GoldenEra

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Si son gamers, o si al menos lo fueron en los 90s, sabrán que “GoldenEye 007” para la Nintendo 64 es uno de los videojuegos más importantes de la historia; un parteaguas en una industria que en aquella época estaba pasando del 2D al 3D, y demostrando qué es lo que se podría hacer en las consolas de casa. Es un título que para muchos ha sobrepasado a la película de James Bond en la que está basado, y una experiencia que varios relacionan con sus infancias o adolescencias, especialmente en lo que se refiere al modo multijugador. Es el tipo de juego importante que merecería tener su propio documental, y eso es precisamente lo que “GoldenEra”, de Drew Roller, nos entrega.

Ahora bien, si lo que esperan es ver un documental revolucionario sobre un juego igual de revolucionario, no lo obtendrán acá. “GoldenEra” es una película correcta, entretenida, que poco nos dice que muchos no sepamos ya, pero que al menos lo hace a través de gente que estuvo involucrada en la creación del juego mismo. No obstante, si han estado leyendo sobre “GoldenEye” por años; si han estado investigando y entrando a foros y leyendo trivia y empapándose de todo lo relacionado al juego, dudo mucho que vayan a encontrar cosas nuevas acá. Quizás confirmaciones de lo que antes era considerado como rumores, pero nada más. En todo caso, “GoldenEra” resulta más satisfactorio para los neófitos, o para quienes simplemente quieran entretenerse con algo familiar por poco más de una hora y cuarenta minutos.

La propuesta es sencilla: “GoldenEra” es un documental que nos narra la historia del juego, desde que Rare obtuvo la licencia para desarrollar un título basado en lo que en aquella época era la película más reciente de James Bond, hasta la salida de un remake para Wii hace unos años, y el crecimiento del mundo de mods y remasterizaciones del juego hechas por fanáticos. “GoldenEra” abarca bastante, pues, y como suele pasar con cualquier película que intenta hacer mucho, lo termina haciendo forma algo superficial, sin concentrarse demasiado en temas importantes, y más bien avanzando para que el producto final no termine durando demasiado.

Fuera de la estructura, lo que “GoldenEra” nos ofrece es una serie de testimonios de gente involucrada o relacionada al juego, y es ahí donde brilla más. Sí, se extraña la presencia de Martin Hollis, líder del proyecto (asumo que no estaba interesado en salir en la película), pero al menos podemos ver y escuchar a gente como el Doctor David Doak, Steve Ellis, el compositor Grant Kirkhope, Duncan Botwood (por videollamada, pero igual), y todo tipo de periodistas de videojuegos, cineastas, moders, y hasta testers. Todos los que aparecen en el documental o estuvieron involucrados en la creación de “GoldenEye”, o son fanáticos del juego, o eventualmente trabajaron en proyectos de fans, como un mockumentary, mods, o más. Nadie sobra acá, felizmente, y todos tienen algo interesante para decir.

No obstante, lógicamente quienes destacan más son los creadores del juego, como Doak, Ellis o Botwood. Nuevamente: no nos dicen nada particularmente nuevo, pero al menos confirman mucha de la trivia que hemos podido leer en la web o ver en videoensayos de YouTube por años. Hablan de los diversos atrasos de la fecha de salida del juego; de la libertad creativa que los hermanos Stamper (dueños de Rare) y Nintendo les dieron; de cómo la licencia para hacer un juego de James Bond era relativamente barata en aquella época; de cómo iban metiendo más y más ideas en el proyecto, y por supuesto, de cómo tuvieron que eliminar a los cuatro James Bond anteriores a Brosnan del juego cuando les dijeron que no tenían los derechos para incluirlos. Es todo muy interesante, especialmente para quienes hayamos jugado “GoldenEye” desde pequeños.

Y felizmente, la mayoría de estas personas resultan suficientemente carismáticas frente a cámara. Además, “GoldenEra” está editado de tal manera que maneja un ritmo manejable y rápido, haciendo uso, aparte de los testimonios, de animaciones en 2D simples pero efectivas, transiciones divertidas, y hasta recreaciones de momentos reales con el motor y gráficos del juego original (por supuesto, si se trata de un recuerdo de David Doak, sale su modelo original del juego, es decir, el infame Doctor Doak). Roller y su equipo hacen de todo para que “GoldenEra” no se sienta monótono, por más de que esté compuesto, principalmente, de cabezas hablando sobre el pasado, y una que otra imagen o video de archivo (como cuando el equipo del juego ganó cuatro premios BAFTA).

¿Me hubiese gustado que “GoldenEra” nos diga algo nuevo? Por supuesto. ¿Me hubiese encantado que mostrase más documentos originales de la creación del juego, más arte conceptual, más diseños, más cosas? Claro que sí. ¿Me hubiese gustado que salga Martin Hollis? Pero claro. ¿Y hubiese preferido que no le dedicaran tanto tiempo a los mods modernos o al infame remake para Xbox que se filtró hace unos años? Pues… sí. “GoldenEra” es un documental imperfecto que sin embargo funciona gracias a la reverencia que le tiene al juego y a sus creadores, y a que claramente se trata de una labor de amor, hecha por gente que, como Vuestro Servidor, la pasó de lo lindo jugando el título original en los 90s, en una TV potona y con tres amigos en el sillón.

“GoldenEra” termina siendo el documental (casi) ideal para cualquier gamer noventero que quiera regresar a épocas más sencillas. La narración en off de Ben Potter (del popular canal de YouTube “TripleJump”) hace que toda la narrativa sea más digerible, y aunque hubiese preferido que todos los invitados aparezcan en persona y no que algunos se vean obligados a hacer declaraciones por videollamada, en general creo que hay una buena variedad de testimonios. Si lo que quieren es un buen resumen de cómo se hizo “GoldenEye” para Nintendo 64, que además mucho nos dice sobre la importancia del juego y la influencia que tuvo en todo un género (los First Person Shooters), entonces “GoldenEra” no debería decepcionarlos. Nuevamente: no es nada extraordinario ni revelador, pero sí sirve como una suerte de nostálgica máquina del tiempo a una época más innovadora, arriesgada e inocente.

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