Considerando la pésima recepción (tanto a nivel crítico como comercial) que tuvo la más reciente película de Ridley Scott, Éxodo: Dioses y Reyes, en los Estados Unidos, fui a verla al cine con bajas expectativas. E incluso así, la cinta no logró dejar una impresión particularmente positiva en mí. Es cierto, no se trata de una producción horrible; las actuaciones son decentes y los valores de producción son, en su mayoría, de primera, pero me dio la impresión de que Scott trató de darle el tratamiento “épico” a la historia de Moisés y falló en el intento. El guión no es muy consistente, al igual que el ritmo del filme, y en general me dejó con ganas de ver la animada El Príncipe de Egipto o Los diez mandamientos más que otra cosa.
Como deberán imaginarse, Éxodo nos cuenta la historia de Moisés (Christian Bale) y cómo este se vuelve líder de los israelitas, para liberarlos de la esclavitud de Egipto y su faraón, Ramsés II (Joel Edgerton, a quien recordamos como el Tío Owen joven en Star Wars Episodio II: El Ataque de los Clones, y también ha aparecido en otras películas como Zero Dark Thirty). En general, se trata de una adaptación bastante fiel a lo que uno encuentra en la Biblia: se ve cómo las plagas que manda Dios azotan Egipto, vemos como el Mar Rojo se parte en dos para que Moisés y el resto de israelitas lo puedan cruzar, y vemos algo del conflicto que existe entre Moisés y Ramsés, dos personas que antes se querían como hermanos (a pesar de no compartir la misma sangre) y que eventualmente se ven en lados opuestos de un conflicto.
Ahora bien, es imposible hablar de la película sin tocar el tema racial. Después de todo, el filme atrajo bastante controversia (especialmente en Estados Unidos) debido a las decisiones de casting que Scott y el resto de su equipo tomaron. En pocas palabras, a pesar de ser egipcios (o israelitas), los protagonistas de Éxodo son interpretados por actores caucásicos. Ahora bien, si hubiese algún tipo de justificación artística para esta decisión, si es que no hubiese absolutamente ningún actor aparte de Bale, Edgerton, o Sigourney Weaver (quien interpreta a la madre de Ramsés y aparece por aproximadamente cinco minutos) que pudiese interpretar a los personajes, no habría problema. Pero sí existen actores y actrices más apropiados para estos personajes, lo cual nos lleva a la conclusión de que: 1.) Scott no se tomó a la película o a sus personajes suficientemente en serio, 2.) hubo algún problema de racismo a la hora de hacer el casting de la película, ó 3.) los ejecutivos de Hollywood simplemente piensan que es necesario tener actores blancos famosos para que la película venda (yo me voy por esta última opción.)
Pero lo más curioso del caso es que, a pesar de que los principales son interpretados por estos actores (siendo Weaver la que se ve más fuera de lugar; ni siquiera se tomaron el trabajo de broncearla un poco, como hicieron con Bale y Edgerton), están rodeados de actores secundarios que sí se ven egipcios o del medio oriente. Esto hace que los protagonistas se vean incluso más fuera de lugar y que la decisión de elegirlos sea menos justificable.
Pero bueno, dejando a un lado toda la cuestión racial, ¿qué tan buen trabajo hacen los protagonistas? Christian Bale no da una mala actuación, supongo, aunque nunca me terminé de creer su transformación de general egipcio a líder de los israelitas. No sé si dicho cambio se dio demasiado rápido, o si Bale fue incapaz de hacerlo creíble. Como Ramses, Edgerton hace un trabajo decente, y a pesar de, nuevamente, ser un actor caucásico, tiene una de esas caras en donde no se ve del todo mal con todo el maquillaje y vestuario de la época. Sin embargo, me hubiese gustado que su actuación fuese más grande, quizás un poquito más exagerada, para que el personaje resultase más atractivo. (Eso sí, me gustó el que Scott y sus guionistas quisiesen humanizar al personaje y no tornarlo en un completo monstruo.) Ni John Turturro ni Aaron Paul dejaron una impresión particularmente significativa en mí, y Ben Kingsley, interpretando al líder israelí que le revela a Moisés la verdad sobre su pasado, resalta en un pequeño pero importante rol.
A nivel estético, la película es bastante espectacular, mas no perfecta. Me gustó el que Scott haya priorizado los vestuarios de época y los grandes sets en vez de los efectos digitales; muchas de las tomas de los palacios egipcios y los desiertos se ven realmente magníficas. Sin embargo, las escenas en donde sí se usa el CGI muchas veces se ven falsas – la partición del mar rojo, por ejemplo, se ve como algo sacado de un video-juego—de hecho, me llama la atención que el tsunami digital se vea igual de convincente que una escena similar en La Momia Regresa, una película del 2001. Adicionalmente, la música no me pareció nada del otro mundo—funciona para acompañar las escenas, pero no me pareció memorable en lo absoluto.
Pero si hay algo que verdaderamente hizo que la película no me resultase particularmente buena, es el ritmo. Éxodo: Dioses y Reyes se siente larga, lo cual es curioso, porque en general sentí que muchas escenas se presentaban de manera apresurada. Hay momentos en el filme en donde parece que Scott no tuviese el tiempo suficiente como para contar bien su historia (hay algunos sucesos importantes que ocurren fuera de cámara, por ejemplo, y la escena de las plagas pasa demasiado rápido), pero a la vez hay varias secuencias de relleno (incontables tomas de personajes caminando por el desierto, por ejemplo) que muy bien hubiesen podido eliminarse. La película comienza rápido, tiene un segundo acto algo lento, y termina con secuencias llenas de efectos especiales que no funcionan muy bien a nivel emocional (o al menos no tanto como a Scott le hubiese gustado.) Un mejor editor no hubiese hecho que la película se transforme en una obra maestra, pero creo que hubiera ayudado.
Éxodo: Dioses y Reyes es una película que tenía el potencial de ser realmente épica, emocional, y visualmente magnífica. Lamentablemente, gracias a varios errores de casting y una falta por parte de Scott de hacernos sentir algo a la hora de verla, el producto final resultó ser bastante… mediocre. La película tiene un ritmo inconsistente, el guión (escrito por cuatro personas… ¡demasiados cocineros en la cocina!) no me terminó de convencer, los efectos digitales no son muy buenos (especialmente en comparación con los sets y el diseño de vestuario) y en general no se me hizo particularmente entretenida o épica. Yo tenía la esperanza de que la decepcionante (para mí) Prometeo fuese sólo una pequeña mancha en la sólida carrera de Scott, pero después de ver la (en general, peor) Éxodo, estoy comenzando a creer que el Británico director ya no es capaz de proveernos con los grandes espectáculos que solía dirigir. Una pena.
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