Animal
“Animal” es un ejercicio de tensión impresionante, una historia que va desencadenándose gradualmente a través de la mentira y el engaño, para culminar en un clímax que demuestra la manera en que la un hombre aparentemente común y corriente puede enloquecerse debido a la frustración que siente hacia un sistema que parece no estar dispuesto a compensarle por toda una vida de trabajo. Protagonizada por un impecable Guillermo Francella, “Animal” podría no gustarle a todo el mundo —especialmente debido a algunas decisiones cuestionables tomadas por el guión—, pero ciertamente cautivará a aquellos que estén dispuestos a “meterse” en este mundo.
Francella interpreta a Antonio Decoud, un tipo de mediana edad que parece tener la vida perfecta; una esposa bella y trabajadora (Susana, interpretada por Carla Peterson), y dos hijos —uno mayor, una menor— a los que les va muy bien en el colegio. Pero un día, su mundo cambia cuando se entera de que uno de sus riñones empieza a fallar. Encuentra, entonces, su única oportunidad para sobrevivir en una pareja de clase baja (Lucy, interpretada por Mercedes De Santis, y un bueno para nada llamado Elías, interpretado por Federico Salles), quienes le ofrecen darle el riñón que necesita a cambio de una casa. Desesperado, Antonio acaba aceptando el trato, sin sospechar que las reglas del juego irán empeorando cada vez más. ¿Será capaz de llegar tan lejos para poder salvar su propia vida?
“Animal” comienza con un espectacular plano secuencia que nos demuestra, con eficiencia y elegancia, lo perfecta que es la vida de Antonio antes de descubrir su enfermedad. Sí, se podría considerar hasta como un recurso gratuito, pero forma parte de la estética general de la cinta —el director Armando Bo hace un uso frecuente de planos largos para ir aumentando la tensión gradualmente, y meternos en el mundo de Antonio de manera muy natural. Algunos podrían considerar que esto le otorga un ritmo algo lento al filme, pero en este caso, no se trata de un defecto; de hecho, este ritmo más pausado, le permite a la historia respirar, y desarrollarse de tal manera que uno va viendo como, poco a poco, la disposición de Antonio va cambiando mientras se va desesperando más, mientras va dándose cuenta de que no puede salvar su propia vida haciendo uso de la ley y del sistema.
De hecho, no es hasta los últimos treinta minutos de metraje que la cinta cobra un ritmo más acelerado, y hasta podría decirse que esta última sección de historia se siente algo apresurada. Adicionalmente, a pesar de que uno siente a lo largo de la cinta que Armando eventualmente “explotará”, la manera en que por fin lo hace se siente un poco forzada. Para que funcione, Bo hubiese tenido que plantar más semillas de desesperación y de enojo contenido en escenas anteriores, permitiéndole a Francella desatarse con un poco más de anticipación. Felizmente, no se trata de un defecto particularmente grave; incluso considerando este leve error de caracterización, uno puede disfrutar de “Animal” sin mayores problemas, recién cuestionando estas decisiones luego de haber visto la película.
Francella demuestra, una vez más, que se trata de uno de los mejores artistas trabajando actualmente en la Argentina. La manera en que desarrolla a Antonio como un hombre casi sin personalidad, totalmente pasivo, dispuesto a estar de acuerdo con todo el mundo con tal de evitar una pelea o conflicto, es simplemente sublime. Sus reacciones son siempre coherentes con lo que uno esperaría del personaje, y la manera en que, poco a poco, va perdiendo los cabales, recurriendo a medidas más extremas, es expresada con increíblemente verosimilitud por el reconocido actor. El contraste entre su aparente egoísmo, y lo “buenito” que puede llegar a ser con la mayoría de personajes con los que interactúa, hace de Antonio un protagonista realmente fascinante.
Mercedes De Santis y Federico Salles, por otro lado, son memorables como Lucy y Elías, respectivamente. La primera es la perfecta estafadora, una mujer inestable e imprevisible que sirve como la perfecta antagonista (por momentos) de la historia, y el segundo es un estupendo inútil, un desperdicio de oxígeno que, para efectos de la historia y desde el punto de vista de Antonio, no es más que un cuerpo que contiene el órgano que tanto necesita para sobrevivir. Carla Peterson tiene un rol breve pero importante como Susana, la esposa de Antonio, al igual que Marcelo Subiotto, quien interpreta a un amigo doctor de la familia Decoud.
Es necesario, hasta cierto punto, ser capaz de aceptar algunas de las situaciones, a veces exageradas, que la película nos presenta, para poder disfrutarla al máximo. Por más de que funcione en el momento, la trama no es completamente coherente, lo cual resulta en un par de secuencias en donde los personajes actúan de manera bastante idiota, inconsistente, incluso, con la caracterización que se les ha dado (consideren, si no, la reacción de la hija de Antonio —y de sus amigas— al ver a Elías en un carro destartalado afuera de su colegio). El desenlace, además, aunque deliciosamente irónica y satisfactorio, podría resultar excesivamente cínico para algunos, por más que tenga sentido, considerando la manera en que el personaje de Francesa evoluciona a lo largo de la película. Hay que admitir que “Animal” requiere un nivel bastante elevado de suspensión de la incredulidad, pero si uno está dispuesto a darle una oportunidad, podrá disfrutar de un thriller/estudio de personaje bastante intrigante.
“Animal” sirve para demostrar el innegable talento de Armando Bo detrás de la cámara —el manejo de cámara, a través de planos largos y movimientos suaves, es simplemente hipnotizante—, así como el de Francella delante de la misma. Se trata de un esfuerzo verdaderamente tenso, una película que tiene mucho qué decir sobre las fallas que existen en el sistema de salud argentino, incluso para aquellos que se creen capaces de tenerlo todo, por el simple hecho de que tienen mucho dinero, y han trabajado arduamente por ello. Puede que no maneje una narrativa 100% sólida —es posible encontrar ciertos huecos en la trama—, pero en el momento, “Animal” funciona como cualquier otro buen thriller, y al final del día, eso es lo que cuenta.
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