No fui a ver Drácula: La historia jamás contada con demasiadas expectativas. El avance no era particularmente bueno (de hecho, se veía algo así como un nuevo Van Helsing, filme que disfruto a manera de placer culposo, pero que a fin de cuentas es malo por donde se le vea), y no me llamaba mucho la atención ver una cinta de Drácula con calificación PG-13. Es por todo esto que, cuando la vi, terminé gratamente sorprendido. Drácula: La historia jamás contada no es ninguna obra maestra, pero tampoco es un absoluto desastre. De hecho, como para pasar un rato divertido, no esta nada mal.
La película cuenta la historia de Vlad Tepes (Luke Evans, más famoso por aparecer en las dos últimas entregas de la trilogía de El Hobbit), quien después de años de ser conocido como El Impalador (adivinen cómo castigaba a sus enemigos…) decidió arrepentirse de sus actos y ser un hombre pacífico. Ahora vive como príncipe de Transilvania en su castillo junto con su hermosa esposa Milena (Sarah Gadon) y su hijo Ingeras (Art Parkinson.) Pero un día, y después de varios eventos que incluyen una traición y una decisión difícil, Transilvania entra en guerra con los turcos, liderados por el malvado Mehmed III (Dominic Cooper.) Ahora, la única manera de que Vlad pueda salvar a su gente y a su familia es yendo a una oscura cueva en lo alto de una montaña y encontrarse con el Maestro Vampiro (Charles Dance, a quien hemos visto en la serie de Juego de Tronos.) Ahí, el viejo monstruo le dará de beber su sangre, la cual le otorgará sorprendentes poderes… pero a un precio muy alto.
Primero cabe recalcar que Drácula: La historia jamás contada no es una cinta de terror, ni pretende serlo. Se trata, más bien, de una película gótica de acción y aventuras con toques de terror, y siendo honestos funciona muy bien así. No me dio demasiado miedo, pero esa no era la idea: el propósito de Drácula: La historia jamás contada es contar una historia interesante con buenas escenas de drama, desarrollar bien a su personaje principal, y desarrollar suspenso, y creo que hace un trabajo bastante decente en ello. Me gustó, por ejemplo, el que Vlad sea una mezcla entre la figura histórica verdadera y el personaje ficticio creado por Bram Stoker, o que el villano principal interpretado por Dominic Cooper haya existido en la vida real.
Además, también me gustó el hecho de que la cinta se enfoque más en la trama de lo que me hubiera imaginado inicialmente. No estoy diciendo que no haya secuencias de efectos especiales ni batallas, sino más bien que Drácula: La historia jamás contada se concentra más en contar una historia decente que en presentarnos con efectos especiales exagerados o litros y litros de sangre. Vlad es presentado como una suerte de anti-héroe, alguien que solía ser absolutamente terrible pero que ahora simplemente trata de salvar a su gente y a su familia. Se trata de una motivación creíble y que funciona, la cual le da un centro emocional a la película que simplemente no me esperaba. Vlad no se transforma en Drácula porque quiere o porque es un villano; se transforma porque considera que no le queda otra opción.
También ayuda el que la mayoría de actuaciones sean buenas. Como Vlad, Luke Evans es intenso y creíble, resaltando tanto en las escenas de acción como en las dramáticas. Se nota que es su primer papel protagónico, ya que hace todo lo posible por desarrollar bien a su personaje y en general hacer un buen trabajo. Honestamente pensé que sería un protagonista más tieso y poco emocional, pero felizmente ese no fue el caso. Como Mirena, la atractiva Sarah Gadon es más que una damisela en peligro; me gustó el que no fuera una heroína de acción anacrónica como hemos visto en otras películas que se desarrollan en épocas antiguas (Hércules, por ejemplo, o la misma Van Helsing), si no más bien el que fuera una mujer como las que existían en la época que sin embargo es decidida y fuerte sin ser violenta. Por otro lado, Dominic Cooper aparece en la película únicamente por el dinero. Su villano es aburrido y poco desarrollado, y su look “mediterráneo” lleno de eye-liner y con la cara bronceada no le hace ningún favor.
A nivel técnico la cinta es bastante espectacular. Los efectos digitales son buenos, las batallas se ven suficientemente épicas, y el diseño de sonido ayuda a resaltar los momentos más chocantes o con más suspenso. Además, el diseño de vestuario, desde las armaduras de Vlad y Mehmed III hasta los vestidos, es realmente impresionante. La dirección de fotografía es lo que uno esperaría (azulada, oscura) y la dirección, aunque no necesariamente carente de estilo o atmósfera, es algo genérica. Eso sí, una escena de batalla en la que se refleja la violencia en la hoja de una espada, me pareció bastante interesante, una inteligente manera de implicar violencia sin necesariamente enseñarla (todo para poder mantener la calificación PG-13.)
Drácula: La historia jamás contada no es ninguna obra maestra, pero definitivamente me gustó más de lo que esperaba. Con sus efectos especiales cumplidores, buenas escenas de batalla, protagonista bien desarrollado, actuaciones (en su mayoría) decentes y buen manejo del suspenso, la cinta logró entretenerme durante su duración entera, a pesar de tener como dos o tres finales y de presentarnos a una Drácula más heroico y menos atemorizante. Creo que si uno va a verla sabiendo que no se trata de un filme de horror, puede pasarla bastante bien. Si de verdad se trata de la primera entrega del Universo Cinematográfico de Monstruos de Universal, pues comenzaron con el pie derecho.
Avance oficial:
- Mi calificación