“Imaginario: juguete diabólico” es la más reciente película de Blumhouse, aquella casa productora dedicada al cine de terror de bajo o mediano presupuesto, (casi) siempre haciendo uso de premisas atractivas y actores poco conocidos para generar interés en el público, y maximizar las ganancias. Suena como un buen plan, pero desgraciadamente no siempre ha pagado dividendos. En algunos casos, hemos terminado con producciones verdaderamente escalofriantes, como “El hombre invisible” o “La noche del demonio”. Pero en otros casos, nos han entregado experiencias nefastas como “La isla de la fantasía” o “Firestarter.”
“Imaginario: juguete diabólico”, pues, se encuentra un poco en el medio, tirando para los últimos ejemplos. Lo que tenemos acá es una cinta con, efectivamente, una premisa llena de potencial y actores capaces, que sin embargo es desperdiciada en una experiencia previsible y poco escalofriante. Y de hecho, ese es el mayor pecado que “Imaginario: juguete diabólico” comete: no da miedo, y hacia el final de la historia, hasta da un poco de risa, lo cual, considerando el género al que supuestamente pertenece la película, es bastante grave. No es necesario aclarar, entonces, que los amantes del terror encontrarán acá algunas ideas interesantes, pero una ejecución que deja mucho que desear.
“Imaginario: juguete diabólico” tiene como protagonista a Jessica (DeWanda Wise, de “Jurassic World Dominio”), una artista y escritora de libros para niños que se está mudando a una casa con su nueva pareja, el músico Max (Tom Payne), y sus dos hijastras, la adolescente Taylor (Taegen Burns) y la pequeña Alice (Pyper Braun). Muy aparte de los problemas que tiene con las dos chicas, todo parece estar yendo más o menos bien… hasta que Alice encuentra un oso de peluche mientras investiga en el sótano de la casa. El juguete se llama Chauncey, y parece ser la representación del Amigo Imaginario de la chiquita.
Hasta ahí todo bien… hasta que el Amigo Imaginario demuestra no ser tan imaginario. De hecho, parece estar dándole órdenes a la pequeña Alice, obligándola a cumplir una serie de tareas, algunas más dolorosas que otras. Es ahí donde entra la señora Gloria (Betty Buckley), una mujer mayor que solía cuidar a Jessica de niña, y que ha dedicado los últimos años de su vida a investigar el fenómeno aparentemente paranormal de los Amigos Imaginarios. En pocas palabras, le dice a Jessica y a las chicas que Chauncey está utilizando a Alice para llegar a la primera, y que no descansará hasta cumplir su cometido, sin importar a cuánta gente termine dañando.
Nuevamente: el concepto central de “Imaginario: juguete diabólico” es sólido. La idea de utilizar a los Amigos Imaginarios como entes paranormales que pueden abusar de la inocencia de los niños se presta muchísimo para una película de terror, y de hecho resulta, durante la primera mitad de la historia, en una que otra secuencia suficientemente tensa. El filme utiliza bien, por ejemplo, el recurso de La Niña Pequeña en Peligro, lo cual ayuda a que el espectador empatice con los personajes, y se quiera morder las uñas en ciertos momentos (por ejemplo, cuando Chauncey trata de convencer a Alice de atravesar su mano con un clavo; los padres en el público seguramente se pondrán súper nerviosos durante aquella escena).
Sin embargo, las cosas se terminan por ir al demonio (ja) durante el último tercio de película. Lógicamente no incluiré “spoilers”; solo diré que es aquí donde la película abandona cualquier intento por generar suspenso o tensión, convirtiéndose en una suerte de aventura paranormal o fantástica con sets baratos, efectos visuales poco convincentes, y un uso poco terrorífico de animatrónicos. Amo a los animatrónicos y los trajes de criaturas como cualquier otro cinéfilo, y me dio gusto verlos acá, reemplazando el uso de efectos visuales digitales que tanto vemos en filmes estadounidenses; el problema es que no están bien utilizados (ni iluminados), lo cual resulta en escenas más absurdamente graciosas que verdaderamente terroríficas.
De las actuaciones me puedo quejar poco, felizmente. DeWanda Wise (y sus ojos hipnotizantes) es conveniente como Jessica, una madrastra que está intentando hacer lo mejor que puede con una situación compleja. Taegen Burns tiene el rol ingrato de la adolescente sufrida; el estereotipo de chica que odia a todos, se rebela contra los adultos, y toma malas decisiones. Mejora hacia el final de la historia, y felizmente, los problemas del personaje tienen más que ver con caracterización que con su trabajo. La legendaria Betty Buckley no está mal como Gloria (aunque cierta escena con ella hacia el final destaca por lo fuera de lugar que se siente), y eso sí, debo resaltar el trabajo de la pequeña Pyper Braun como Alice. Pocas veces se ve a una niña actriz tan convincente y versátil; creíble tanto cuando le habla a su amigo imaginario, como cuando interactúa con su familia. Me dejó gratamente sorprendido, la verdad.
No hay mucho más que se pueda escribir sobre “Imaginario: juguete diabólico”. Se trata de una película de terror que da poco miedo; que logra desarrollar algo de tensión durante su primer acto, pero que se desinfla increíblemente durante el segundo y especialmente el tercero, y que lamentablemente desperdicia una premisa con potencial. Las actuaciones centrales son buenas, y ciertas ideas funcionan (hay cierto giro narrativo que me sorprendió, lo cual no sucede con frecuencia en este tipo de producciones), pero el producto final en general no logra destacar ni positiva ni negativamente. “Imaginario: juguete diabólico” es una película de terror más de Blumhouse que pasará al olvidó, desgraciadamente, y que prontamente será reemplazada en el imaginario de los cinéfilos por la siguiente producción sangrienta perteneciente a aquel popular género de cine.
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