Capitán Fantástico
No es todo los días que uno tiene la oportunidad de ver una película como Capitán Fantástico, especialmente en la cartelera local. Considerando lo decepcionante que ha sido este año en lo que se refiere a blockbusters Hollywoodenses —solo filmes como Doctor Strange o Animales Fantásticos se han salvado, y todavía la tengo mucha fe a Rogue One—, resulta refrescante ver una película con algo que decir, un drama muy humano con elementos cómicos, excelentes actuaciones y una premisa única.
Viggo Mortensen interpreta a Ben, quien, junto a su ex esposa, Leslie (Trin Miller) se mudó al medio de un bosque para criar a sus seis hijos: Bo (George MacKay), Keilyr (Samantha Isler), Vespyr (Annalise Basso), Reillian (Nicholas Hamilton), Zaja (Shree Crooks), y Nai (Charlie Shotwell). La idea era aislarlos del resto del mundo, para criarlos en medio de la naturaleza, y llenarlos de conocimiento y valores. Lamentablemente, cuando Leslie es llevada al hospital debido a unas complicaciones, Ben tendrá que encargarse de criar solo a sus hijos. Esto implica enseñarles de todo, desde filosofía hasta matemáticas, y entrenarlos de la forma más exigente posible, en situaciones que asustarían a más de un padre. (Y que para muchos, representaría una suerte de abuso de menores).
Un día, sin embargo, Ben se entera de que Leslie se ha suicidado. Devastado, le cuenta la noticia a sus hijos, y todos deciden que deben regresar a la ciudad para ir al funeral de su madre. El reto de Ben ahora es ayudar a sus hijos, un grupo de genios carentes de habilidades sociales, a regresar a la sociedad. Ahí, se encontrará con familiares inofensivos (Kathryn Hahn y Steve Zahn) que están en desacuerdo con sus métodos de crianza, y con su suegro, Jack (Frank Langella), un hombre rico e influyente, que tiene por objetivo quitarle sus hijos a Ben.
La película hace un buen trabajo a la hora de introducirnos al mundo de Ben y sus hijos —estas primeras escenas, en donde vemos a la familia leyendo y entrenando; escalando montañas y haciendo planchas, y cantando y bailando alrededor de una fogata, son emotivas e intelectualmente fascinantes. Claramente, el director y guionista Matt Ross quiere que uno se relacione con Ben a un nivel emocional; puede que su método de crianza sea extremo y exagerado, pero desarrolla al personaje de tal manera que uno lo apoya y se pone de su lado.
Lo cual no quiere decir que sea presentado como el Padre del Año, ni mucho menos. Muchos de los riesgos que corren sus hijos son tomados en cuenta a lo largo de la cinta, y tanto los familiares de Ben como Jack el suegro, son introducidos para que permitirle crecer, y con suerte, darse cuenta de que debería cambiar un poco sus métodos de enseñanza. Jack, en particular, a pesar de ser un hombre severo, no es tratado como un villano. Uno entiende sus motivaciones —es un padre que acaba de perder a su adorada hija, y que ahora tiene que aguantar a su ex esposo con actitudes de hippie—, aunque no necesariamente puede estar de acuerdo con su actitud.
La presencia de Leslie es muy importante en la vida de Ben y sus hijos. El hecho de que uno, como espectador, nunca llegue a conocer a la ex esposa de Ben es muy curioso; todo lo que vemos es una versión idealizada del personaje, y las repercusiones psicológicas que tiene su muerte tanto en Ben como en sus hijos. La manera en que los niños más pequeños reaccionan a su muerte es verdaderamente angustiosa, y el hecho de que todos se vean obligados a ser reinsertados en la sociedad resulta en secuencias memorables y muy verosímiles. El primer beso de Bo, por ejemplo, es tanto emotivo como gracioso, y el contraste entre los hijos de Harper y Dave (Hahn y Zahn) es chocante.
Viggo Mortensen es excelente como Ben. Este podría haberse convertido muy fácilmente en un personaje odioso, un hombre pretencioso que le hace daño a un grupo inocente de chicos sin saberlo. Felizmente, gracias al trabajo del ex Aragorn, uno siente que Ben realmente quiere a sus hijos y que realmente cree que está haciendo lo mejor por ellos. Ayuda, también, el que eventualmente decida cambiar un poco (aunque tenga que aprender su lección a la mala). Frank Langella es intenso como Jack; tanto Hahn como Zahn son efectivos en sus pequeños pero importantes roles, y cada uno de los niños, desde los más pequeños, hasta los más experimentados, como Annalise Basso (Oculus) o George MacKay (Defiance) hace un trabajo impecable.
Si hay un aspecto en el que la cinta falla ligeramente, es el desenlace. Considerando que Capitán Fantástico maneja un tono realista a lo largo de sus 120 minutos de duración, resulta un poco extraño el que decida concluir tanto con una secuencia musical excéntrica, como con una versión idealizada de una vida en familia en el campo. Se nota que Ross cree que la película es, digamos, más encantadora de lo que realmente es. No se trata de una conclusión terrible ni mucho menos, pero no es tan emotiva como al director le hubiese gustado. Capitán Fantástico tiene mucho más que ofrecer en sus primeros 100 minutos de metraje, que en sus últimos 20.
Capitán Fantástico es un drama adulto y divertido; una historia emotiva y bien actuada. La premisa del filme es explotada al máximo, logrando desarrollar a un grupo de personajes con los que uno se identifica fácilmente, por los que uno se preocupa y con los que uno se relaciona. Desafortunadamente, solo están proyectando esta película en Cineplanet Alcázar; a diferencia de muchos blockbusters que son exhibidos en múltiples salas a lo largo y ancho del país, Capitán Fantástico es una historia que merece ser vista por mucha más gente.
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