Capitán América: un nuevo mundo

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“Capitán América: un nuevo mundo” es una película en busca de una identidad, de una postura. Imposible decir que cualquiera de sus predecesoras era una cinta particularmente convincente en sus convicciones políticas, pero habiéndolas visto hace poco —en preparación para esta nueva secuela—, al menos puedo decir con seguridad que trataban de ALGO. Son filmes que, a través de sus historias centradas en un pasado alterno, en súperhumanos y en conflictos entre naciones, al menos intentaban transmitir mensajes relacionados a la importancia de la seguridad y la libertad, dejando en claro que, en la mayoría de sus casos, los villanos eran figuras fascistoides muy similares, lamentablemente, a quienes hoy en día se encuentran cerca al gobierno estadounidense de Trump.

Estrenándose en un contexto sociopolítico del que mucho se puede decir y escribir, “Capitán América: un nuevo mundo” se termina sintiendo como una película cobarde, que por alguna razón intenta narrarnos una historia tipo “thriller político” (ja), pero sin ofender a nadie. Aquello no podría ser más paradójico, y resulta en un filme sin izquierdas ni derechas, que incluye a un personaje israelí trabajando con el gobierno gringo, y cuyo tema principal —si es que tiene alguno— parece tener que ver con… ¿el perdón? ¿El creer en el corazón benévolo de la gente? Nunca queda claro, y si quedara, pues se sentiría increíblemente “naíf”, especialmente considerando todo lo que pasa en la película.

Es así, pues, que “Capitán América: un nuevo mundo” termina decepcionando no solo como un producto con algo de potencial, si no también como la primera película protagonizada por el Sam Wilson de Anthony Mackie (siempre carismático), y como un “blockbuster” de acción y emoción. Acción hay, sí, pero no es particularmente emocionante, y ciertamente palidece en comparación a las películas protagonizadas por el anterior Capitán América, Chris Evans. Intentando emular (como varias otras producciones) a “Capitán América: el Soldado del Invierno”, esta nueva secuela nunca llega a obtener una identidad propia, más bien sintiéndose como un pastiche de lo nuevo y lo viejo; como un filme que se supone mira al futuro, pero que por alguna razón, también recurre a recursos del pasado bastante lejano.

Al comenzar “Capitán América: un nuevo mundo”, nos enteramos de que Sam Wilson / Capitán América (Mackie) ha estado trabajando junto al nuevo (casi) Halcón, Joaquin Torres (Danny Ramirez), apagando incendios para el gobierno estadounidense. Pero cuando Thaddeus “Thunderbolt” Ross (Harrison Ford, reemplazando a William Hurt, Q.E.P.D.) es elegido presidente, este trata de convencerlo de que vuelva a formar a los Vengadores. Después de todo, el mundo se encuentra en una situación interesante que el nuevo jefe de estado pretende manejar: la Isla Celestial (la cual se formó al final de “Los Eternals”, hace ya cuatro años) le ha entregado a la humanidad el Adamantio, y varias naciones se están peleando para ver con cuánto se queda cada una.

Es en ese contexto, con Ross intentando firmar un tratado junto a Francia, India y Japón para dividirse el adamantio de la isla, que intentan asesinar al presidente. Y todo parece ser parte del plan de…. ¡nunca lo adivinarán!… Samuel Sterns / El Líder (Tim Blake Nelson), a quien vimos por última vez en “El Increíble Hulk” en el año 2008 (¡!), y que se ha pasado los últimos años ayudando a Ross con diversos experimentos. El científico ha decidido rebelarse, sin embargo, y ha desarrollado una tecnología de control mental que le permitirá demostrar quién es Ross de verdad (altera de “spoilers” pero no realmente porque está presente en todos los tráilers y hasta en el afiche: Ross se puede convertir en el Hulk Rojo). Como se deben imaginar, Sam y Joaquin tienen que hacer todo lo posible por detener a Sterns y evitar que cause pérdidas humanas significativas.

“Capitán América: un nuevo mundo” se ha vendido como una suerte de “thriller” político paranoide, pero es precisamente en ese sentido que la película falla a sobremanera. Como se ha dejado ya a entender, la cinta no cuenta con ningún tipo de postura política, más bien diciéndole al espectador que todo el mundo merece ser perdonado… incluso personajes que, según el canon, han torturado gente (¡!) o han mantenido encerrados por años en la cárcel a personajes como Isaiah Bradley (Carl Lumbly), el Capitán América Olvidado, y amigo cercano de Sam. Es un tipo de sentimentalismo que simplemente no funciona en la película, y que la hace ver más bien como una versión infantil de lo que cualquiera podría CREER es un “thriller” político, y no como un ejemplar preciso de dicho subgénero.

Y de paranoide tampoco tiene mucho. El misterio central planteado por la narrativa fue arruinado por la campaña de márketing de la película, y elementos como la presencia de Samuel Sterns y sus habilidades simplemente no son suficientemente intrigantes. Lo interesante de filmes como “El soldado del invierno” estaba, precisamente, en lo poco previsible que resultaba la historia que nos contaba, y en lo vulnerable que se sentían sus protagonistas, quienes se encontraban peleando contra un gobierno corrupto y sediento de control. Acá no hay nada de eso; es Sam vs un Villano Deforme que ha encontrado la manera de convertir a Ross en un Hulk Rojo. “Capitán América: un nuevo mundo” trata de sentirse como algo más complejo que eso, pero al final del día, ese viene a ser todo el chiste de la historia. No hay más ciencia.

Por otro lado, si son de los espectadores que solo han visto las PELÍCULAS del MCU, o quizás incluso solo las del Capitán América o los Vengadores, mucho del contenido emocional “Capitán América: un nuevo mundo” no les funcionará. Ejemplos: la motivación emocional de Sam en la historia está ligada a su amistad —poco desarrollada— con Isaiah, quien fue presentado en “Falcon y el soldado del invierno”, una serie para Disney Plus que no todo el mundo ha visto. Y por su parte, la motivación emocional para el Ross de Harrison Ford está ligada a su hija Betty (Liv Tyler), a quien vimos por última vez en una película de Hulk diecisiete años (¡!), y que aquí aparece tan solo por un par de minutos. Si no recuerdan los eventos de esas series o películas, “Capitán América: un nuevo mundo” no les hará sentir mucho (o peor aun, si no vieron “Eternals”, no entenderán por qué una de las secuencias de acción se lleva a cabo alrededor de una estatua gigante en medio del Océano Índico).

Curioso, pues, que Kevin Feige y compañía hayan decidido transformar la primera película de Anthony Mackie como el Capitán América en una pseudo-secuela de “El increíble Hulk”. Es casi como si no hubiesen confiado en su capacidad para sostener todo un “blockbuster”, lo cual, considerando lo carismático que es Mackie, es absolutamente ridículo. Pero lo peor es que es una decisión que convierte a “Capitán América: un nuevo mundo” en, nuevamente, un filme sin identidad, que mira al pasado para supuestamente entregarnos una mirada al futuro, lo cual no tiene sentido alguno. Mejor hubiese sido que dejaran al Líder y a Betty Ross existir en una nueva película de Hulk, pero claro, como Marvel tiene ciertos conflictos de derechos con Universal, no pueden hacer eso. Se entiende el problema, pero tampoco creo que hacer lo que hicieron acá sea una solución.

Además, “Capitán América: un nuevo mundo” se siente, en general, como una película parchada. Se nota a leguas, por ejemplo, que el Sidewinder de Giancarlo Esposito (líder de la Sociedad Serpiente) ha sido agregado en regrabaciones. O que hay varias escenas que transcurren frente a pantallas verdes o azules (la batalla final es particularmente obvia con dicha técnica). O que Marvel terminó arrepintiéndose de incluir a un personaje israelí (la Ruth Bat-Seraph de Shira Haas, quien además da una interpretación lamentable), lo cual resulta en un rol francamente gratuito e inútil (en serio, la quitan de la película y prácticamente no cambia en nada). Súmenle a eso el que Rosa Salazar (quien estuvo presente en las regrabaciones, interpretando a Diamondback) ya ni aparezca en el filme, y se termina notando a leguas que “Capitán América: un nuevo mundo” fue una producción desordenada, sin norte.

De la mayoría de actuaciones no me puedo quejar, al menos; de hecho, es el reparto el que termina haciendo que la película no desespere u ofenda. Ya sabemos que Mackie es carisma puro, y es él, felizmente, quien logra convertir a Sam en un personaje medianamente interesante (pero sin opiniones valiosas). Pero Danny Ramírez destaca, también, como el entusiasta Joaquin Torres, y Carl Lumbly le otorga mucha vulnerabilidad a Isaiah Bradley. Giancarlo Esposito hace lo que mejor sabe hacer, Tim Blake Nelson parece estar pasándola de lo lindo como su Líder con aspecto de Monstruo de Frankenstein, y Harrison Ford termina siendo lo más atractivo de la película. Sí, lo perdemos un poco una vez que se convierte en Hulk (por cinco minutos no más, dicho sea de paso), pero el resto del tiempo nos entrega a un Ross muy humano. Resalta una escena que comparte con Mackie hacia el medio del filme, donde le hace una revelación importante, conteniendo lárgimas y tratando de esconder sus sentimientos.

Imposible evitar sentirse decepcionado por “Capitán América: un nuevo mundo”. Lo que muy bien podría haberse desarrollado como un “thriller” interesante, tratando de, al menos, estar al nivel de “El Soldado del Invierno”, más bien ha terminado convirtiéndose en una experiencia caótica, irregular, visualmente fea y por momentos tediosa. La película no cuenta con un solo plano o imagen interesante, y aunque se supone que es De Acción (™), la mayoría de peleas están editadas con torpeza y dirigidas de forma aburrida, escondiendo la mayor parte de golpes y sacudidas entre cortes. Pero fuera de la inclusión de un personaje israelí mal actuado (¿realmente tenían que hacerlo mientras se lleva a cabo un genocidio en Gaza?) y de una alucinante falta de postura, “Capitán América: un nuevo mundo” simplemente no funciona como entretenimiento puro. No es ofensiva ni está al (bajo) nivel de algo como “Madame Web” (felizmente), pero no se puede negar que Anthony Mackie merecía algo MUCHO mejor. Ojalá le den una oportunidad más. 

NOTA: La película cuenta con UNA sola escena post-créditos… que también decepciona.

Avance oficial:

50%
Puntuación
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