“Dreamer” es una potente película sobre la esclavitud moderna —sobre aquellas personas de pocos recursos, hombres, mujeres, viejos y jóvenes, que son abducidos o seducidos con promesas falsas, para trabajar para gente inescrupulosa y sádica. Por ende, se deben imaginar que no se trata de una experiencia convencionalmente entretenida. De hecho, lo que tenemos acá es una película por momentos irregular y por otros bastante efectiva, en donde se ilustra con crudeza la manera en que dichos individuos, muchos de ellos inmigrantes latinos en los Estados Unidos, son tratados; de manera inhumana, despectiva y violenta. “Dreamer” termina siendo, pues, un filme de mensaje necesario, que evidentemente no será para todo el mundo.
El protagonista de “Dreamer” es Jesús (Ari López), un chico de Puebla, México que, luego de la muerte de su madre (Paulina Gaitán, de “Diablo Guardián” y “Las niñas bien”), es vendido por su supuesta familia para ser enviado a los Estados Unidos de manera ilegal. Es así que termina trabajando en una de las infames “sweat shops”, o fábricas ilegales de ropa, cosiendo todo el día, y siendo abusado por sus superiores. Pero cuando un oficial de policía de Los Ángeles llamado Stevens (Jason Patric) y su compañera comienzan a investigar la casa en la que trabajan Jesús y lo demás, las cosas se comienzan a tornar más complejas. Hay algo de esperanza para el chico, por supuesto, pero los dueños del “sweat shop” no se dejarán vencer tan fácilmente.
Por momentos, “Dreamer”es una película desesperanzadora. Me queda claro que mucho de lo que se ve en pantalla está basado en casos reales y la manera en que operan estos negocios, por supuesto, lo cual no hace más que enfatizar lo deprimente de la situación de esta gente. Y lo peor es que, en el caso de “Dreamer”, todo aquello se ve reflejado en el trato que se le da a Jesús, un chico que simplemente se niega a hablar (tiene tatuado su nombre en la mano, por si le preguntan), y que es golpeado, azotado, y en general abusado física y psicológicamente durante su estadía en el “sweat shop”. Es una experiencia agotadora, que sin embargo es presentada con la necesaria crudeza precisamente para que el mensaje central del filme logre calar en el espectador.
Por otro lado, tal y como lo sugiere el título de la película, Jesús es caracterizado como un soñador. Si fue convencido de irse a los Estados Unidos, es porque le dijeron que iba a ir a un campo de entrenamiento de fútbol. Su pasión por el fútbol, de hecho, es mostrada a través de breves secuencias de sueño, en las que lo vemos jugando en un estado abarrotado de gente. El contraste entre esas imágenes y su realidad, es lo que también ayuda a adentrarnos en la desesperación del personaje. Y resulta interesante, además, que otros personajes son caracterizados de similar forma. El hijo del dueño de la “sweat shop”, por ejemplo, se pasa la película estudiando para tomar el examen de SATs y entrar a la universidad. Es un tipo violento, agresivo y abusador, sí, pero lo que la película da a entender es que, seguramente, alguna vez fue un chico como Jesús —y que a pesar de su condición actual, no se ha olvidado de sus sueños.
Adicionalmente, “Dreamer” hace un buen trabajo a la hora de mostrarnos la manera en que esta industria, tóxica y violenta, ha sido normalizada en tantos lugares del mundo. El Stevens de Jason Patric intenta repetidas veces investigar la casa donde Jesús trabaja, e incluso llega a acercarse bastante al chico, estando a punto de salvarlo. Pero una y otra vez, es detenido por sus superiores —cuando este tipo de abusos son protegidos por la gente con poder, desde el capitán de policía, hasta el alcalde de la ciudad, ¿qué se puede hacer? La eventual respuesta de “Dreamer” es un poco “naive”, y hasta se podía sentir como una conclusión sorprendentemente optimista. Pero al menos le permite a la película culminar de manera satisfactoria, como para compensar todo el sufrimiento que estuvimos viendo anteriormente.
El trabajo del guionista y director Mohit Ramchandani es competente. Enfatiza con efectividad la suciedad y oscuridad de la casa donde trabaja Jesús, haciendo que sienta como una suerte de caverna sin salida, hecha de infinitos cuartos y baños desagradables y lugares donde la gente es torturada y abusada. “Dreamer” no es una cinta de terror convencionalmente hablando, pero hasta cierto punto, sí podría ser considerada como una. Además, utiliza planos largos y hasta planos secuencia para desarrollar momentos verdaderamente tensos, estableciendo la geografía de la casa con aplomo, y siempre siguiendo a Jesús, ya sea con planos de punto de vista, o lentes angulares que nos acercan a los rostros de los personajes. Destaca un intento por parte de Jesús de escapar del “trabajo” —tenso, frenético, y presentado con un plano secuencia técnicamente impresionante.
Los personajes, por otro lado, tienden a ser presentados de manera irregular. Ramchandani tiende a caricaturizar a ciertas figuras, desde el raptor de Jesús (una caricatura gay que hoy en día no podría sentirse más fuera de lugar), hasta algunos de los villanos (una misteriosa mujer, o un “hijo de papá” millonario interpretado por Samm Levine, de “Bastardos de sin gloria”). El mismo Jesús, de hecho, por momentos se siente como un personaje algo plano —más como la representación figurativa de todos los niños que son abusados por esta gente año tras año, que como un ser humano real. Y actores de la talla de Diego Calva (“Babylon”; interpretando a otro trabajador del “sweat shop”), Paulina Gaitan (apareciendo más que nada en flashbacks), Jason Patric (creíble como un policía relativamente honesto) y Renata Vaca (como una de las pocas amigas de Jesús) completan el reparto.
Por un lado, “Dreamer” maneja un tema importante, relacionado a una industria que sistemáticamente abusa de minorías, niños y gente sin privilegios. Logra mostrar todo esto de manera cruenta y cruda y realista, haciendo uso de secuencias verdaderamente tensas. Pero por otro lado, la película abusa un poco de metáforas exageradas, flashbacks y personajes caricaturescos, lo cual hace que sea un poco difícil de tomar en serio por momentos. En general, sin embargo, el balance es positivo. “Dreamer” es un filme dirigido con intensidad, que logra mostrarnos un lado de la industria textil que seguramente mucha gente quisiera ignorar. No es una experiencia tradicionalmente entretenida, pero sí una que, a pesar de no ser para todo el mundo, merece ser vista.
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