistec junto al Agente Smith, la forma en que Mouse y los demás saltan cuando Neo y Morpheus comienzan a pelear en una simulación (Mouse: “¡Morpheus está peleando con Neo!”; los demás: saltan encima de la mesa), Neo sacudiéndose el polvo del cuerpo luego de ser lanzado por los aires por Smith, y por supuesto, cuando Neo finalmente se convierte en el Único, acaba con dos agentes, y se mete dentro de Smith, destruyéndolo y emergiendo de su código, con música triunfal y todo.

Y claro, está también la banda sonora. No entiendo cómo es que Don Davis no se convirtió en uno de los compositores más reconocidos de Hollywood luego de trabajar en la trilogía “Matrix”; solo sé que es una injusticia. Porque el infravalorado músico fue capaz de componer uno de los “soundtracks” más icónicos y reconocibles de la historia, el cual SOLO podría funcionar en una película como esta (y sus dos primeras secuelas). De hecho, ni siquiera sé cómo es que no regresó para “Matrix Resurrecciones”; simplemente inexcusable. Ah, y cómo olvidarnos de las canciones, especialmente de “Wake Up”, de Rage Against the Machine (apropiado), la cual siempre relacionaré con el final de “Matrix” (¿Neo puede volar? ¡Neo puede volar!).

En fin, ya me he extendido demasiado, pero curiosamente, podría seguir y seguir escribiendo sobre “Matrix”. Como dije líneas arriba, considero que es una película perfecta, seguida de una primera secuela infravalorada, una decepcionante tercera parte, y una última secuela tardía que en su momento me gustó, pero que mientras más pienso sobre ella, más me va decepcionando (tendré que volverla a ver algún día). Pero sin importar qué piensen de las otras películas, no se puede negar que “Matrix” jamás envejecerá mal. Lo que tenemos acá es un increíble cóctel de artes marciales, balaceras, filosofía, romance, ciencia ficción, efectos visuales revolucionarios y casting perfecto. “Matrix” nos sorprendió veinticinco años atrás, y nos sigue sorprendiendo en el Año de Nuestro Señor 2024. Si nunca la han visto, corran al cine; y si la han visto mil veces, como Vuestro Servidor, estoy seguro que igual les emocionará vivirla en la pantalla grande.

NOTA: “Matrix” se está proyectando en la cadena UVK Multicines por tiempo limitado. Pueden chequear los horarios aquí.

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