La nueva versión de “Chicas pesadas” es una adaptación de un musical de Broadway, el cual, a su vez, estaba basado en el clásico de culto de 2004, protagonizado por Lindsay Lohan y Rachel McAdams. Este nuevo filme, entonces, se podría considerar como el más reciente ejemplo de autocanibalismo Hollywoodiense —películas basadas en películas más antiguas, realizadas con el solo propósito de extender la vida útil de una propiedad intelectual. Felizmente, y por más de que sus orígenes no podrían ser más cínicos, “Chicas pesadas” logra justificar su existencia, entregándonos una experiencia contagiosamente divertida (aunque, por supuesto, si no les gustan los musicales, mejor ni se animen a comprar una entrada).
Angourie Rice (las películas de “Spider-man” de Tom Holland) interpreta a Cady Herson, una adolescente recién llegada a su nueva escuela en los Estados Unidos, luego de haber vivido toda su vida en Kenia. Es ahí donde inmediatamente se hace amiga de Janis ‘Imi’ike (Auli’i Cravalho, “Moana”) y Damian Hubbard (Jaquel Spivey), quienes no pertenecen a ningún grupo de amigos en particular. Pero también termina llamando la atención de Las Plásticas: la Reina del colegio, Regina George (una espectacular Reneé Rapp), y sus dos mejores amigas, la vulnerable Gretchen Wieners (Bebe Wood) y la increíblemente tonta Karen Shetty (Avantika). Cady es una nerd, pero serán ellas quienes intentarán convertirla en algo completamente distinto.
Lo cual, por supuesto, resulta en toda suerte de conflictos con Janis y Damian, pero también con el chico que le gusta, Aaron Samuels (Christopher Briney), quien resulta ser el ex de Regina. Es así que, al igual que la versión anterior, esta nueva interpretación (musical) de “Chicas pesadas”satiriza la vida escolar en los Estados Unidos, con sus divisiones estereotípicas en el colegio, los conflictos amorosos y de amistades entre chicos, y cómo no, tradiciones como los bailes de fin de año o las fiestas de Halloween. La diferencia ahora, claro está, es que los personajes se ponen a cantar de cuando en cuando para expresar sus emociones o avanzar la trama.
¿Y funcionan, pues, los aspectos musicales de “Chicas pesadas”? Yo diría que sí. Ninguna canción es EXTREMADAMENTE pegajosa, pero todas hacen un buen trabajo estableciendo el tono de la historia, introduciéndonos a los problemas y preocupaciones de cada personaje, y por supuesto, divirtiéndonos. La que se roba el show es la Regina de Reneé Rapp (“La vida sexual de las universitarias”), quien cuenta con TRES números musicales, cada uno mejor que el otro. Pero el resto no se queda atrás: la Karen de Avantika cuenta con un número musical particularmente gracioso (que resalta la estupidez de su personaje, por supuesto), y aunque la dulce Angourie Rice no es una GRAN cantante (y peor en comparación a Rapp), igual cuenta con suficientes momentos para brillar.
Si le quitas las canciones y algunas modernizaciones para sentar la historia en el siglo veintiuno (la película original se llevaba a cabo antes de la era de las redes sociales y los smartphones), sin embargo, “Chicas pesadas” maneja exactamente la misma narrativa que el filme del 2004. Por ende, si se saben la película de memoria, se encontrarán con pocas sorpresas acá. Más bien, lo que deberían ser capaces de hacer es pasarla bien con los números musicales, y si son fanáticos de Broadway, o han tenido el placer de ver la obra de teatro original, se divertirán mucho. En mi función, había un grupo de adolescentes que no podía dejar de cantar las canciones mientras sucedían en pantalla —un claro ejemplo de que tenemos cada vez más fanáticos del teatro musical y de Broadway acá en Lima.
Fuera de Rapp (intensa, magnética y de gran voz) y de Rice (encantadora, inocente, quizás no tan convincente una vez que termina de cambiar de bando), el resto del reparto hace un buen trabajo. Curiosamente, las primeras escenas de Auli’i Cravalho no son del todo convincentes, pero la joven actriz va mejorando mientras el filme avance, culminando la historia habiéndose convertido al 100% en el personaje. Como se ha mencionado ya, Avantika es hilarante como Karen; Bebe Wood destaca como Gretchen, y Jenna Fischer (“The Office”) interpreta a la mamá de Cady. Adicionalmente, de la película original, regresan Tina Fey como la profesora Norbury y Tim Meadows como el director Duvall. Y tanto Jon Hamm (como el profesor de educación sexual) como Lindsay Lohan cuentan con divertidos cameos.
Fuera del apartado musical, “Chicas pesadas” es una película bastante graciosa, incluso más que la cinta original. Sí, cuenta con referencias e imitaciones de los momentos clásicos de aquella producción (la pregunta sobre el 3 de octubre, el llamado a Glenn Coco, y más), pero también desarrolla sus propios momentos cómicos, los cuales, en su gran mayoría, me dieron mucha risa. Esto se debe, por supuesto, al guion de Tina Fey (una adaptación de su propio libreto teatral, el cual estaba, a su vez, basado en su propia película… bueno, ya saben como es el rollo), pero también al sólido ritmo cómico de sus protagonistas. Rapp y Avantika, en particular, destacan no solo por lo bien que interpretan a sus personajes, si no también por lo hilarantes que pueden llegar a ser.
En fin, no estoy acá para defender los orígenes de “Chicas pesadas”. Es la adaptación de la adaptación de una comedia adolescente de hace veinte años —nada particularmente original, obviamente. Pero lo que sí puedo decir es que me divertí mucho con la película; me hizo reír, me hizo bailar, e hizo que me de cuenta que tanto Rapp como Rice y hasta Avantika están destinadas a ser estrellas (ya sea de la música o de la pantalla grande). Habrá gente que no pueda aceptar esta nueva versión, extrañando a las actrices originales y sus interpretaciones de los personajes. Y por supuesto, están los “haters” de los musicales, que ni deberían acercarse a “Chicas pesadas”. Los demás, sin embargo, la pasaremos bien con esta nueva producción, que sin llegar a ser extraordinaria, debería dejarnos con una gran sonrisa en el rostro.
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