Dynasty Warriors

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“Dynasty Warriors” tenía el potencial de ser, no necesariamente una maravillosa película, con personajes verosímiles y una trama súper profunda, si no más bien una experiencia absurdamente divertida y violenta. Absurda sí es, pero… ¿entretenida? No tanto. Lo cual es una pena, porque los juegos, una serie de títulos tipo hack and slash que comenzaron como spin-offs de la saga táctica “Romance of the Three Kingdoms”, y que están basados en unos textos históricos de la Antigua China, son innegablemente adictivos. ¿Repetitivos? Sí. ¿Exagerados? De todas maneras. Pero tienen su encanto, y es por eso que han terminado saliendo tantas entregas a lo largo de los años.

Nada de lo que pudieron haber disfrutado en los juegos está presente en la película de “Dynasty Warriors”, sin embargo. Sí, de cuando en cuando intentan recrear el caos y la exageración de las batallas entre los protagonistas súper poderosos y los soldados enemigos que parecen estar hechos de cartón, pero son momentos aislados que, inundados en un mar de mediocridad e incoherencia, no llegan a brillar del todo. El caso de “Dynasty Warriors” es muy peculiar; es un filme que, a la vez, se toma muy en serio a sí mismo Y presenta situaciones increíblemente ridículas, lo cual resulta en un producto final con un problema de identidad muy serio, que no llega a desarrollar bien ninguno de sus temas o conceptos. Desgraciadamente, pues, se trata de una otra decepcionante película basada en un videojuego.

La trama no está del todo mal —el problema es la manera en que el guion decide desarrollarla. Tres soldados viajantes, Liu Bei (Tony Yo-ning Yang), Guan Yu (Geng Han), y Zhang Fei (Justin Cheung), están empeñados en salvar a la dinastía Han de Dong Zhuo (Suet Lam), un maléfico canciller que ha decidido raptar al Emperador Niño Liu Ban y comenzar a gobernar con puño de hierro. A la vez, el guerrero Cao Cao (Kai Wang) trata de matar al canciller de manera sigilosa y falla en el intento, lo cual lo obliga a exiliarse. Eventualmente, se junto con los tres personales ya mencionados, y con otros señores de la guerra, para derrocar al nuevo dictador de una vez por todas. No es nada demasiado complicado, y sin embargo, el filme utiliza decenas de escenas de exposición pura para tratar de explicar las motivaciones de la mayoría de personajes.

Lo cual, curiosamente, ni siquiera funciona del todo bien, ya que “Dynasty Warriors” asume que el espectador, o bien ya sabe bastante sobre la historia de China o de los textos de los Tres Reinos, o sobre la saga de juegos de Koei Tecmo. Esto resulta en una experiencia suficientemente coherente —pero decepcionante— para quienes pertenezcan a dichos grupos, pero increíblemente confusa y hasta frustrante para quienes sepan poco o nada del tema, y simplemente hayan estado con ganas de ver una película de acción histórica. El simple hecho, además, de que la narrativa sea desarrollada principalmente a través de diálogo —y hasta voces en off increíblemente torpes—, denota que los guionistas no tenían la menor idea de cómo avanzar la trama de manera dinámica, o al menos relativamente visual.

Esto también tiene consecuencias en la caracterización de los personajes —en pocas palabras, es prácticamente nula. Ahora bien, no esperaba un desarrollo tridimensional y profundo de personajes en una película basada en una serie de juegos tipo hack and slash; me contentaba con ver a un grupo de arquetipos andantes matando a medio mundo en el campo de batalla. Pero ni eso logran hacer. Cao Cao tiene la personalidad de una tabla de planchar —y encima comete un crimen verdaderamente HORRIPILANTE, el cual no tiene nada que ver con la trama y nunca mencionado era vez—, y los tres guerreros deambulantes tienen looks muy particulares, pero personalidades verdaderamente aburridas. Los guionistas intentan incluir una suerte de romance, incluso, lo cual hubiese sido una buena idea… si es que no apareciese recién durante la segunda (¡!) mitad de la película, de manera absolutamente abrupta. Me quedo con Anakin y Padmé en “El ataque de los clones”.

Muchos de estos defectos hubieran podido ser perdonados —hasta cierto punto— si es que la cinta contase con buenas secuencias de acción, pero ese no es el caso. Los efectos visuales son inconsistentes —algunos planos lucen bastante bien, mientras que otros parecen haber sido extraídos de cutscenes para algún juego barato de PlayStation 3. Y aunque las coreografías de algunos encuentros no están del todo mal, son dirigidas con torpeza, abusando de movimientos innecesarios de cámara, cortes frecuentes, y ángulos aberrantes. Pero lo peor es el tono; resulta realmente chocante pasar de una secuencia de batalla ridícula, con gente flotando y utilizando sus poderes y enemigos volando como si no fuesen nada, a una breve escena donde Dong Zhuo viola a mujeres frente al emperador niño (¡¡¡!!!), o al asesinato (supuestamente accidental) de una familia de gente inocente. Esta mezcla de eventos horripilantes con escenas de violencia caricaturesca (y llena de efectos visuales de segunda) simplemente no funciona.

Felizmente, es posible encontrar uno que otro momento agradable en “Dynasty Warriors”. Como se mencionó líneas arriba, algunas coreografías son impresionantes, y se nota a leguas que ciertos actores fueron capaces de realizar sus propios movimientos. Además, las actuaciones en general son competentes —sí, todos se toman a la película completamente en serio, pero considerando que ni el director Roy Chow estaba seguro de qué tono darle, no los culpo para nada. Los paisajes, por otro lado, son suficientemente impresionantes —aunque Chow claramente tiene una obsesión con los planos de drone—, haciendo un buen uso de las bellísimas locaciones que la producción tenía a su disposición. Puede que “Dynasty Warriors” no sea una producción multimillonaria al más puro estilo de Hollywood, pero tampoco es que hayan carecido de recursos; simplemente no supieron aprovecharlos muy bien.

Podemos añadir a “Dynasty Warriors” a la larga lista de películas decepcionantes basadas en videojuegos populares. Esta hubiera podido ser una adaptación competente, llena de secuencias de acción viscerales y elementos históricos interesantes. Lo que Chow y su equipo terminaron dándonos, sin embargo, fue un filme protagonizado por personajes aburridos —y en algunos casos, innecesariamente crueles—, lleno de efectos visuales sin terminar, y secuencias de exposición narrativa francamente tediosa. No esperaba mucho de “Dynasty Warriors”, e incluso así terminó decepcionándome. Habrá que esperar, pues, a que alguien más haga un mejor trabajo con la inevitable película de “Samurai Warriors”. ¡Peor que esto no puede ser!

La película de “Dynasty Warriors” está disponible en Netflix.


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