Debo admitir que Winter in the Blood es la primera película de los hermanos Alex y Andrew Smith que veo, y que la única otra referencia que tenía de Chaske Spencer era su aparición en la saga de Crepúsculo (lo cual, seamos honestos, no significa nada; esa saga le chupa el talento a cualquier actor.) Es por esto que no sabía qué esperar de la película, y quizás también la razón por la cual la película me gustó bastante. De hecho es, hasta ahora, la mejor cinta que he visto en el Festival de Cine de Lima, una experiencia surreal y muy entretenida.
Winter in the Bloodnos cuenta la historia de Virgil First Raise (Chaske Spencer), un nativo Americano que se embarca en una odisea salvaje y de humor negro para recuperar a su renegada esposa Agnes (Julie Jones, quien también trabajó con Spencer en Crepúsculo) y el rifle que su amada robó. Finalmente, y después de pasar por diferentes desventuras, incluyendo encuentros con un misterioso “Hombre del Avión” (David Morse), Virgil se encuentra asimismo. Ahora, a pesar de que la historia no es suena demasiado complicada, la estructura del guión es bastante interesante; hay tres líneas de tiempo: el pasado más lejano (cuando Virgil y su hermano eran niños), presentado en flashbacks; el pasado más reciente, cuando Virgil estaba con su esposa, y el presente. Suena enredado, pero felizmente no lo es; funciona.
Por lo que pude ver en la función a la que asistí, en la que algunas personas se iban durante la proyección, creo que es justo decir que la película no es para todo el mundo. Los hermanos Smith no se concentran necesariamente en la narrativa (la cual, sin embargo, funciona) ni en el desarrollo de los personajes (el único verdaderamente desarrollado es Virgil), sino más bien en la experiencia de ver la cinta. Se trata de una experiencia surreal, casi como si fuera un sueño. Virgil está desconcentrado y confundido durante buena parte de la película, y de hecho menciona varias veces en su narración en off que muchas de las cosas que vive o ve pueden haber sido sueños, y como todo lo vemos desde su perspectiva, nos da la misma impresión. Eventos suceden con pocas explicaciones y personajes aparecen y desaparecen de la nada. Pero lo interesante es que todo esto se siente a propósito, como parte de la experiencia, y nunca nos deja de interesar.
Tenemos al personaje de David Morse, por ejemplo, un hombre exagerado y caricaturezco, un “Hombre del Avión” que se está escapando de unos misteriosos hombres de traje y que necesita a un indio para poder cruzar la frontera a Canadá. ¿Por qué Virgil? Porque, como los guardias fronterizos aparentemente son racistas, se concentrarán tanto en el nativo Americano que el otro pasará desapercibido. Nos enteramos poco del personaje de Morse; todo lo que tenemos es su personalidad y la situación en la que se encuentra. Vemos a los personajes sólo cuando Virgil los ve, y por lo tanto sólo sabemos lo que Virgil sabe de ellos. El “Hombre del Avión” funciona porque va muy bien con el tono surreal y de ensueño del filme; es un personaje exagerado y casi fantasioso, y la interpretación es adecuadamente excesiva.
Pero la actuación que más resalta definitivamente es de la Chaske Spencer. Después de todo, Virgil es el foco de la película. Con exceso de peso y un acento falso bien marcado (y bien hecho), Spencer logra crear a un personaje innegablemente interesante, un hombre que comienza la película confundido y sin recordar mucho de lo que ha vivido últimamente, y que eventualmente, gracias a la gente que va conociendo (el “Hombre del Avión”, un indio viejo y sabio llamado Yellow Calf, y una chica que aparece de la nada y se vuelve un breve amorío suyo) se encuentra asimismo. Es un personaje muy interesante, y la actuación de Spencer es sólida, creíble tanto en momentos confusos (los cuales son frecuentes en una cinta tan surreal como esta) como en escenas más dramáticas. En serio, nada que ver con Crepúsculo; Winter in the Blood prueba que el tipo tiene talento de sobra, así como el potencial de protagonizar muchas más películas igual de desafiantes que esta.
A nivel técnico, la película me encantó. Los hermanos Smith tienen un excelente ojo para la composición, y teniendo en cuenta la estructura de la cinta, hacen un excelente trabajo para no confundir demasiado a su público. Todos los paisajes y lugares que se presentan en el filme se ven realmente impresionantes, y muchos de los planos y escenas parecen ser homenajes a Westerns y películas de similar corte de los años 60s y 70s. De repente a veces los directores abusan un poco de los primeros planos de rostros, pero no fue nada que me moleste demasiado. Por otra parte, la música me pareció excelente; el soundtrack está compuesto enteramente por la banda “The Heartless Bastards”, quienes le dan una cualidad melancólica y etérea a las escenas con su música, lo cual complementa de manera perfecta el tono que los directores manejan con Winter in the Blood.
No hay mucho más que pueda decir sobre la cinta. De repente por momentos puede ser muy obtusa, y quizás pierde algo de ritmo hacia el final, pero en general me gustó bastante, a pesar de que, en general, y como se diría acá en Perú, es bien “quemada.” Visualmente es hermosa, la historia es interesante (a pesar de no ser el foco de la cinta) y la experiencia en general es casi como un sueño, etérea, surreal pero increíblemente entretenida. Lo mejor es que ahora me han dado ganas de ver el resto de la filmografía de los hermanos Smith, y de leer la novela en la que está basada Winter in the Blood. Ojalá les suceda lo mismo cuando disfruten de este filme diferente e hipnotizante.
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