Brooklyn: un amor sin fronteras

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Si tuviese que elegir una sola palabra para describir a Brooklyn, sería “agradable”. La más reciente película protagonizada por la talentosa Saoirse Ronan, y una de la nominadas a varios Premios de la Academia, Brooklyn es un drama bien actuado y visualmente competente… pero también es una película “a la antigua”. Es el tipo de historia que uno puede ver con sus abuelitos con la seguridad de que no se ofenderán con nada: no hay violencia, no hay malas palabras, la única escena de sexo es poco explícita, y el drama, aunque efectivo, nunca llega a los excesos.

Entiendo por qué algunos podrían calificar a Brooklyn como una de las mejores películas del año… no hay nada particularmente mal hecho en esta producción Británica. Pero considerando el alto nivel de las otras películas del Óscar, filmes mucho más innovadores o chocantes o complejos o visualmente espectaculares… pues no termino de entender por qué Brooklyn fue nominada a Mejor Película. (Especialmente cuando cintas superiores como La Chica Danesa fueron ignoradas en dicha categoría…)

Pero bueno, me estoy saliendo del tema. El objetivo de esta crítica no es comparar a Brooklyn con otras películas; más bien, mi trabajo es expresar lo que me gustó y lo que no me gustó de la cinta. Pues veamos.

Ronan interpreta a Eilis Lacey, una chica irlandesa que, en 1952, decide mudarse a Nueva York para buscar mejores oportunidades. Es gracias a la ayuda de un sacerdote amigo que, llegando a la Gran Manzana, logra conseguir un trabajo decente, un lugar donde vivir, e incluso una universidad dónde estudiar (de noche). Sin embargo, Eilis no puede evitar sentirse triste—ha dejado a su madre, Mary (Jane Brennan) y a su hermana, Rose (Fiona Glascott) solas en Irlanda, pero felizmente recibe el apoyo del padre Flood (el gran Jim Broadbent). Por otra parte, Eilis también logra enamorarse—el chico se llama Tony (Emory Cohen), un plomero italiano (felizmente no le pusieron “Mario” de nombre….) por lo que parece tener su nueva vida en orden. Sin embargo, el destino hace que nuestra protagonista vuelva a su lugar de nacimiento, y su vida se complique más de lo que quisiera.

Ronan interpreta a Eilis de manera sutil, construyendo a un personaje interesante que, en papel, pudo haber parecido algo soso. La manera en que transmite sus emociones, la nostalgia que siente por su hogar, y los sentimientos que desarrolla por sus nuevas amigas, su novio y un potencial interés amoroso en Irlanda (interpretado por el camaleónico Domhnalll Gleeson) es simplemente perfecta.Brooklyn no llegó a tocarme de la misma manera que otros dramas de prestigio que he podido ver en los últimos meses (cintas como La Habitación, o La Chica Danesa, por ejemplo, me afectaron mucho más a nivel emocional), pero dicha imperfección tiene muy poco que ver con el trabajo de Ronan.

Emory Cohen es muy bueno como Tony, otorgándole un feeling de inocencia y caballerosidad al personaje que lo vuelve muy tierno. Hay escenas, sin embargo, en las que uno siente que quizás tenga un lado oscuro o un secreto por revelar—dichos momentos le dan una dimensión al personaje que simplemente no me esperaba. Julie Walters es hilarante como Mrs. Kehoe, la dueña de la pensión donde vive Eilis; Jim Broadbent es simpático como el padre Flood, y Domnhall Gleeson sigue demostrando su gran rango al interpretar a Jim Farrell, un potencial interés amoroso para Eilis—el personaje no podría ser más diferente a los que interpretó en Star Wars: El Despertar de la Fuerza y El Renacido.

Sin embargo, a pesar de todas estas sólidas actuaciones, lo que terminó por decepcionarme fue el guión de Nick Hornby. El romance entre Eilis y Tony, por ejemplo, nunca termina de cuajar—esto se debe a que uno siente que Tony está más enamorado de Eilis que ella de él, razón por la que él decide, siempre, tomar primero las decisiones importantes (como dar el primer beso, o decir el primer “te amo”). Uno nunca llega a sentir que Eilis está totalmente comprometida con la relación, por lo que el filme no se llega a sentir muy romántico—esta es, también, la razón por la cual el final no funciona del todo. En vez de hacerme sentir optimista o feliz, la conclusión de Brooklyn me dejó con una inesperada sensación de vacío.

Por otro lado, no puedo evitar sentir que el conflicto central de la trama no es lo suficientemente fuerte. Sí, Eilis tiene que lidiar con ser una inmigrante sin amigos ni familia en una ciudad nueva, y sí, eventualmente tiene que enfrentar problemas en casa y relacionados a su vida amorosa, pero en general no la pasa mal. Tiene trabajo y potenciales novios tanto en Irlanda como en Nueva York, e incluso llega a terminar sus estudios en esta última ciudad. Me hubiese gustado un conflicto más fuerte, retos más importantes u obstáculos más grandes para Eilis—tal y como es presentada, la historia de Brooklyn se siente demasiado suave, demasiado inocente.

Visualmente, sin embargo, no tengo queja alguna hacia la película. Brooklyn está dividida en tres actos—el primero, que se lleva a cabo en Irlanda, está presentado con colores desaturados y tiene, en general, un tono bastante oscuro, para dar a entender que se trata de una vida de la que Eilis tiene que escapar. El segundo nos presenta colores más vibrantes y desborda nostalgia—esto sirve tanto para presentar a Nueva York como un lugar lleno de esperanza, como para hacernos entender los sentimientos de Eilis. Y el tercero, de vuelta en Irlanda, es un poco más brillante, un poco más glamoroso. Todo esto sirve para enfatizar la manera en que Eilis—y su perspectiva hacia la vida—cambia.

Brooklyn no es una mala película en lo absoluto—está muy bien actuada, maneja un alto nivel técnico, y es entretenida. Sin embargo, presenta su historia de manera tan inocente, de manera tan vanilla, como se diría en inglés, que nunca llegó a afectarme emocionalmente, como quizás le hubiese gustado a su director. Uno simplemente ve Brooklyn, desde lejos, en vez de meterse en la historia y conectarse al 100% con sus personajes—con un guión más complejo, una historia de amor más emotiva, y obstáculos más grandes, Brooklyn hubiese sido un filme más satisfactorio, tanto a nivel emocional como intelectual.

Avance oficial:

75%
Puntuación
  • Mi calificación

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