Soy el primero en admitir que sé poco o nada sobre “Calabozos y dragones”. Nunca he probado el juego de rol, y mi única referencia es la terrible película original del año 2000 protagonizada por Jeremy Irons. (Dicho sea de paso, si nunca la han visto y disfrutan de las cintas “tan malas que son buenas”, mírenla). Por ende, esta crítica no se concentrará en las referencias que hayan a la propiedad intelectual, o en la manera en que los fanáticos la podrían percibir. Pero lo que sí haré es dar mis apreciaciones en representación de un espectador común y corriente —es decir, EL miembro del público al que los productores de la cinta quieren llegar. Después de todo, estoy seguro que los fanáticos de “Calabozos y dragones” ya irán a ver la película a los cines casi por “default”. Es los demás a los que hay que convencer de ir a verla.
Y es desde esa perspectiva, entonces, que puedo decir que “Calabozos y dragones: honor entre ladrones” me sorprendió gratamente. Puede que se deba principalmente al filme original ya mencionado, pero no tenía muchas expectativas hacia la película —he disfrutado de la filmografía de sus directores y guionistas, Jonathan Goldstein y John Francis Daley (especialmente “Noche de juegos”, una de las mejores comedias norteamericanas de los últimos años), pero no había nada en los tráilers que me dijese que iba a ser particularmente buena. Y sin embargo…. lo es. “Calabozos y dragones: honor entre ladrones” es un blockbuster ligero y bien construido, con un gran sentido del humor, y contenido emocional que se siente honesto. No es nada revolucionario, pero sí es superior a muchos de los filmes de gran presupuesto que se han estrenado en lo que va del año.
El protagonista de “Calabozos y dragones: honor entre ladrones” es Edgin (Chris Pine), un encantador estafador que vive en una tierra de fantasía, llena de humanos y elfos y magos malignos. Lamentablemente, ha pasado los últimos años en la cárcel, encerrado junto a su mejor amiga, la guerrera Holga (Michelle Rodriguez). Solían ser parte de una banda de criminales exitosos, pero fueron capturados luego de que su más reciente misión saliera mal. No obstante, logran escapar de prisión, lo cual motiva a Edgin a ir en busca de su hija, Kira (Chloe Coleman). Pero cuando llega a casa… no está.
Resulta que la chica vive ahora con Forge (Hugh Grant), ex compañero de hazañas de Edgin, y ahora el Lord Gobernador de una ciudad importante, con castillo y todo. Y lo peor es que dicho estafador ha estado mintiéndole a Kira durante esos dos años, diciéndole que su padre la abandonó por estar buscando tesoros. La verdad es que Edgin estaba en busca de una reliquia legendaria que le permitiría revivir a su amada esposa (y la madre de Kira). Y ahora que está libre, su objetivo no ha cambiado… solo que ahora también quiere a su hija de vuelta. Para hacer eso, nuestro héroe recluta a nuevos miembros para su equipo: un mago algo nervioso llamado Simon (Justice Smith), un guerrero sin sentido del humor llamado Xenk (Regé-Jean Page), y una druida mitad Tieflin y mitad humana llamada Doric (Sophia Lillis).
Lo más llamativo de “Calabozos y dragones: honor entre ladrones” es que logra manejar diferentes tonos, pasando de drama creíble a comedia algo bufonesca, y el tipo de violencia que uno esperaría de una historia de fantasía medieval. En general, sin embargo, la experiencia se siente algo ligera, como un “Señor de los Anillos” más light y menos grandilocuente. Ciertamente ayuda que nuestra banda de “héroes” esté compuesta de ladrones y criminales —al ser protagonistas que viven más en tonos de grises (y que al menos no comienzan la película siendo arquetípicamente heróicos), pueden protagonizar escenas con humor más “risqué”, tratando de encontrar valor o de convertirse en verdaderos héroes, en un mundo poblado por personajes incluso más cuestionables que ellos.
De hecho, me gustó que casi todos los personajes principales cuenten con arcos de transformación muy claros. Esto hace que sea más satisfactorio seguirlos a través de la aventura, y logra sincronizar de manera limpia el clímax de la historia, con su transformación final. Edgin, por ejemplo, tiene que aprender a dejar ir el recuerdo de su esposa, algo que es mostrado metafóricamente con la aparición ocasional de una libélula azul. Por su parte, Simon el mago tiene que aprender a ser más valeroso, tratando de ignora las voces en su cabeza que le dicen que no es lo suficientemente bueno. Y Holga tiene que superar a su ex esposo, así como el hecho de que fue expulsada de su tribu por enamorarse de alguien muy diferente a ella.
Nuevamente; no es nada súper original, pero resulta entretenido ver una película bien construida, a que a pesar de contar con varias secuencias de acción y efectos especiales, no pierde de vista a sus personajes, y la manera en que van creciendo y evolucionando a lo largo de la aventura. Los elementos fantásticos deberían atraer a los fanáticos de la franquicia o del género, pero lo que termina recordando uno son las interacciones entre personajes, así como los momentos más graciosos del guion. Eso sí, “Calabozos y dragones: honor entre ladrones” nunca llega a ser TAN payasa como algo como “Thor: amor y trueno” (felizmente), manejando un mejor balance entre una historia que se toma en serio a sí misma, y algo de humor autocrítico.
Las actuaciones ciertamente ayudan —no hay un solo eslabón débil en todo el reparto. Como era de esperarse, Chris Pine interpreta a Edgin con carisma y encanto, haciendo que sea fácil identificarse con él. Por su parte, Michelle Rodríguez es previsiblemente ruda como Holga, aunque me gustó la vulnerabilidad que es capaz de mostrar de cuando en cuando. Justice Smith es suficientemente gracioso como Simon (y logra mostrar sus inseguridades de manera verosímil); el Xenk de Regé Jean-Page aparece menos de lo que me hubiese gustado, pero logra robarse buena parte de la película; Sophia Lillis destaca como Doric, y Hugh Grant interpreta a Forge como un bufón que se aprovecha de las debilidades de los demás. Es decir, es el rol perfecto para Grant.
Por otro lado, la construcción del mundo en el que se lleva a cabo “Calabozos y dragones: honor entre ladrones” no está del todo mal. Algunos efectos visuales podrían haber sido un poco mejores (se me ocurren algunos “matte paintings” o escenas en chroma que no logran convencer del todo), pero en general, lo que tenemos acá es un filme que luce bastante bien. Disfruté particularmente de la dirección de arte —desde la ciudad que gobierna Forge, que se siente poblada y verosímil y VIVA, hasta la guarida de un dragón de curioso aspecto, llena de lava y toda suerte de peligros. Resaltan, además, los magos rojos —unos seres “no-muertos” que protagonizan un par de momentos inesperadamente terroríficos. Y aunque las batallas no son particularmente espectaculares, están suficientemente bien dirigidas y coreografiadas; consideren un encuentro en el que Xenk logra demostrar sus increíbles habilidades de combate.
Estoy seguro que “Calabozos y dragones: honor entre ladrones” está llena de referencias al juego de rol, y hasta a las adaptaciones que han aparecido antes de la propiedad intelectual (tanto en el cine como en la televisión). Evidentemente yo no las capté, pero es precisamente ahí donde radica lo divertido de la película — no DEPENDE del “fanservice” para funcionar. De hecho, cualquier espectador que disfrute de la fantasía, o que esté buscando una aventura divertida, ligera, y llena de gags hilarantes, debería pasarla bien con “Calabozos y dragones: honor entre ladrones”. Lo que tenemos acá, pues, y sin llegar a ser algo extraordinario, es de las mejores películas de fantasía que hayamos podido ver en un buen tiempo —y la prueba máxima de que siempre se pudo hacer una buena adaptación cinematográfica de esta franquicia. Seguro que podremos ver una secuela más pronto que tarde.
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