Flow

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Dirigida por Gints Zilbalodis, la letona Flow es una película animada que mucho nos dice sobre el poder de la colaboración, la tolerancia y la amistad. Narrándonos la historia de un gatito, el filme carece de cualquier tipo de diálogo, más bien utilizando solo sonidos naturales de animales, como gruñidos, gritos, maullidos (por supuesto), y más. De esa manera, logra adentrar al espectador en el mundo tan particular que desarrolla, dejando en claro que no estamos siguiendo a criaturas cien por ciento antropomórficas, si no a animales ligeramente más inteligentes que bestias promedio, que sin embargo logran humanizarse frente a nuestros ojos sin convertirse en seres humanos.

Me explico: por un lado, Flow comienza de forma relativamente realista, presentándonos a su protagonista, únicamente conocido como Gato, viviendo su vida tranquilo en medio del bosque. Pero mientras la película avanza, gradualmente va introduciendo conceptos interesantes y hasta posapocalípticos que nos permiten revaluar la forma en que este mundo ha sido construido. Sabemos que Gato vive en una isla junto a otros animales, pero poco a poco vemos que están rodeados de restos de algún tipo de civilización que asumimos fue humana. Y más interesante aún, el hogar de Gato está lleno, apropiadamente, de estatuas gigantes de gatos, e incluso hay un taller que cuenta con imágenes de gatos talladas en madera.

Lógicamente, como nadie en la película habla, nunca se nos dan detalles explícitos sobre este mundo. ¿Quiénes vivían en esta isla, y por qué estaban tan interesados en los gatos? ¿Qué les pasó y por qué parecen haber abandonado el lugar? Flow plantea todas estas interrogantes y nunca nos otorga respuestas claras, porque no es ahí donde está el foco de la historia. Todos estos detalles sirven para darle un trasfondo intrigante a la historia de Gato, para construir un mundo distinto, y para presentarnos un contexto que obligue a los animalitos a tener que colaborar. No es necesariamente lo más interesante de Flow, pero sí algo que le permite al filme, además, incluir imágenes impactantes y hasta hipnotizantes.

Al comenzar la película, y luego de ver a Gato existir un rato en su hogar, vemos cómo este lamentablemente es inundado por un súbito aluvión, lo que lo obliga a interactuar, aunque sea temporalmente, con un Perro Labrador que se separa de su variopinta manada. Pero no se quedan juntos mucho rato, porque luego de eso y de casi ahogarse, Gato termina abordando un bote que eventualmente es poblado por un ronsoco, un lémur, y hasta un pájaro secretario. Es así que se ve obligado a colaborar con ellos para sobrevivir y con algo de suerte encontrar un lugar donde quedarse, por más de que a veces sus instintos de animal sean más fuertes que la lógica.

Inspirándose, aunque sea ligeramente, en la historia del Arca de Noé, lo que Flow hace es narrarnos una bella historia sobre la colaboración y hasta amistad entre diferentes especies. Después de todo, la mayoría de personajes con los que Gato se encuentra podrían ser considerados como parias, y por ende, se ven obligados a encontrar una nueva familia o nuevas amistades. Gato de por sí es una criatura solitaria, pero el ronsoco, por ejemplo, parece haber perdido a los suyos; el lémur se separa de sus pares por obsesionarse con los objetos que encuentra (incluyendo un espejo); y el pájaro secretario es rechazado por los de su especie luego de que defiende a Gato de ellos mismos. 

Es así que Flow termina siendo protagonizada por personajes que, hasta cierto punto, han sido rechazados —aunque sea temporalmente— por ser distintos. Y dentro de ese contexto, la película logra desarrollar temas interesantes relacionados a la amistad y a ignorar las diferencias entre distintas criaturas. Y al igual que con la construcción del mundo, Flow no siente la necesidad de desarrollar estos temas de forma explícita —ciertamente ayuda que no haya diálogo, pero además, el filme hace un excelente trabajo integrando el contenido temático al flujo de la narrativa, como para que uno jamás sienta que le están dando una lección. Por ende, uno termina empatizando con estos animales, y por supuesto, especialmente con el Gato protagonista.

Visualmente, Flow es una maravilla —de hecho, es de las películas animadas más bonitas que haya visto en un buen tiempo. Desarrollada principalmente con el software gratuito de animación en 3D Blender, Flow demuestra que, para variar, lo más importante en el arte no es la herramienta o el presupuesto, si no más bien la creatividad. Porque la película maneja una espectacular estética tipo cel shaded, en donde todos los animales y locaciones mantienen sus proporciones, pero a la vez, no están intentando ser absolutamente realistas. Desde los colores saturados, hasta las animaciones fluidas y los detallitos que seguramente muchos reconocerán de gatos o perros reales, Flow luce absolutamente espectacular. Escenas como la de Gato en el agua, rodeado de peces de todos los colores, ayudan a que uno encuentre la belleza en este mundo complejo y desolado.

Impresionante, pues, lo que Zilbalodis y su equipo han hecho con Flow. Utilizando herramientas de animación disponibles para cualquiera que tenga una PC medianamente poderosa, y narrándonos una historia carente de diálogo o personajes antropomórficos, lo que han hecho es desarrollar un largometraje visualmente hermoso y temáticamente potente, que nuevamente, nos habla mucho sobre el valor de la cooperación y la amistad. Lo que hace Flow es permitirnos encontrar esperanza en un mundo donde hace falta mucho de la misma, y ayudarnos a empatizar con animalitos que, por más de que no puedan hablar, igual tienen sus propios intereses y necesidades y preocupaciones. Flow es de las mejores películas animadas que he visto este año, y una experiencia que espero todos se animen a tener una vez que la película se estrene en cines peruanos el próximo febrero.

Nota: Vi este film gracias a un screener cortesía de Cinetic Marketing & PR.

Avance oficial:

90%
Puntuación
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