Litigante – 23 Festival de Cine de Lima

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Resulta refrescante ver un drama sobre temas tan complejos como el cáncer, las relaciones complicadas entre madre e hija, y los problemas laborales, que no recurra al melodrama o al miserabilismo. Si “Litigante”, de Franco Lolli, funciona, es gracias al tratamiento delicado y honesto que le da a sus personajes y sus problemas —se siente como un filme que solamente quiere contar una historia, poblada por personajes que se sienten como verdaderos seres humanos, con los que uno puede empatizar y llega a apoyar. Es un fascinante estudio de personaje, el cual, a pesar de concluir de manera algo abrupta —estoy comenzando a notar una tendencia en las películas de este 23 Festival de Cine de Lima—, llega a conectar con el espectador, tanto emocional como intelectualmente.

Carolina Sanín interpreta a Silvia, una jurista, madre soltera, e hija de una señora mayor, Leticia (Leticia Gomes) que está muriendo de cáncer de pulmón. De hecho, la película comienza con el descubrimiento de la enfermedad —por parte de los personajes y del espectador—, y con la respuesta negativa por parte de Leticia ante todas las opciones de tratamiento. Es así que, rápidamente, nos damos cuenta de lo difícil que es Leticia como persona, y de lo complicada que es la relación con su hija —pelean todo el tiempo, situación que no cambia en lo absoluto por más que la madre esté sufriendo una terrible enfermedad.

Desgraciadamente, ese no es el único problema por el que atraviesa Silvia. Está siendo investigada en el trabajo por culpa de su jefe en el Departamento de Obras Públicas de Bogotá, y su hijo pequeño está teniendo conductas agresivas en el colegio. Se le han acumulado todas las complicaciones, tanto en su vida personal como en la laboral, lo cual, aparentemente, ni siquiera puede ser resuelto —o aliviado— con su romance con Abel (Vladimir Durán), un bonachón periodista con quien no se llevó bien inicialmente. Es así que vemos a Silvia, prácticamente sola, enfrentar el día a día, tratando de llevarse bien con su madre y su hermana, y manejando todos sus problemas para llegar, con suerte, a algún tipo de final feliz.

Silvia representa a un tipo de persona que seguramente muchos hemos conocido en nuestras familias, o como parte de nuestro círculo de amigos. De hecho, me recordó un poco a mi propia madre —una mujer fuerte, trabajadora, que no se deja llevar por cualquier problema que pueda tener al frente, y que siempre sigue adelante. Felizmente, sin embargo, “Litigante” va más allá de esa breve descripción —Silvia parece ser muy resistente por fuera, pero por dentro está increíblemente estresada, preocupada por su trabajo, su hijo, y especialmente su madre. Son estos conflictos internos y externos los que chocan constantemente, y los que convierten a su vida en una experiencia tan intensa; tanto así que ni siquiera pueda reconocer una cosa buena cuando la tiene frente a sus narices.

Porque, a pesar de que Abel es un buen tipo, apenas tienen una primera pelea —relativamente—grande, el primer instinto de Silvia es el de huir. No, él no es perfecto, y ella tampoco, pero se nota que la quiere y que desea ayudarla, pero es gracias a la relación tan tormentosa que tiene con su madre, y a la situación tan curiosa que vive con el padre de su hijo, que le tiene miedo a las relaciones profundas —es entendible, pero no deja de ser relativamente frustrante. En todo caso, Silvia termina siendo una gran protagonista, alguien que siente como un verdadero ser humano, y que a pesar de dedicarle su vida entera al litigio, a la negociación, ha encontrado ciertas situaciones que simplemente no puede negociar, o que no puede manejar de manera tan sencilla o eficiente.

Carolina Sanín da una sólida actuación como Silvia, desarrollándola como una mujer compleja —como cualquier persona en la vida real—, llena de problemas, pero de vez en cuando, algo optimista. Sí, tiene momentos oscuros, y sí, a veces prefiere no aceptar ayuda por miedo al compromiso o porque simplemente se siente tan comprometida, ya de por sí, con su propia madre, pero interpreta todas estas situaciones y sentimientos de manera tan verosímil y natural, que uno termina reconociendo muchos momentos de su propia vida, o de gente que conoce en la vida real. Leticia Gómes, por su parte, es la contraparte perfecta para Sanín —una mujer necia, orgullosa, y hasta un poco cansada de la vida. Claramente ama a su hija y agradece la ayuda que ella y su hermana le están dando, pero a la vez, no puede evitar decir todo lo que tiene en mente, por más que esté pasando por un momento tan doloroso.

Desgraciadamente, parece que Lolli no sabía como terminar “Litigante”, por lo que nos entrega un desenlace que nos deja con más preguntas que respuestas. Es un final decepcionante y abrupto que, felizmente, no termina por arruinar todo lo visto anteriormente. A pesar de tocar temas complejos y desarrollar relaciones interpersonales dramáticas y realistas, “Litigante” nunca se siente como una tragedia —se trata de una historia muy humana, con la cual muchos se podrán identificar, por más que no hayan pasado por exactamente la misma situación. Bien actuada, sólidamente dirigida y con buen ritmo, “Litigante” es un filme engañadoramente sencillo, pero al final del día, emotivo y honesto. A veces, dejar las pretensiones de lado, por más que se esté desarrollando un filme potencialmente melodramático, paga sus dividendos.

 

Avance oficial:

80%
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