¡madre!
Darren Aronofsky ha hecho lo que ha querido con “¡madre!”, de eso no hay duda. El hecho de que actores de la talla de Jennifer Lawrence, Javier Bardem, Ed Harris y Michelle Pfeiffer hayan decidido unirse al proyecto no es del todo inesperado; el que Paramount Pictures, la misma productora encargada de las películas de “Transformers”, de Michael Bay, la haya financiado y lanzado globalmente en miles de pantallas de cine, es sorprendente, casi increíble. Aronofsky debe haber tenido la presentación más convincente de la historia.
Digo esto porque “¡madre!” es una de las cintas más raras, grotescas, irregulares, y frustrantes del año, una alegoría tanto de la religión católica como del proceso creativo (o destructivo) de un director-guionista cinematográfico que parece tener el ego más grande que Mel Gibson y M. Night Shyamalan juntos. El concepto, hasta cierto punto, no es del todo malo; los problemas de “¡madre!” están en la ejecución, en la manera tan egocentrista en que Aronofsky ha decidido contar su historia.
Jennifer Lawrence interpreta a la joven esposa de un escritor (Javier Bardem), quien, años atrás, logró publicar un libro muy exitoso, pero que hoy en día parece carecer de inspiración. Ambos se han mudado a su casa de la infancia, la cual ha sido reconstruida, poco a poco, por Ella, quien parece ser una pintora, albañil, carpintera y plomera muy talentosa. Con suerte, el que estén alejados de toda distracción (no tienen celulares ni computadores ni televisores, y la casa cuenta únicamente con un solo teléfono fijo) hará que Él por fin se pueda inspirar.
Un día, sin embargo, llegan a su puerta un Médico (Ed Harris) y su esposa (Michelle Pfeiffer), quienes terminan quedándose a dormir, a pesar de las protestas de nuestra protagonista. El buen doctor parece estar enfermo, tosiendo de cuando en cuando. Un tiempo después, también llegan los hijos (entre los cuales se encuentra Domnhall Gleeson, nuevamente con un acento americano), quienes parecen estar peleándose por una herencia. Después de una intensa pelea, uno de ellos muere, y todos se van al hospital… excepto Ella.
Más no puedo decir sobre la trama de la película; solo basta con decir que muchas cosas suceden después de que el Escritor y compañía se van al hospital, y que el tercer acto del filme es de los más retorcidos que jamás haya visto en un producción “comercial” Hollywoodense. Admito que, por momentos, ODIÉ la experiencia de ver “¡madre!”; odié lo pretenciosa que se sentía, odié las imágenes asquerosas insertadas, aparentemente de manera gratuita, por Aronofsky, y odié el hecho de que, a través de esta historia, el director de “Requiem por un sueño” parezca querer hacerse ver como un artista incomprendido, alguien que no quiere ser famoso y que sufre cada vez que tiene que soltar una de sus “creaciones” para que sea consumida por “las masas”.
Sin embargo, y a pesar de lo frustrante que puede resultar la cinta, no puedo dejar de admitir que no me dejó indiferente… en lo absoluto. Siempre preferiré una película irregular, pretenciosa y hasta insufrible por momentos que me dé mucho de qué pensar, que una producción mediocre que no cause ningún tipo de reacción fuerte en mi (ya sea emocional o intelectual). “¡madre!” es el tipo de historia que puede ser interpretada de mil maneras, y que se nota fue desarrollada de la forma más metafórica posible, simplemente porque su creador PODÍA hacerlo. Podría argumentarse que Aronofsky simplemente quiere confundir o hasta mofarse de su público (y de los críticos); esto no resulta muy difícil de creer.
El problema, sin embargo, es que llega un punto en el que uno se da cuenta que Aronofsky simplemente está ahogándose en sus excesos. Los primeros dos tercios del filme, aunque pretenciosos, funcionan gracias a la palpable atmósfera de claustrofobia que el director genera a través de sus planos y movimientos de cámara (primeros planos; cámaras en mano que siempre siguen al personaje de Lawrence, muchas veces por detrás; fondos fuera de foco), y al hecho de que el guion parece estar escondiendo algo verdaderamente chocante y misterioso. Es algo extravagante, sí, pero funciona.
Sin embargo, es cuando uno verdaderamente se da cuenta de lo que Aronofsky está haciendo con su personajes, que todo se va al diablo. La última media hora de metraje le lanza de todo al público: sexo, alcohol, danzas, mutilaciones, balaceras, explosiones, abusos de poder, y una Jennifer Lawrence humillada de maneras que no me hubiese imaginado. No llegaría a decir que “¡madre!” carece de sentido —la alegoría es clara—, pero estos momentos no podrían ser más incoherentes y exagerados. “¡madre!” es una de las pocas películas que me han hecho preguntarme a mí mismo, más de una vez, “¿por qué diablos estoy viendo esto?”
Jennifer Lawrence es una gran actriz. Desde “Winter’s Bone”, hasta “Los Juegos del Hambre” e incluso la decepcionante “Pasajeros”, ha logrado entregarnos interpretaciones memorables e intensas a lo largo de los años. Su trabajo en “¡madre!”, sin embargo, es decepcionante. Su personaje es demasiado blando, demasiado poco proactivo como para que uno se pueda relacionar con él, y una revelación tardía sobre su verdadera naturaleza, termina por dejar en claro que nada de lo que le pasa a ella debería importarnos en lo absoluto. Lawrence no sale bien parada del filme; las escenas en donde aparece caminando por la casa en un camisón translúcido no podrían ser más gratuitas, mientras que los momentos que protagoniza en el clímax son perturbadores por su violencia extrema.
Javier Bardem es perfecto como el Escritor; simpático, carismático, pero totalmente egocéntrico y egoísta. Ed Harris es suficientemente ambiguo como el Médico, y Michelle Pfeiffer destaca como su alcohólica y chismosa esposa. Kristen Wiig tiene un rol pequeño pero importante (¡y serio!) durante el tercer acto de la película.
No hay mucho más que pueda decir sobre “¡madre!” sin revelar demasiados detalles sobre la trama. Se trata de un ejercicio de autoindulgencia impresionante, una historia que ha sido vendida como filme de suspenso o terror psicológico, pero que es imposible pueda pertenecer a cualquiera de dichas clasificaciones. Entiendo lo que Aronofky ha querido hacer con “¡madre!”; el problema es que una narrativa tan metafórica, tan basada en su propio ego, nunca llega a conectar con el público, especialmente cuando está llena de imágenes repugnantes e innecesarias. “¡madre!” es una cinta única, diferente, poco digerible y nada comercial, de eso no hay duda; pero eso no quiere decir que sea buena.
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