Duna (2021)
“Duna” es una de las películas más anticipadas del año, de eso no hay duda —no solo se trata de una nueva adaptación de la épica novela de Frank Herbert, si no también de la primera película del gran Denis Villeneuve desde “Blade Runner 2049”, y también, de uno de los varios blockbusters que fueron postergados múltiples veces debido a la pandemia del Coronavirus. Es un filme que ha sido esperado por mucha gente —fanáticos de la novela, de la ciencia ficción en general, y por qué no, de la fallida película ochentera de David Lynch— por mucho tiempo, y que prometía una experiencia única en su especie, tan espectacular a nivel visual, que solo se podía disfrutar en la pantalla grande. Lo cual no evitó que la Warner Bros. la estrene en HBO Max al mismo tiempo que en los cines… porque por supuesto.
La presión debe haber sido enorme para Villeneuve, y aunque no me animaría a decir que soy ahora un fanático de esta historia, tampoco puedo decir que “Duna” sea una mala película. De hecho, se trata de uno de los blockbusters más ambiciosos que haya visto en un buen tiempo, un filme que trata de hacer muchísimo y que se toma el tiempo para hacerlo. Tanto así, que en realidad solo adapta la primera mitad del primer libro de Frank Herbert —puede que los pósters de la película incluyan solo el título de “Duna”, pero los créditos iniciales nos dicen que se trata de la Primera Parte de “Duna”. No es una historia completa, pues, y es precisamente ahí donde radica uno de los mayores defectos del filme: peca de ambicioso, y podría alejar a varios espectadores que no sean fanáticos de la fuente de inspiración original (como vuestro servidor).
No ayuda, además, que haya muchísimo lore que explicar en la película, y que el guion no siempre lo haga de la manera más elegante posible. Consideren: nuestro protagonista es el joven Paul Atreides (Timothée Chalamet), de la casa Atreides, e hijo del duque Leto Atreides (Oscar Isaac). El Emperador de la galaxia (a quien nunca vemos) ha nombrado a dicha Casa como los nuevos gobernadores del planeta Arrakis, un lugar absolutamente desértico, que sin embargo cuenta con uno de los recursos más preciados de este universo: la especia. El problema es que también está lleno de gusanos de arena, criaturas gigantes capaces de devorar desde seres humanos hasta vehículos y más.
El punto es que el duque se lleva a su hijo, a su esposa, Lady Jessica (Rebecca Ferguson), y a sus ayudantes, Gurney Halleck (Josh Brolin) y el excelente guerrero Duncan Idaho (Jason Momoa) al planeta desértico, no solo para hacerse de la especia, si no también para tratar de formar una alianza con sus habitantes, los Fremen. El problema es que los anteriores gobernantes de Arrakis, la Casa Harkonnen, liderada por el Barón Harkonnen (Stellan Skarsgard), parecen estar planeando un ataque. Y como si eso no fuera poco, resulta que Lady Jessica pertenece a un grupo de psíquicas llamadas las Bene Gesserit, y ha estado entrenando y preparando a Paul para convertirse en El Elegido, capaz de utilizar La Voz para obligar a la gente a que haga lo que él quiera. Esto resulta en una serie de pesadillas que nuestro héroe tiene noche tras noche, en donde sueña con una joven de los Fremen llamada Chani (Zendaya), quien seguramente terminará siendo alguien importante para él (y para el futuro de la galaxia).
Como se deben haber dado cuenta, hay mucho que absorber en “Duna”, y al inicio, puede resultar bastante abrumador. Los personajes le cuentan todos estos detalles a Paul, quien también ve “film-libros” (hologramas) para aprender más sobre Arrakis, mencionando nombres extraños, leyendas, rumores, Casas, planetas y más. No es muy sutil, y hubiera preferido que Villenueve y sus guionistas eligiesen una forma un poco más visual de transmitir todo este lore. Felizmente, esto termina siendo un (ligero) problema solo durante el primer tercio del filme, lo cual quiere decir que el resto de “Duna” se concentra en desarrollar la historia y los conflictos entre personajes, y por supuesto, en dejar varias semillas plantadas para la eventual segunda parte —que hasta el momento, no ha sido confirmada al 100%.
Lo cual podría llegar a ser un problema para algunos, porque “Duna” termina siendo una película que desarrolla todo un mundo palpable, e introduce muchos conceptos… pero que no termina. Al ser una adaptación de la primera mitad de la novela, “Duna” concluye de manera abierta, luego de unos treinta minutos finales que se sienten extremadamente anticlimáticos, especialmente en comparación a la batalla en la ciudad de Arrakis, que se lleva a cabo mucho antes, y que se siente más como un verdadero clímax. De hecho —y no creo que cuente como spoiler—, las últimas líneas de diálogo de “Duna” son “esto es solo el principio”, lo cual se siente casi como una burla (o siendo más amables, como un guiño por parte de un Villenueve que sabe, ciertamente, lo que está haciendo).
No quiero sonar muy negativo, porque en general, la pasé bien con “Duna” —sí, maneja un ritmo algo glacial, al igual que, por ejemplo, la ya mencionada “Blade Runner 2049”, y sí, se siente como un teaser para lo que vendrá después, en vez de una experiencia completa. Pero lo que sí logra hacer Villenueve acá es adaptar la novela de Herbert de manera respetuosa, incluyendo varios detalles que de seguro serán importantes para los fanáticos de la obra original. El desarrollo de este universo es impecable, por ejemplo, y el diseño tanto de los planetas, como de las naves, y por supuesto, de los gusanos de arena, es verdaderamente impresionante. La película se siente épica, enorme, mostrando todo a gran escala y sin mayores restricciones —una experiencia que se debería ver en el cine —si es posible—, y que perderá mucho en las pantallas de laptop o televisión.
Eso se debe, también, a que la dirección de fotografía de Greig Fraser (“Rogue One”, “Zero Dark Thirty”) logra adentrarnos en un universo increíble, presentando todos los planetas, desde Caladan (de donde proviene la casa de Atreides) hasta, por supuesto, el árido Arrakis, de la manera más verosímil y espectacular posible. Y aunque un filme como este podría malgastar a un reparto lleno de estrellas, vale la pena aclarar que la mayoría de estos actores hace un excelente trabajo con sus respectivos papeles. Oscar Isaac destaca como un duque duro pero justo; Rebecca Ferguson protagoniza algunas de las escenas más dramáticas de la cinta; Jason Momoa es carisma puro como Duncan Idaho (el único personaje con el que de verdad pude empatizar), y Josh Brolin parece estar pasándola bien como la mano derecha de Leto.
Por otro lado, por más de que haya disfrutado mucho del trabajo previo de Chalamet, a mi parecer, el joven actor no logra otorgarle mucha vida a Paul. Quizás se debe a cómo ha sido escrito el personaje, pero Chalamet se ve algo perdido, como si le costara desarrollar a Paul como alguien creíble, que supuestamente debe crecer y encontrar su propósito a lo largo de la historia. Ciertamente no ayuda que Paul sea un protagonista sorprendentemente pasivo —de hecho, no logra ser particularmente proactivo hasta el final de la película, y para ese entonces, se siente un poco anticlimático. Estoy seguro que lo aprovecharán mejor en la segunda parte (especialmente debido a cómo termina este filme), pero nuevamente: todavía no sabemos si es que de verdad logrará ser producida. Habrá que cruzar los dedos, no más.
Por más de que, a mi parecer, cuente con varios defectos, no se puede negar que “Duna” es un proyecto de pasión, un filme que peca de ambicioso, pero que se siente más honesto que el 90% de blockbusters que se estrenan año tras año. Desde la bombástica banda sonora de Hans Zimmer (quien nunca decepciona), hasta los excelentes efectos visuales, y la atmósfera tan palpable que Villenueve logra desarrollar, no se le puede reprochar mucho a “Duna” desde el punto de vista técnico o visual. Donde falla es en la pasividad de su protagonista, y en lo incompleta que se siente, concluyendo más con un quejido que con un estruendo. Pero incluso eso no evita que valga la pena verla, especialmente en una pantalla grande de cine. Solo espero que Villenueve realmente logre completar su visión con una segunda parte de “Duna”; de lo contrario, esta primera experiencia terminará sintiéndose más como un arriesgado (y apasionado) experimento, que como una historia bien realizada.
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