La Herencia
Si hay algo positivo que se puede decir de nuestra “industria” cinematográfica nacional en estos últimos años, es que estamos experimentando una mayor variedad de tipos de película. Mientras que antes veíamos, en su mayoría, cintas dramáticas (muchas veces relacionadas a la época del terrorismo), recientemente se han estado estrenando comedias (Asu Mare y su secuela, Rocanrol 68), películas de terror (Cementerio General, Secreto Matusita, La Cara del Diablo), thrillers (El Elefante Desaparecido, Perro Guardián) y incluso dramas de corte un poco más light (Viaje a Tombuctú.)
Es por ello que, al ver los trailers de La Herencia, me daba gusto el que se esté incrementando la variedad de películas nacionales que podemos ver en el cine (por muy pobre que se viese dicho avance.) Después de todo, no es con mucha frecuencia que se producen acá comedias familiares y exageradas — la mayoría suelen ser más pícaras (como Mañana te Cuento, o…. ugh… El Pequeño Seductor…) Tenía ganas de darle una oportunidad a la cinta, no solo debido a su propuesta con potencial, si no también gracias a los talentosos actores que aparecen en ella (como Christian Ysla o Jesús Alzamora.)
Y habiéndola por fin visto…. bueno, supongo que lo mejor que puedo decir de La Herencia es que no es tan terrible como El Pequeño Seductor (esa película ha dejado la valla tan baja, que cualquier filme se ve como una obra maestra en comparación.)
Sin embargo, no hay que confundirnos—La Herencia es una mala película. Tiene elementos rescatables, algunas buenas actuaciones y – felizmente – no es muy larga, pero como comedia, como producto audiovisual profesional, es bastante desastrosa. Sé que no es muy fácil hacer una comedia, y también sé que dicho género es uno de los más subjetivos que hay, pero el hecho de que casi nadie se haya reído en la función a la que fui (y el que algunos se hayan ido a mitad de película) debería ser prueba suficiente de que estamos frente un producto extremadamente fallido.
La trama de la película tiene potencial como premisa para una comedia interesante y divertida. Todo empieza con una mañana cualquiera en la casa de la Familia Bailetti – el padre, Alonso, es interpretado por Christian Ysla, la madre por Tatiana Astengo, la hija mayor por Alessadra Denegri, y la abuela por Claudia Dammert. Sin embargo, la normalidad no durará demasiado. De pronto, llega Juan José (Christian Thorsen), un viejo rival de Alonso, quien trae una noticia que podría cambiarlo todo: el Abuelto Bailetti, dueño de incontables empresas, ha muerto, y hay una gran herencia por cobrar. Pero para cobrarla, la familia completa debe pasar un fin de semana junta. Suena fácil, pero es entonces que se descubre que Alonso, su esposa e hijos no son los únicos Bailetti—poco a poco, recibirán la visita de personajes, ehem, alocados, que causarán una gran cantidad de desastres en la casa.
Al ser una comedia, el principal objetivo de La Herencia es dar risa. Hasta las películas más flojas, como la reciente Ted 2 (o cualquier producción de los hermanos Wayans post-Scary Movie) pueden ser capaces de extraer carcajadas; crear una película de hora y media de duración que no de risa una sola vez es extremadamente difícil. Habiendo dicho eso, tengo dos noticias: la buena, es que ese no es el caso de La Herencia… pero la mala es que solo me reí (un máximo de) dos veces mientras veía la película. Aparentemente, el director y guionista, Gastón Vizcarra, y su equipo, creen que poner actores y actrices gritando, secuencias idiotas de baile, y escenas “divertidas” que involucren pedos, golpes y caídas, harán que su público llore de la risa. Puede que ese sea el caso… si es que tienen cuatro años de edad. Para los demás, el ver a estos actores tratar de inyectarle algo de energía y sentido de diversión a la película es casi insufrible.
Ahora bien, lo más interesante de La Herencia es que, a pesar de ser bastante terrible, se nota desde la primera escena que Vizcarra tenía una visión bastante clara de lo que quería lograr. En general, la estética de la película es bastante alocada y exagerada—los personajes son todos extremadamente caricaturescos; la dirección de arte está llena de colores saturados y es, en general estrafalaria, y el guión (casi) nunca se toma en serio a sí mismo. Es una propuesta diferente a lo que las comedias peruanas nos tienen acostumbrados, cosa que hubiese funcionado si es que los chistes tuviesen aunque sea una pizca de creatividad, o si es que el guión no se sintiese como un primer borrador.
Curiosamente, no todas las actuaciones van acorde con el estilo del filme. Tatiana Astengo sobre-actúa de manera casi legendaria—su personaje no hace más que gritar y estar molesta (y bueno, quemarse, supongo), y aunque a mí me resultó odiosa, supongo que va de acuerdo a lo que uno esperaría de una “mala” de caricatura. Como su esposo, Christian Ysla (quien como actor de impro es muy talentoso) está desperdiciado—su personaje es un idiota sin remedio con quien es muy difícil identificarse, y aunque es muy bueno haciendo expresiones exageradas y divertidas con su rostro, no son suficientes como para que su personaje resulte memorable. Y como su hija, Alessandra Denegri es la adolescente estereotípica que odia pasar el tiempo con su familia—hasta que no lo es. Decir que el cambio en su personalidad es repentino sería ser amable; la actuación de la chica es adecuada, pero la manera en que su personaje es tratado es chocante.
Claudia Dammert, una primera actriz de mucho talento, también decepciona en un rol tontísimo—interpreta a una abuela que jura que todos los días son Navidad, debido a un trauma causado por la desaparición de su esposo. La historia del personaje es más triste que divertida, y el cambio en el personaje que se revela hacia el final de la película es previsible y abrupto. Aldo Miyashiro tiene poco qué hacer; Armando Machuca interpreta a un homosexual estereotípico (en serio, ya es hora de superar este tipo de personajes; me resultó algo ofensivo); Korina Rivadeneira no tiene que expandir mucho sus talentos como actriz (interpreta a una empleada sexy), y Christian Thorsen hace del villano con problema de gases. Como se imaginarán, no es un papel muy digno…
De hecho, solo hay dos (buenos) actores que salen de esta película con la dignidad intacta. Jesús Alzamora da la única actuación natural, interpretando a un chico judío que acompaña a los personajes de Miyashiro y Machuca. Y Patricia Barreto (una muy buena actriz de teatro) sale en una sola escena, haciendo de la mejor amiga de Alessandra Denegri y parodiando a la típica chica Limeña superficial y playera. De hecho, este fue uno de los pocos momentos que me sacaron una sonrisa.
Es imposible hablar de La Herencia sin mencionar el lado técnico. La imagen se ve bastante bien—la fotografía es clara y limpia, llena de colores brillantes y saturados, y el arte (los escenarios y el vestuario) es atractivo. Los efectos “especiales”, por otro lado, son horribles. La escena del incendio en el jardín de la casa tiene algunos de los efectos de fuego digital más falsos que jamás haya visto, y los patos 3D, a pesar de estar bien modelados (de hecho se ven mejor que en el trailer), están animados de manera muy básica, lo cual hace que se vean irreales. (Y Vizcarra tiene una obsesión con ellos—los personajes los mencionan a cada rato, lo cual nos hace creer que van a tener un rol importante en la trama. Ese no es el caso.)
La dirección de Vizcarra es simple—le encanta escenificar sus escenas de diálogos con puros two-shots, y su cámara no es particularmente móvil. De hecho, teniendo en cuenta el tipo de comedia que quería hacer, creo que la película se hubiese visto beneficiada por movimientos de cámara más enérgicos y un ritmo más acelerado. A pesar de todos los gritos y sobre-actuaciones, la cinta carece de ritmo, y está llena de momentos muertos y escenas sin chistes.
Pero si hay un aspecto que hunde a la película, es el sonido. Por razones que jamás llegaré a comprender, parece que el 99% del audio fue grabado en estudio mucho tiempo después del rodaje. Esto hace que absolutamente todos los diálogos estén fuera de sincro (están o un poquito adelantados, o un poquito atrasados), y que no haya nada de sonido atmosférico en ninguna escena. Cada vez que los personajes dejan de hablar, todo lo que se escucha es un…. vacío. Es algo que no había visto nunca en una película (hasta El Pequeño Seductor tenía sonido directo, por muy paupérrimo que fuese), y algo que me fastidió a sobremanera.
Se nota que La Herencia fue realizada con buenas intenciones, y que los actores se vacilaron mucho al hacerla. Simplemente me hubiese gustado que transmitieran ese sentido de alegría, de camaradería y de diversión a la película. Los efectos especiales son ridículos, las actuaciones son desiguales, los personajes son tontos, pero lo más grave es que, a pesar de tener una premisa con potencial, la película no hace casi nada con ella, priorizando los chistes fáciles y los clichés por sobre la originalidad y la creatividad. Vizcarra y su equipo tenían una buena idea y un buen reparto—simplemente les faltó pulir su guión para poder presentar una mejor y más graciosa película.
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