Julie Keeps Quiet

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Tal y como el título lo sugiere, Julie Keeps Quiet trata sobre una chica que se niega a hablar. Específicamente, sobre una joven estrella del tenis que, luego de enterarse de que su entrenador está siendo investigado luego de ser acusado de algo, decide no hablar sobre el tema. Claramente es algo que la perturba a nivel psicológico —sus notas en el colegio se ven afectadas, por ejemplo—, pero a la vez, no es algo que logre exteriorizar. Para Julie (Tessa Van den Broeck) lo importante es el tenis, y las evaluaciones que se vienen por parte de la Federación Belga de Tenis. Nada de lo que está sucediendo puede interponerse entre ella y su deporte favorito.

Evidentemente, hay mucho más en Julie Keeps Quiet, una cinta verdaderamente sorprendente que lidia con relaciones tóxicas, abuso, relaciones de poder y trauma de forma madura y apropiadamente silenciosa. Se trata de una experiencia que le permite al público reflexionar sobre la manera en que tutores y alumnos se relacionan, y sobre cómo debemos acercarnos a las víctimas del abuso para ver si es que quieren hablar o no. Es un filme que muy fácilmente se podría haber convertido en melodrama puro o en algo mucho más genérico, pero que gracias al director-guionista Leonardo Van Dijl y su coescritora Ruth Mecquart, termina tornándose en una experiencia sutilmente potente.

Julie Keeps Quiet no demora en arrancar —es al inicio que vemos que los entrenamientos de nuestra protagonista se cancelan, y tanto ella como sus compañeras del club no demoran en enterarse de que su veterano entrenador, Jeremy (Laurent Caron) ha sido suspendido luego de haber recibido ciertas acusaciones. El que la película no aclare inmediatamente cuáles son las acusaciones tiene todo el sentido del mundo. La idea es que el espectador perciba la situación desde el punto de vista de Julie, por lo que uno nunca llega a saber más de lo que ella sabe respecto a lo que está sucediendo con Jeremy.

No obstante, uno sí se va dando cuenta de que, en realidad, hay ciertos secretos que Julie parece estar escondiendo. Cuando la investigación va avanzando y a las chicas les piden ir a entrevistas para dar declaraciones sobre sus experiencias con Jeremy, Julie se niega a hablar. De hecho, no quiere hablar sobre el tema con nadie, ni con su familia, ni con su nuevo entrenador, Backie (Pierre Gervais). Y poco a poco, va quedando claro por qué: no solo porque Julie (probablemente) pasó por una experiencia traumática y/o abusiva con Jeremy, si no también porque, hasta cierto punto, también siente que se ha convertido en una estrella de tenis gracias a él. Al inicio lo defiende, pero no porque sea su amigo, si no más bien porque siente que le debe algo.

Son esos sentimientos encontrados, estas contradicciones en la cabeza de Julie, y esa incapacidad de hablar sobre el tema lo que le otorga una palpable complejidad a Julie Keeps Quiet. Pero no solo eso; también le permite al filme desarrollarse de forma absolutamente verosímil, permitiéndole al espectador considerar la forma en que estos casos de abuso se llevan a cabo en la vida real, y más importante, las diversas razones por las que muchas víctimas deciden no salir a decirle la verdad al mundo inmediatamente. En este caso, tenemos a una Julie que sabe que Jeremy es una mala persona, pero que a la vez, no quiere poner en peligro su potencial carrera como tenista.

Y por supuesto, está el trauma, también —la forma en que Jeremy es caracterizado como un manipulador absoluto. Durante buena parte de la película, Julie se sigue comunicando con él, y es a través de sus mensajes de texto y llamadas que vemos como el entrenador se aprovecha de la dinámica de poder que tiene con su alumna, tratando de convencerla de que Backie es un terrible profesor, casi diciéndole que solo él sería capaz de hacerla ganar en las evaluaciones de la Federación. Queda claro cómo buena parte del abuso por parte de Jeremy es psicológico, pero también que se trata de un hombre desesperado —de alguien que ha perdido el poder, y que lo quiere mantener, aunque sea por un tiempo, al interactuar con quien seguramente considera es su alumna estrella.

Todo esto es presentado de forma visualmente impactante por Van Dijl y su director de fotografía, Nicolas Karakatsanis (quien ya ha incursionado en Hollywood con producciones como Cruella o Dumb Money). La cámara en Julie Keeps Quiet se mueve poco, dejando que su protagonista entre y salga del encuadre mientras entrena, siguiéndola ocasionalmente con movimientos duros y precisos. Muchos de los encuadres tienen a sus personajes en un extremo de la imagen, como si estos quisieran escaparse de la situación en la que están, y varias escenas son grabadas con lentes teleobjetivos, como para dar la sensación de que estamos observando todo desde lejos, de manera pasiva. Es interesante: narrativamente, Julie Keeps Quiet se centra en el personaje del título sin perderla de vista, pero visualmente, se mantiene a la distancia, usando, además, una estética de sombras contrastada y saturadas y mucha textura.

No se puede escribir sobre Julie Keeps Quiet, además, sin mencionar a su novel protagonista. La adolescente Tessa Van den Broeck hace un excelente trabajo como Julie, interpretándola de manera realista, como una chica habilidosa y de muchos amigos, que sin embargo se contiene mucho, incapaz de hablar sobre todo lo que siente porque tiene miedo de que se convierta en algo real. Hay mucha verdad en lo que Van den Broeck expresa con su rostro y dice con sus contadas líneas de diálogo, permitiéndole al espectador sentir lo que Julie decide mostrar, pero también dejándolo intrigado por lo que no expresa y se queda en su interior. Es una actuación central potente; el tipo de trabajo que rara vez se ve en una actriz tan joven y de limitada experiencia previa.

Julie Keeps Quiet es de las películas más intrigantes que podrían ver este año; una historia que plantea temas interesantes sobre las relaciones de poder, el control, el consentimiento y la verdad de forma verosímil y poderosa. Considerando todo lo que está pasando en el mundo —que para muchos podría considerarse como una suerte de regresión a lo que se supone ya habíamos superado décadas atrás—, Julie Keeps Quiet no podría sentirse más necesaria y relevante. Es una cinta que nos pide empatizar con una protagonista que por buena parte de la historia se niega a hablar; que claramente es una víctima de algo que muy gradualmente se va develando. No es una experiencia fácil, pero quienes se animen a darle una oportunidad, se darán cuenta que es absolutamente valiosa.

Nota: Vi este film gracias a un screener cortesía de Film Movement.

90%
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