Cuando las luces se apagan
No siempre es fácil convertir un cortometraje en una producción de larga duración—una premisa o historia que funciona bien en formato de cinco o diez minutos puede resultar insuficiente o decepcionante en la pantalla grande. En Cuando las luces se apagan, de David F. Sanberg, sin embargo, tenemos un filme de terror efectivo con una premisa original, una historia intensa y con secuencias de innegable tensión que, a pesar de no ser particularmente memorable (y de presentar algunos clichés), funciona bastante bien en el momento.
Teresa Palmer interpreta a Rebecca, una chica veinteañera independiente e incapaz de establecer lazos fuertes con otras personas. Su novio, Bret (Alexander DiPersia) quiere llevar su relación al siguiente nivel, pero ella se niega. Y su familia, incluyendo a su madre, Sophie (Maria Bello) y su medio hermano menor, Martin (Gabriel Bateman) casi no se ven con ella. Pero cuando el pequeño comienza a experimentar situaciones terroríficas y sin explicación en su casa, y su madre no parece reaccionar, Rebecca decide llevárselo a vivir con ella. No obstante, ella también comenzará a ver cosas raras: una figura oscura y melenuda que parece solo puede aparecer en la oscuridad.
Es aquí que los personajes se van enterando de la verdad: aquella figura que parece estar acosándolos es Diana (Alicia Vela-Bailey), una amiga de la infancia de Sophie que de niña padecía de una extraña enfermedad en la piel. Años atrás, unos médicos trataron de curarla, pero la chica murió. Sin embargo, parece que su espectro sobrevivió dentro de la mente de Sophie, y ahora que la madre de Rebecca y Martin se encuentra viviendo tiempos difíciles (su esposo, interpretado por Billy Burke en una suerte de cameo, acaba de fallecer) y sin tomar sus pastillas para la depresión, Diana está libre para atemorizar a todo aquel que rodee a su supuesta mejor amiga.
La premisa de la película le otorga una novedad visual que pocas veces vemos en cintas de terror contemporáneas. El hecho de que solo podamos ver a Sophie en la oscuridad, y que tenga una suerte de debilidad a la luz, ayuda a Sanberg y compañía a construir situaciones verdaderamente atemorizantes y tensas. El director emplea one-shots en los que vemos y no vemos a Sophie dependiendo de lo que los personajes hagan con la luz, e incluso logra desarrollar secuencias enteras en las que el espectro se convierte en un verdadero obstáculo—una escena en particular, que involucra a Bret tratando de escapar de Diana y usando desde luces de celular hasta los faros de su carro, está particularmente bien lograda.
La película funciona, también, porque logra construir personajes sencillos pero con los que es fácil identificarse. Rebecca es una mujer fuerte e independiente; emocionalmente limitada—lo cual es comprensible, considerando la personalidad de su madre—pero responsable. Agradezco el que Cuando las luces se apagan nos presente una protagonista femenina fuerte; el terror es un género en el que hacen falta este tipo de personajes, mujeres que no sirvan únicamente para enseñar un poco de piel, gritar y morir. Rebecca jamás es objetivizada, y es verdaderamente quien lleva las riendas de la trama. De hecho, su novio, Bret, es algo así como su acompañante; ella jamás depende de él para lograr sus objetivos.
Martin está bien interpretado por el joven Gabriel Bateman. Es uno de sus niños que habla como adulto y tiene comportamientos extrañamente maduros—esto resulta en momentos involuntariamente graciosos, pero también convierte al personaje en alguien por el que nos preocupamos. María Bello, algo desperdiciada aquí, interpreta a Sophie como una mujer con muchos problemas e incapaz de criar con responsabilidad a su hijo—básicamente, el completo opuesto a Rebecca. Y Alicia Vela-Bailey es realmente terrorífica como Diana, una de las antagonistas de terror más notables que haya visto en los últimos meses.
No obstante, no puedo dejar de admitir que la película presenta varios clichés de los que muchos ya estamos cansados de ver. Personajes entran a habitaciones y no prenden la luz o no llevan linternas—lo cual es imperdonable, si consideramos los poderes de Diana—o toman decisiones que simplemente no tienen sentido (como cuando Bret decide salir de la casa al ver que la luz se ha ido, en vez de buscar a Rebecca y Martin). Rebecca es la persona más cuerda en toda la película, pero el resto de personajes se comportan como típicos protagonistas de cinta de terror.
Sin embargo, tampoco puedo negar que Cuando las luces se apagan cumple su principal objetivo: desarrollar tensión y dar miedo. El ambiente del cine al que fui era espectacular; el público entero estaba metido en la historia, tanto así que tenían reacciones visibles y sonoras en las escenas más intensas del filme. Realmente se preocupaban por los personajes y vivían las escenas que involucran a Diana (especialmente el clímax en la casa de Sophie). Los jump scares causaban gritos y escenas como las del sótano creaban un palpable ambiente de suspenso en el cine. Soy el primero en admitir que la cinta no hace mucho que sea nuevo, pero lo que hace, lo hace bastante bien. Habré saltado unas cuatro o cinco veces durante la película.
Cuando las luces se apagan es una efectiva cinta de terror con una premisa interesante y original. Es fácil identificarse con sus protagonistas, lo cual hace que la tensión aumente durante las escenas más intensas, y la antagonista principal, Diana, es presentada como una verdadera fuerza de lo paranormal; intimidante y terrorífica. Sí, el filme está llenó de clichés y es previsible por momentos, pero como un relativamente breve (solo dura noventa minutos) ejercicio de terror y suspenso, Cuando las luces se apagan funciona bastante bien.
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