Doctor Sueño
Este texto contiene algunos spoilers ligeros de “Doctor Sueño”.
Atreverse a producir una secuela de “El resplandor”, el clásico de terror de Stanley Kubrick, siempre iba a ser una tarea difícil. Después de todo, se trata de una de las películas más reconocidas del maestro, un ejercicio de tensión y suspenso verdaderamente terrorífico, por más que el autor de la novela en la que se basa, el legendario Stephen King, no sea fan de la película. Sí, todos sabemos que la obra de Kubrick no es particularmente fiel al texto de King, pero eso no quiere decir que se trata de una mala cinta —de hecho, si quieren ver algo más fiel a la novela —e infinitamente inferior a la versión más conocida—, pueden buscar la miniserie de “El resplandor” de 1997. Sí, se parece más a lo que King escribió, pero es en todo aspecto menor a lo que Kubrick nos entregó años atrás.
En todo caso, quien fuese a animarse a adaptar “Doctor Sueño”, la secuela que King escribió de “El resplandor”, tendría un trabajo particularmente complicado: ¿cómo realizar una película que respete el trabajo de King, pero que también pueda convivir con la película de Kubrick? Y aunque la cinta que finalmente podemos ver en la pantalla grande, dirigida por Mike Flanagan (“Oculus”, “The Haunting of Hill House”, “Ouija: el origen del mal”) no está ni cerca de estar al nivel de la película de Stanley Kubrick, al menos hizo algo (más o menos) bien: el combinar elementos de la novela con referencias a la película de “El resplandor”, como para mantener felices a los fanáticos de ambas creaciones. Desgraciadamente, esto también hace que “Doctor Sueño” tenga una crisis de identidad, la cual no sabe manejar tan bien la mayor parte del tiempo.
El filme se lleva a cabo años después de los eventos de “El resplandor”, y tiene como protagonista a un Danny Torrance ya adulto (Ewan McGregor), quien vive una vida desordenada y caótica, siempre tomando y escapando de un trauma que no ha podido superar. Sin embargo, un buen día es “rescatado” por el gentil Billy Freeman (Cliff Curtis), quien lo ayuda llevándolo a terapia, y dándole un trabajo. Es así que las cosas parecen estar yendo bien para Danny… hasta que, gracias a su “poder” (el “resplandor”), comienza a entablar una conexión con una niña llamada Abra Stone (Kyliegh Curran).
Resulta que, a pesar de tener habilidades muy similares a las de Danny, Abra es particularmente poderosa, por lo que está siendo perseguida por un culto liderado por Rose The Hat (Rebecca Ferguson). Los miembros del culto quieren vivir para siempre —o al menos por más tiempo que el ser humano común y corriente—, razón por la que secuestran niños para robarles su “resplandor”—o alma, o poder, o como le dicen en la película, “vapor”. Es así que Danny tendrá que tratar de proteger a Abra de estas oscuras fuerzas, mientras trata de lidiar con sus propios demonios internos, y un poder que ho había querido utilizar desde el famoso incidente en el Hotel Overlook.
Una película con más de dos horas de duración, como “Doctor Sueño”, tiene que encontrar alguna manera para justificar dicha extensión —tiene que tener una trama lo suficientemente complicada como para requerir un metraje tan largo, o al menos personajes que merezcan más tiempo de lo normal para ser presentados o desarrollados. Desgraciadamente, ese no es el caso de “Doctor Sueño”. El ritmo en el que se mueve la película es pausado, letárgico, pero a diferencia de “El resplandor”, en “Doctor Sueño” se siente como algo gratuito e innecesario. De hecho, en términos estructurales, el filme no funciona del todo —uno podría quitarle unos veinte minutos al primer acto —innecesariamente dependiente de flashbacks y lleno de información irrelevante— y el producto final sería mucho mejor. Flanagan debió contar con un editor más despiadado a la hora de construir la película; el problema es que él mismo se encargó de dicho trabajo.
No obstante, aunque la película fuese un poco más corta y ágil, el resultado final no sería del todo satisfactorio. Como se mencionó líneas arriba, “Doctor Sueño” sufre de un problema de identidad; contradice en algunos aspectos a lo revelado en la cinta de Kubrick, y maneja un tono más parecido al de las novelas de King, introduciendo decenas de personajes nuevos, y abusando de los diálogos explicativos. Sin embargo, también hace referencia a la película de “El resplandor”, incluso recreando algunas de sus escenas más famosas, replicando algunos de sus planos más conocidos, y reconstruyendo algunas de sus locaciones más icónicas. Entiendo la intención de Flanagan, pero esto termina haciendo que “Doctor Sueño” se sienta como una cinta errática, hasta contradictoria.
De hecho, las recreaciones de las escenas de “El resplandor” son insertadas en los momentos menos necesarios, sacando al espectador de la ficción, haciendo que se dé cuenta que está viendo algo muy distinto a la obra de Kubrick —lo cual no sería algo tan malo, si es que Flanagan no se dedicase a hacerle referencia constantemente durante el tercer acto de su película. El hecho de que no incluya las escenas clásicas en sí, además, si no que más bien haya contratado nuevos actores para hacerlas otra vez, ciertamente no ayuda —no se parecen en nada a los protagonistas de “El resplandor”, y más bien hacen que sus escenas se sientan como videos promocionales de cosplayers. “Doctor Sueño” no es un filme barato y, en general, no se siente como uno… excepto durante estos momentos.
Vale la pena destacar, eso sí, que “Doctor Sueño” está dirigida con elegancia, y muy bien fotografiada. La cinta aprovecha sus locaciones al máximo, e incluso utiliza recursos novedosos durante sus escenas más tenebrosas —especialmente cuando vemos a Abra entablar una conexión remota con Rose The Hat. Los fundidos entre escenas le otorgan una cualidad muy clásica a la película —para desarrollar una conexión más fuerte con “El resplandor”, de hecho—, y los efectos visuales, aunque a veces excesivos, son, en general, efectivos. No se puede negar que Flanagan le tiene respeto tanto a las novelas de King como a la cinta de Kubrick, y que ha querido homenajear a ambos —el problema es que esto resulta en un choque de tonos por momentos confuso, y en un producto final carente de atmósfera y tensión.
Porque, siendo justos, no se puede considerar a “Doctor Sueño” como una película de terror. Si piensan ir a verla para asustarse, saldrán de la sala de cine absolutamente decepcionados. Flanagan no logra desarrollar una palpable atmósfera de suspenso o terror, y más bien, solo utiliza un par de jump scares (ruidos fuertes o apariciones repentinas) para hacer que el espectador salte. Mientras que “El resplandor” es una experiencia potente capaz de quedarse en la mente del espectador por mucho tiempo, “Doctor Sueño” simplemente se contenta con contar su historia y punto. Lo cual es una pena, porque el reparto hace un buen trabajo —Ewan McGregor es creíble como Danny, otorgándole, incluso, algunas características del Jack Torrance de Nicholson; Rebecca Ferguson es perturbadora como Rose The Hat, y Kyliegh Curran está muy bien como Abra, por más que el personaje esté escrito de manera algo inverosímil—, y el aspecto visual de la cinta funciona de lo lindo. Pero desgraciadamente, “Doctor Sueño” no logró conectar a nivel emocional o intelectual conmigo, por más que yo quisiera que así fuera.
“Doctor Sueño” es una de las películas más decepcionantes que he visto este año. Se trata de una secuela que, indudablemente, le tiene mucho respecto tanto a su fuente principal de inspiración, como a la película que le dio origen a estos personajes, pero que desgraciadamente, nunca logra obtener una identidad propia. Carente de sustos o de tensión, demasiado dependiente de los flashbacks y de referencias —mal hechas— a “El resplandor” de Kubrick, y llena de escenas en donde los personajes explican todo sin llegar a ser absolutamente claros, “Doctor Sueño” es un intento fallido por recuperar la magia de “El resplandor” en la pantalla grande. Creo que me animaré a leer la novela del mismo título de Stephen King; algo me dice que esta historia en particular funciona mucho mejor en la página impresa, que en la pantalla grande.
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