Ninguna “bio-pic” pretende ser una representación 100% fidedigna de una historia real. Después de todo, estamos hablando de películas de ficción —por más de que estén basadas en hechos reales, lo que hacen es, precisamente, ficcionalizar lo que sucedió de verdad para poder contar una buena historia. Bueno, dicha precisión nunca ha sido más cierta que en el caso de “Chabuca”, una cinta basada en la vida de Ernesto Pimentel, que utiliza la verdad para desarrollar una narrativa que funciona muy bien a nivel dramático, pero que claramente no debe ser interpretada como algo completamente verdadero. Lo cual está bien, porque nuevamente: se trata de una película, no un documental.
Ciertamente ayuda, además, que “Chabuca” esté mejor dirigida, fotografiada y actuada que cualquiera otra producción de Tondero (¿será la mejor película que Tondero haya hecho en los últimos años? ¡Pues yo creo que sí!). Y que se tome totalmente en serio, ayudando a que el espectador conecte con los personajes, y esté siempre apoyando al Ernesto de la ficción, incluso considerando que nuestro protagonista es presentado prácticamente como un santo. A nivel formal, le encuentro muy pocos peros a “Chabuca”; sus problemas, más bien, están relacionados al rol de Pimentel en la producción, lo cual resulta en un producto final expertamente realizado, que sin embargo se siente ya muy descaradamente como una “lavada de cara”.
“Chabuca” comienza en Arequipa a principios de los años ochenta, donde vemos a un pequeño Ernesto Pimentel (Izan Alcazar) viviendo con su madre, Nelly (Norka Ramírez) quien se gana la vida bailando en un club nocturno. Las cosas cambian para mal, sin embargo, cuando esta última fallece súbitamente, obligando al joven Pimentel a mudarse con su abuela (Haydeé Cáceres) en Lima. Es ahí donde lo vemos ya de adolescente y de joven adulto, a fines de los ochentas y principios de los noventas, interpretado por un excelente Sergio Armasgo. Somos testigos de cómo va descubriendo su talento como actor, bailarín, cantante y, en general, artista escénico, y también como va descubriendo su propia sexualidad.
Su vida, sin embargo, no es fácil. Primero vive con su abuela y con su inútil tío (Erick Elera), pero eventualmente son desalojados de la quinta donde estaba su departamento. Es así que el tío desparece, la abuela termina quedándose con la beneficencia, y Ernesto se muda a una pequeña choza en una invasión. Y aunque su pareja más estable, André (Miguel Dávalos) en un inicio parece quererlo, eventualmente vamos viendo que se trata de un hombre tóxico y celoso; de carácter agresivo, especialmente cuando Ernesto va alcanzando el éxito. Y eso es precisamente lo que lo va acercado a la fama: pasa de actuar en obras infantiles, a crear el personaje de la Chola Chabuca, y a tener su propio programa en América Televisión. Y todo mientras va sorteando todos los obstáculos que le impone la vida.
Primero lo primero: quedé sorprendido por lo que bien fotografiada, editada y en general dirigida que está “Chabuca”. El filme hace un excelente uso de colores fuertes, especialmente en los momentos más intensos de la vida de Ernesto, para representar sus fuentes de inspiración de forma simbólica—las tías Chabuconas, el trabajo de su madre, las procesiones funerarias que veía de niño en las calles. Y hasta utiliza recursos visuales más abstractos que literales para hacernos sentir lo que el protagonista siente en el momento —desde visiones del pasado (como micro “flashbacks”) hasta planos en cámara lenta que acentúan los momentos más traumáticos de su vida (el funeral de su madre, su choza en llamas).
No se está descubriendo la rueda con nada de esto, pero resulta refrescante —por más de que no DEBERÍA serlo— ver una cinta peruana con una propuesta de dirección tan CLARA. Con un estilo que trabaja al servicio de la historia y el punto de vista desde el que se está narrando. Lo mismo se puede decir del arte, por ejemplo —la recreación de los ochentas y noventas es pulcra, haciendo uso de un vestuario apropiado y utilería como carros y otros elementos que nos sumergen en un tiempo y lugar bien específicos (hay que admirar, además, que se hayan animado a darle un MULLET al protagonista). Se nota que el director Jorge Carmona y su equipo se tomaron el tiempo necesario para pensar en cómo interpretarían esta historia, tanto para darle resonancia emocional, como para que resulte creíble.
De las actuaciones no me puedo quejar. Sergio Armasgo está simplemente brillante como Pimentel, desarrollándolo como un chico bienintencionado, creativo, siempre dispuesto a ayudar a los demás, y a sobresalir para cumplir sus sueños. La relación que mantiene con André (un Miguel Dávalos intenso, manipulador, agresivo) es LA piedra en su zapato durante años, pero fuera de eso, el filme hace un buen trabajo mostrándonos por qué fue capaz de alcanzar el éxito (incluso luego de contraer SIDA, en una época en que los prejuicios hacia la gente que lo tenía eran terribles). Por su parte, Haydeé Cáceres está muy bien como su abuela; Norka Ramírez destaca como su madre; Erick Elera es muy divertido como su vago tío, y Gina Yangali convierte a Miluska, la productora de Ernesto, en su mejor amiga y aliada.
No obstante, y regresando a lo que se mencionó párrafos arriba, no se puede negar que “Chabuca” se esfuerza DEMASIADO en pintar a Pimentel como una persona prácticamente perfecta. Olvídense de los hechos reales; olvídense de las controversias recientes respecto a Pimentel, y olvídense de quién contagió primero a quién de VIH (la película postula, por supuesto, que André (Alex Brocca en la vida real) fue el culpable). Un buen drama generalmente requiere de un protagonista fallido, que tenga tanto virtudes como defectos, y resulta un poco soso que “Chabuca” cuente con un protagonista aparentemente incapaz de actuar con maldad. No solo es poco creíble (nadie, ni siquiera Pimentel, es tan pero TAN bueno), si no que también afecta la efectividad del drama. Incluso durante los momentos más intensos (como cuando André se pelea con Ernesto), nuestro protagonista es presentado siempre como víctima, y nunca como alguien que sería capaz de cometer errores (como cualquier ser humano).
Sin embargo, no se puede negar que “Chabuca” igual termina funcionando como un “bio-pic” de buen ritmo, que además presenta temas como los diferentes tipos de sexualidad, el “queerness”, los contagios de VIH y la manipulación emocional en una pareja de forma bastante franca —lo cual, en una sociedad como la nuestra (en general todavía bastante conservadora) ya de por sí vale la pena aplaudir. Y tampoco se puede negar que Sergio Armasgo simplemente BRILLA en el papel principal, manteniendo una excelente presencia en pantalla, tanto al interpretar a Ernesto como cuando hace del personaje de la Chola Chabuca. Súmenle a eso el excelente apartado técnico, y “Chabuca” se convierte rápidamente en lo mejor que ha hecho Tondero en AÑOS. No carece de problemas, y ciertamente no debería considerarse como una representación fidedigna de hechos reales, pero igual vale pena que le den una oportunidad a “Chabuca”. Es muy probable que terminen igual de gratamente sorprendidos que Vuestro Servidor.
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