Puede que “La decisión de partir” no sea la película más impresionante de Chan-wook Park, pero considerando su envidiable filmografía, no es que eso sea un insulto, tampoco. Lo que tenemos acá es un filme que parece estar basándose más en conceptos de romance que en el cine negro o de detectives norteamericano, y que cuenta con una estructura que podría llegar a cansar a algunos. “La decisión de partir” es, pues, una película de dos partes, las cuales están interconectadas de maneras sutiles (y no tan sutiles). La segunda parte es más intrigante que la primera, pero ambas están dirigidas con el aplomo que uno esperaría del gran Chan-wook Park.
Detective experimentado se enamora de una viuda involucrada en su caso más reciente. Es una premisa estereotípica que hemos visto ya incontables veces en otras películas (y novelas, y telenovelas…) pero que acá es utilizada para desarrollar algo un poco más interesante. Park He-il interpreta a Hae-joon (el detective ya mencionado), quien investiga la muerte de un hombre que, aparentemente, se ha caído de la cima de una montaña. Es así que se involucra con la viuda de dicho hombre, Seo-rae (Tang Wei), una mujer de origen chino y coreano limitado, mientras su ordenada esposa, Jeong—ahn (Lee Jung-hyun) lo espera en casa.
Seo-rae es tratada inicialmente como una sospechosa —después de todo, es posible que haya tirado a su esposo por el barranco. Y también es raro que no parezca estar sintiendo nada por la reciente muerte de dicho hombre —aunque hay que entender que todo el mundo atraviesa la etapa de duelo de diferentes maneras. Pero mientras Hae-joon se va acercando a la mujer, la manera en que la percibe —y por ende, la nuestra— va cambiando. Se va tornando en una figura protectora, a la que sus compañeros no parecen entender, lo cual evidentemente puede estar alterando negativamente su trabajo.
Todo esto podría haberse desarrollado como una historia más de detectives irresponsables que se enamoran de mujeres sospechosas, pero felizmente, Chan-wook Park tiene algo más en mente. No puedo incluir muchos detalles sobre la segunda parte de la película sin usar spoilers, así que solo diré que esta sección lo obliga a uno a reconsiderar todo lo que vio antes, así como la relación entre nuestros dos protagonistas. Es bastante interesante, la verdad, y mucho más original que la primera mitad de “La decisión de partir”. No es que los primeros minutos del filme sean malos, necesariamente, pero no se sienten como algo propio de Chan-wook Park. La segunda mitad, por otro lado, prácticamente me hizo exclamar “¡por fin!”.
Además, ayuda que Park esté viendo esta historia como algo relacionado a los problemas de comunicación en el mundo moderno. Aparentemente, al inicio quería situar la narrativa en el pasado, para no depender demasiado de mensajes de texto ni llamadas ni correos electrónicos, pero una vez que la trajo al presente, decidió hacer que dichos recursos estén muy presentes, y nos digan mucho sobre la manera en que nos comunicamos entre nosotros. No es casualidad, por ejemplo, que Seo-rae sea china, y que muchas veces tenga que utilizar el traductor de su teléfono para hablar con Hae-joon. Esto nos hace sentir que los personajes están conversando indirectamente —frente a frente, sí, pero sin llegar a entenderse del todo.
Me gustó, además, la manera en que Park coloca al detective en las escenas donde espía o escucha a otros personajes de lejos. Al dar a entender que Hae-joon se siente físicamente cercano a los otros personajes (y mostrándolo así en el encuadre), a pesar de estar lejos, nos ayuda a adentrarnos en su mente, para que podamos percibir la manera en que trabaja, y en que se va relacionando con sus sospechosos. Esto, junto con el ritmo bastante acelerado de la historia, y ciertas transiciones visualmente interesantes, hacen que sea prácticamente imposible aburrirse con la película, incluso durante la primera mitad un poco más tradicional. Pero más importante: no son recursos visuales gratuitos, si no formas de adentrarnos en la historia, y en la mente del protagonista.
Porque de hecho, “La decisión de partir” es de las películas más visualmente impactantes que haya podido ver en los últimos meses; de eso no hay duda. Consideren, si no, escenas como las del cuarto de interrogación, en donde se utiliza un espejo que nunca llega a revelar ni a la cámara, ni al equipo de grabación (ver videos de making-of de como lograron hacer esto es fascinante). Pero también es un filme expertamente actuado, en donde tanto Park He-il como Tang Wei logran utilizar muchas sutilezas —de movimientos corporales, de expresiones faciales— para desarrollar personajes que se sienten palpables, cercanos. Considerando que “La decisión de partir” comienza como una tradicional historias policial, tanto Hae-joon como Seo-rae podrían haberse convertido en arquetipos andantes, pero felizmente ese no es el caso.
“La decisión de partir” es una película muy particular —es decir, más o menos lo que uno esperaría de un cineasta como Chan-wook Park. Comienza de manera más bien tradicional, sintiéndose como una historia de detectives algo melodramática —consideren que a uno de los personajes le encanta ver dramas coreanos en la televisión. Pero luego se transforma en algo bastante más ambicioso y diferente, lo cual logra justificar, hasta cierto punto, todo lo que vino antes. Anclada en actuaciones de muy buen nivel, y en el estilo visual tan efectivo de Park, “La decisión de partir” es una película que deben ver en la pantalla grande ahora que se estrene en cines peruanos. Les va a exigir paciencia, pero dicha paciencia será recompensada.
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