“Beetlejuice Beetlejuice” es la mejor película de Tim Burton en años, y un excelente complemento para la entrega original de 1988. Haciendo uso del mismo sentido del humor y estilo visual exagerado, lo que hace esta secuela atrasada es hacernos regresar a un mundo donde la muerte está siempre presente, y donde el personaje del título, un bioexorcista/demonio, está siempre dispuesto a meterse en los asuntos de los vivos. De hecho, “Beetlejuice Beetlejuice” es TAN fiel a la película original, que cuenta con los mismos defectos —es decir, una narrativa desordenada y simplona. Pero cuando uno la está pasando tan bien, el que la película no cuenta con la historia más compleja del mundo realmente no importa.
Al comenzar “Beetlejuice Beetlejuice”, nos enteramos que han pasado treinta años desde la película original. Los Maitlands (Alec Baldwin y Geena Davis) han dejado de ser fantasmas y han pasado al Más Allá; Lydia Deetz (Winona Ryder) cuenta ahora con un programa de televisión llamado “Ghost House”, en el que se comunica con los muertos; su hija adolescente Astrid (Jenna Ortega) vive avergonzada de su madre, y la abuela, Delia (Catherine O’Hara) tiene una exposición permanente en Nueva York. Todo parece estar más o menos en orden, hasta que el abuelo Charles (interpretado en la película original por Jeffrey Jones, quien felizmente no aparece acá; Googleen ustedes mismos por qué) muere en altamar, dejando a Delia muy afectada.
Este suceso, de hecho, obliga a las tres mujeres a regresar a la casa de los Maitlands, donde se lleva a a cabo el funeral de Charles. Pero es gracias a su llegada que Lydia comienza a ver con más frecuencia a Beetlejuice (Michael Keaton), quien cuenta con sus propios problemas en el Otro Mundo. Resulta que su ex-esposa, una chupa-almas llamada Delores (Monica Belucci) ha despertado después de años, y lo está buscando. Es por eso que el bioexorcista decide tratar de comunicarse con Lydia, quien eventualmente también requiere de su ayuda. De esta manera, los vivos y los muertos se vuelven a encontrar, dándose cuenta que necesitan los unos de los otros, especialmente luego de que el novio de Lydia, el espiritual Rory (Justin Theroux) le pide matrimonio a esta, quien le dice que sí de forma muy insegura.
Como se debe haber dado cuenta ya, la trama de “Beetlejuice Beetlejuice” es bastante desordenada, contando con varios personajes principales y secundarios, muchos de ellos con sus propias líneas narrativas. Delores, por ejemplo, pasa la mayoría de la película en su propia mini-historia, siendo perseguida, además, por un ex-actor ahora convertido en policía del Más Allá llamado Wolf Jackson (un Willem Dafoe pasándola de lo lindo). Y tampoco había mencionado al cadáver de Charles (comido a la mitad, así que felizmente no tenemos que ver la cara de Jeffrey Jones), quien se dedica a dar vueltas por el Más Allá, tratando de buscar a alguien que lo ayude o por lo menos le dé razón. Es bastante, y por momentos se puede sentir innecesariamente enredado.
Pero de alguna manera, esta falta de pulido, por llamarla de alguna forma, contribuye al estilo bastante orgánico de la película, lo cual ayuda a que complemente a la entrega original a la perfección. De hecho, el que estemos saltando del Mundo Real al Más Allá a cada rato ayuda a darle una palpable variedad tonal a la cinta, y a que el espectador nunca se aburra. Si uno prefiere estar con Beetlejuice, Delores o Wolf Jackson, alguna escena con ellos siempre estará a la vuelta de la esquina. Pero si uno prefiere a Lydia y a los vivos, sus momentos son bastante relevantes para la historia, así que tampoco es que se pase demasiado tiempo sin ellos. Y en general, “Beetlejuice Beetlejuice” hace lo mismo que su predecesor con el personaje del título, usándolo ocasionalmente, sin abusar de su presencia, lo cual hace que su personalidad y sentido del humor se sientan más especiales.
También ayuda, por otro lado, que “Beetlejuice Beetlejuice” maneje un estilo visual bien a la antigua, el cual me hizo recordar, apropiadamente, a las primeras películas de Burton. Estoy seguro que hay bastantes efectos visuales digitales, pero incluso cuando estos son usados (como con la aparición de los Gusanos de Arena), han sido diseñados de tal forma que PARECEN “stop-motion” o alguna otra técnica más tradicional, como para no alejarse demasiado de lo que hizo el primer filme. Y en general, “Beetlejuice Beetlejuice” hace un gran uso de efectos de maquillaje, animatrónicos (como con los hombrecitos de cabezas encogidas, incluyendo al gran Bob) y sets reales, como para que se sienta como una emulación de cine ochentero. La película se siente artificial y sintética, pero no de la forma en que un “blockbuster” del siglo 21 se suele sentir artificial y sintético, si no de manera similar a como la primera película se sentía de dicha forma.
Las actuaciones también contribuyen, lógicamente, a que la película funcione. Winona Ryder regresa al papel de Lydia Deetz sin mayores problemas, interpretándola como una mujer que ha pasado por mucho, pero que muy al fondo sigue siendo la misma chica gótica que vimos treinta años atrás. Como su hija Astrid, Jenna Ortega es la adición perfecta a la franquicia; una chica inicialmente escéptica, “darks”, que prefiere no hacerle mucho caso ni a su madre ni a su abuela. Como Delia, la gran Catherine O’Hara sigue siendo tan graciosa como siempre; Monica Belucci destaca como Delores (quien es básicamente un “Cadáver de la Novia” en “live-action”), Willem Dafoe claramente la está pasando muy bien como Wolf Jackson, y Arthur Conti tiene un rol sorprendente como Jeremy, un chico del que Astrid se enamora.
Pero quien lógicamente carga la película sobre sus hombros es Michael Keaton. Puede que hayan pasado más de treinta años en la vida real, pero el experimentado actor no se ha olvidado para nada de cómo interpretar al bioexorcista, regresando al rol como si aquel tiempo no hubiese pasado. El personaje sigue siendo tan políticamente incorrecto como siempre (consideren, si no, las minipesadillas en las que mete a nuestras protagonistas), y lo interpreta con irreverencia, locura y suciedad, dejando en claro que el “Juice” no ha sido censurado ni cancelado de ninguna manera. Es la actuación más llamativa de la película, obviamente, pero al igual que el primer filme, “Beetlejuice Beetlejuice” no abusa de él, usándolo en los momentos adecuados, como para que se siente como una presencia constante pero no agobiante.
“Beetlejuice Beetlejuice” es de las mejores “secuelas de legado” que haya visto en un buen tiempo. Es claramente más moderna que su predecesora (la imagen evidentemente digital ayuda a enfatizar esto), pero a la vez, logra a regresar al tono, estilo y sentido del humor de aquel filme si mayores problemas, complementándolo con una narrativa desordenada y llena de personajes secundarios, que sin embargo respeta a todos los personajes originales y, especialmente, al del título. Pero más importante: “Beetlejuice Beetlejuice” es la película más creativa que Burton haya hecho en un buen tiempo (consideren, si no, escenas como cierto “flashback” en italiano, el concepto del “Soul Train”, o cierta secuencia musical en una iglesia), lo cual debería emocionar a cualquier fanático de su trabajo, especialmente respecto a lo que pueda hacer en el futuro. Espero que esta película represente una suerte de vigorización de su carrera; después de todo, siempre da gusto ver a un Burton desatado, macabro y divertido.
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