Si van a ver “El exorcista del Papa” con ganas de MORIRSE de miedo, lo más probable es que salgan de la sala de cine bastante decepcionados. Especialmente si tienen algo de experiencia con el género, lo más probable es que la más reciente película de Julius Avery (“Overlord”) no los vaya a perturbar en lo más mínimo. Pero si van a ver el filme con la mente abierta, y con ganas de pasarla bien con una experiencia por momentos muy entretenida, y llena de secuencias de tensión, entonces seguro que la pasarán bien. “El exorcista del Papa” no es el mejor ejemplar de lo que, a estas alturas del partido, se ha convertido en un subgénero cinematográfico (el cine de exorcismos), pero tampoco es que se pueda considerar como un desastre absoluto. Simplemente (y nuevamente) consideren que no se trata de una experiencia de terror puro.
“El exorcista del Papa” se lleva a cabo en los años ochenta, y tiene como protagonista a Russell Crowe (y su… interesante… acento italiano), quien interpreta al Padre Gabriel Amorth, el exorcista del título. Se trata de alguien que tiene años de experiencia exorcizando demonios de los cuerpos de la gente, y que ahora ha sido enviado por el mismísimo Papa (Franco Nero; ¡excelente cásting!) a una iglesia española para ayudar a una mujer americana recién llegada a Europa, Julia (Alex Essoe). Resulta que su hijo más pequeño, Henry (Peter DeSouza Feighoney) quien quedó algo traumado luego de ver su padre morir, ha sido poseído por un poderosísimo demonio, y el Padre Gabriel es el único que puede encargarse de él. Para ello, recibirá la ayuda de un cura español llamado Esquibel (Daniel Zovatto), mientras trata de proteger tanto a la madre, como a la hermana mayor del chico, Amy (Laurel Marsden).
La premisa de “El exorcista del Papa” no es particularmente original. De hecho, la película toma varios elementos antes vistos en otras películas de exorcismos, para entregarnos una experiencia que, sintiéndose familiar, igual logra desarrollar escenas innegablemente tensas. Consideren, si no, la manera en que Amy es acosada por los ruidos en las paredes de su cuarto, o la forma en que Henry es poseído por primera vez, haciendo que el demonio hable a través de su cuerpo, pidiéndole a quien pueda escuchar que traigan al Padre Gabriel a la casa. En términos de lo que el filme nos entrega a nivel narrativo, no es nada que no hayamos visto antes, pero al menos todo está presentado de manera pulcra, y con un buen nivel de suspenso. Eso sí, considerar a “El exorcista del Papa” como una película “basada en hechos reales” simplemente no tiene sentido. Lo presentado en la cinta es tan “real” como los eventos de “El conjuro” o “La noche del demonio”.
Ahora bien, si la película se diferencia en algo de otras propuestas similares, es que realmente se esfuerza en convertir a su protagonista en alguien con una historia de trasfondo creíble, quien además explica con detalle las diferentes maneras en que un demonio puede ser vencido. “El exorcista del Papa”, también, tiene mucho qué decir sobre la culpa y el arrepentimiento (muy católico del su parte), haciendo que el demonio se aproveche de los sentimientos de culpabilidad que la gente tiene, para hacerse más fuerte y resistente a las plegarias y oraciones. El pasado de Gabriel, por ejemplo, termina siendo bastante relevante para el desarrollo de la trama; es así que vemos imágenes de cuando era joven y participó en la Guerra, siendo testigo de la muerte de varios compañeros en tierras alemanas. Entre eso, y la culpa que siente por no haber ayudado a una chica llamada Rosaria (Bianca Bardoe) antes de morir, Gabriel tiene suficiente vulnerabilidad como para que uno se preocupe por él durante sus enfrentamientos contra el demonio.
Porque fuera de eso, Gabriel es caracterizado como un hombre competente, arrogante, y muy seguro de su propia fe. Se nota a leguas que Russell Crowe se divirtió mucho interpretando al personaje —solo basta con verlo manejar su Vespa por las calles de Roma o la campiña española, y con ser testigos de su expresividad durante las escenas de exorcismo. Crowe es carisma puro, lo cual ayuda a que uno realmente se encariñe con Gabriel. Por su parte, Daniel Zovatto desarrolla a Esquibel como alguien frágil pero valiente; Alex Essoe destaca en el rol algo ingrato de la madre preocupada; la Amy de Laurel Marsden comienza el filme como un estereotipo andante, para luego mejorar un poco; y Peter DeSouza-Feighoney se pasa la mayor parte del filme cubierto en maquillaje y hablando con la voz terrorífica de Ralph Ineson (“La Bruja”). Un trabajo complicado para un chico de su edad.
Lo interesante, pues, de “El exorcista del Papa”, es que no parece estar tomándose demasiado en serio a sí misma. Sí, logra desarrollar suficiente tensión en torno a la posesión del joven Henry y lo preocupadas que se sienten su madre y su hermana. Pero a la vez, tiene como protagonista a un Russell Crowe por momentos gracioso y en general muy entretenido de ver. Y aunque ninguna escena de exorcismo logra superar a lo visto en el clásico de William Friedkin de hace décadas, Avery intenta mostraros algunas imágenes novedosas, al menos (incluyendo una breve aparición de parte de una falsa Virgen María, la cual debo admitir me puso los pelos de punta). Súmenle a eso un desenlace con “sequel bait” muy parecido a lo que uno encontraría en una producción de Marvel, y “El exorcista del Papa” se torna rápidamente en una experiencia poco escalofriante, pero jamás aburrida.
Los espectadores veteranos del horror encontrarán pocas cosas nuevas en “El exorcista del Papa”. No hay nada en el filme que no hayamos visto antes en producciones superiores, y no hay nada en el tratamiento de sus temas religiosos o sobrenaturales que no podrían haber sido mejor explorados en una historia más verosímil (eso sí, hay un momento que podría considerarse como una “lavada de manos” alucinante para la Iglesia; ya con eso es imposible tomarse en serio a la película). “El exorcista del Papa” no pretende ser una extraordinaria película de terror, y por ende, nunca llega a serlo. Lo que sí hace, es entregarnos a un Russell Crowe entretenidísimo y carismático, y varias secuencias de innegable tensión, que al menos los tendrán preocupados por sus protagonistas. Si van a ver la película considerando todo esto, entonces, lo más probable es que salgan suficientemente satisfechos de la sala de cine.
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