La morgue – 23 Festival de Cine de Lima
“La Morgue” comienza de manera intrigante; casi al instante se nos revela que el protagonista de la historia, Stenio (Daniel de Oliveira), quien trabaja en el turno de noche de una morgue, puede hablar con los muertos. Y como muchos de los difuntos que recibe son criminales o ex miembros de pandillas, esto le brinda la oportunidad de enterarse de varios secretos, algunos de los cuáles podrían terminar siendo importantes para él, o para las familias de los finados. Se trata de un concepto lleno de potencial, el cual, desgraciadamente, no es aprovechado al máximo por el director Dennison Ramalho y su equipo. Más que una premisa, el hecho de que Stenio pueda hablar con los muertos es un plot point, un mero detonante.
Esto se debe a que el foco de la narrativa en “La Morgue” no está en los poderes —nunca explicados— de Stenio. Más bien, la cinta se va adentrando en una trama que involucra parejas vengativas —tanto en vida como desde el más allá—, “sacadas de vuelta”, y por supuesto, la vieja confiable de cine de terror fantástico: las posesiones. No está mal hecho —la dirección de fotografía aprovecha bien las sombras y los colores tierra, así como los tonos más fríos durante las escenas que se llevan a cabo dentro de la morgue—, pero es extremadamente convencional. Si han visto ya varias películas de terror en su vida (ya sean norteamericanas, o de cualquier otra región), no encontrarán nada particularmente sorprendente o novedoso en “La Morgue”. Lo cual es una pena, porque eso es precisamente lo que el filme prometía con su intrigante premisa.
La primera mitad de la película es la más correcta. Es ahí que conocemos a Stenio y la situación en la que vive: su esposa, Odete (Fabiula Nascimeto) lo odia, y hasta parece estar engañándolo con el dueño de una panadería cercana (Marco Ricca, a quien también vimos en “Sueño Florianópolis” durante el 23 Festival de Cine de Lima); y sus hijos, Ciça (Annalara Prates) y el rebelde Edson no lo ven mucho porque trabaja de noche y duerme de día. El status quo cambia, sin embargo, debido a una chocante revelación, y a la presencia de la dulce Lara (Bianca Comparato), quien parece estar dispuesta a ayudar a Steino a poner su vida en orden. Siendo una película de terror, esto será mucho más difícil de lo que cualquiera de los dos podría imaginarse.
La segunda mitad del filme, no obstante, degenera en algo mucho más convencional, en donde Ramalho abusa de los ruidos estridentes y los jump scares (apariciones repentinas) para tratar de asustar a su público. Lamentablemente, no funciona. “La Morgue” no es una película que dé demasiado miedo; más bien, lo que hace es desarrollar una palpable atmósfera de suspenso y tensión, como para que uno se preocupe por sus protagonistas (especialmente Stenio y Lara) y quiera que resuelvan sus problemas más urgentes. Los elementos más fantásticos, aunque competentemente presentados (a pesar de incluir un par de escenas con efectos digitales de cuestionable calidad), no llegan a funcionar del todo; en vez de sentirse originales o al menos coherentes con lo que la historia quiere desarrollar, me hicieron recordar a películas como “El exorcista”, “El conjuro”, o “Arrástrame al infierno”.
El ritmo de la película, además, decae mucho durante el segundo acto. Es ahí donde uno se da cuenta que los poderes de Stenio no son particularmente importantes para el desarrollo de la trama; de hecho, no son más que una excusa para poder presentar una historia de venganza, posesiones, ruidos fuertes y niños en peligro. Considerando que las habilidades de Stenio parecen estar limitadas únicamente por la presencia (o la ausencia) de un cadáver, uno pensaría que podrían ser utilizadas de diversas maneras, como para desarrollar una narrativa que combine el mundo de los vivos y de los muertos, adentrándose en el misterio de lo que hay más allá de la muerte. Nada de eso. Si Ramahlo de verdad quería hacer una cinta de posesiones y visiones supuestamente terroríficas, debió guardar su idea central para algo más ambicioso.
En todo caso, vale la pena admitir que “La Morgue” no carece de escenas bastante tensas, y que algunos jump scares, por más gratuitos que sean, ayudan a mantener al espectador al borde de su asiento. Los efectos prácticos, además, son bastante efectivos —desde los cadáveres que Stenio y su compañero abren en la morgue, hasta los muebles que se mueven solos, o las heridas que algunos personajes sufren. Y las actuaciones, aunque no magistrales, sirven para convertir a los protagonistas en gente con la que vale la pena empatizar. Stenio es un hombre sencillo que simplemente quiere poner su vida en orden y corregir el más grande error que jamás haya cometido, mientras que Lara, aunque demasiado servicial por momentos, le otorga algo de dulzura y compasión a una película que, por lo demás, es bastante cínica.
A pesar de comenzar bastante bien y tener una premisa con mucho potencial, “La Morgue” termina siendo una película de “terror” (o más bien suspenso fantástico) que se queda a medio camino. Tiene varios aciertos, especialmente en lo que se refiere a lo visual, a las actuaciones, y al desarrollo de varias escenas de palpable suspenso, pero lamentablemente se conforma con ser absolutamente convencional, combinando diversos aspectos de varias otras películas de horror, muchas de ellas más famosas, y por supuesto, más escalofriantes. Considerando que ha sido vendida como una película del género, “La Morgue” debió dar más miedo, y depender menos de una banda sonora estridente y exagerada —con la premisa que manejaba, Ramahlo pudo habernos entregado un producto final mucho más original y escalofriante. Una pena.
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