Anatomía de una caída

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¿Qué es la verdad? ¿Es lo que vemos, lo que escuchamos, lo que sabemos o simplemente lo que percibimos? ¿O puede ser, acaso, una mezcla de todo lo anterior? ¿O quizás depende de la información que se tenga a la mano? “Anatomía de una caída”, de Justine Triet, trata de lidiar con todas estas preguntas a través de la historia de una mujer acusada de (potencial) asesinato, en un contexto en el que se le dificulta probar con toda seguridad su inocencia. Se trata, pues, de un filme extraordinario, que nos hace cuestionar la naturaleza de la verdad, y la forma en que tenemos que tomar ciertas decisiones a lo largo de nuestras vidas para determinar qué es cierto, y qué no.

Una extraordinaria Sandra Hüller interpreta a Sandra Voyter, una reconocida autora que vive aislada en una cabaña cerca a los Alpes junto a su esposo, el frustrado Samuel Maleski (Samuel Theis), y su pequeño hijo con problemas de visión, Daniel (Milo Machado Graner). Su vida se complica a sobremanera, sin embargo, cuando el pequeño encuentra a su padre muerto en la nieve, a pocos metros de la casa. Es así que comienza un proceso de juicio en contra de Sandra, la única potencia sospechosa de la muerte de su esposo. Y es en dicho contexto que muchas verdades y mentiras comienzan a salir a la luz, y que el pequeño Daniel se convierte en el único testigo parcial de lo que sucedió.

Lo que inicialmente parece ser una tradicional historia de crimen, rápidamente se torna en una experiencia que lidia con varios temas complejos. Lógicamente, está el de la verdad y la mentira, pero “Anatomía de una caída” también tiene mucho qué decir sobre la percepción de las mujeres exitosas en nuestra sociedad, la salud mental, la masculinidad tradicional, y hasta el tratamiento de los menores de edad en procesos de juicio. Es un filme, pues, que no tiene miedo de hacer preguntas complicadas, y que prefiere que sus espectadores saquen sus propias conclusiones en relación a lo que ven en pantalla. “Anatomía de una caída” no tiene muchas respuestas respecto a la inocencia o culpabilidad de Sandra, y por ende, tampoco las tiene respecto a los temas que introduce desde un inicio.

Resulta fascinante, entonces, ver a Sandra en todo este proceso. Inicialmente uno cree en su inocencia, pero mientras más hechos se va revelando a lo largo de la historia, dicha percepción es puesta a prueba. ¿De verdad será inocente, o será que estaba harta de su esposo? ¿Habrá influenciado en ella su propio trabajo, es decir, las novelas que escribe y que parecen tomar bastante de sus propias experiencias? ¿Y qué rol juegan en todo esto tanto el pequeño Daniel, como la estudiante de literatura que intenta entrevistar a Sandra durante la primera escena? “Anatomía de una caída” lo tiene a uno en constante tensión, dudando sobre lo que ve y lo que escucha, empatizando con Sandra pero también con quienes la cuestionan.

En todo esto también está involucrado un viejo amigo de Sandra, el abogado Vincent Renzi (Swann Arlaud), quien parece tener sentimientos románticos hacia ella… ¿o quizás no? En el momento no es algo que importe, y tampoco es algo que el filme tenga interés en resolver. Lo que importa es la manera en que la ayuda, y cómo la defiende en la corte —tanto con hechos, como con respuestas para la jueza y el otro abogado. Y también está Marge (la cantante Jehnny Beth), una suerte de cuidadora de Daniel durante todo el proceso, y una influencia sorprendentemente grande en él. Es interesante ver, pues, como todas estas figuras tratan de mantener la cordura y la objetividad en esta situación, para eventualmente comportarse como lo que son: seres humanos, en vez de simples peones en este juego de ajedrez.

Por otro lado, “Anatomía de una caída” también transmite con cruda efectividad lo expuesta que puede ser una persona durante un proceso de juicio. Muchas situaciones normalmente privadas son utilizadas a favor o en contra de Sandra —desde grabaciones de las discusiones que tenía con su esposo en casa, hasta detalles de su trabajo y su vida personal. Todo esto afecta emocionalmente a nuestra protagonista, y por supuesto, al joven Daniel —ambos incluso se ven involucrados en recreaciones de la muerte de Samuel, las cuales supuestamente deberían ayudar a sacar conclusiones sobre lo que pasó. Es así que ambos —pero especialmente Sandra— son juzgados en base a situaciones, intercambios y detalles que normalmente son privados, y que ahora son de conocimiento público.

Lo fascinante de “Anatomía de una caída”, sin embargo, y como se mencionó líneas arriba, es que no tiene todas las respuestas. Más bien, y al igual que los miembros del jurado, el espectador debe decidir si Sandra fue culpable o inocente. Incluso el único supuesto testigo del suceso, Daniel, no es capaz de dar pruebas irrefutables —todo lo que hace, al igual que el resto, es dar su opinión. Y al igual que los personajes, uno debe juzgar a Sandra en base a lo dicho, pero también a sus reacciones, a sus miedos, y al amor que aparentemente siente hacia su hijo. Es complejo, y lo obliga a uno a tomar en consideración la forma en que las mujeres exitosas muchas veces son juzgadas públicamente.

Sandra Hüller está simplemente magnífica. Lo que nos da es una interpretación verosímil de una mujer que se encuentra completamente expuesta, y que de alguna manera u otra debe mostrar su inocencia, a pesar de tener mucho en contra. Frecuentemente nerviosa pero nunca dispuesta a perder la dignidad, la Sandra de Hüller termina siendo una protagonista fascinante porque, por momentos, resulta difícil leerla. Uno le cree en base a la evidencia que se tiene a la mano, pero a la vez, hay la sensación de que algo esconde, ya sea en relación a su vida privada, o a lo que pasó con su esposo. Nuevamente: la verdad termina siendo subjetiva, y Hüller nos ayuda, precisamente, a considerar esa subjetividad, sin perder de vista la humanidad de esta complicada autora.

Por su parte, Milo Machado Garner destaca como Daniel, dando una de las mejores actuaciones infantiles que haya visto en un buen tiempo. Resalta, pues, en un par de momentos verdaderamente emotivos, pero también cuando tiene que reaccionar, a veces en shock y a veces con sorprendente fortaleza, a las verdaderas y mentiras que van saliendo a la luz respecto a sus padres. Y por supuesto, tanto Swann Arlaud (como un competente abogado) como Jehnny Beth (como la protectora de Daniel asignada por la corte) brillan en papeles secundarios, pero de suma importancia.

“Anatomía de una caída” es, pues, el tipo de filme al que no le sobra pero tampoco le falta nada. Es una historia que se cuenta con determinación y a ritmo pausado; que nos muestra toda la evidencia que puede respecto al caso que se está intentando resolver, y que destaca todas las perspectivas posibles, para poder sacar algún tipo de conclusión. “Anatomía de una caída” entiende que, a veces, la verdad es complicada, y que depende de lo que perciban varias personas, o de la información (a veces limitada) que se tenga a la mano. Es de lo mejor que he visto este año, y una de las citas judiciales más impresionantes que jamás haya visto. Si tienen la oportunidad de verla (parece que se estrenará en cines peruanos a inicios del 2024), por favor denle una oportunidad a “Anatomía de una caída”; quedarán estimulados tanto intelectual como emocionalmente.

Nota: Vi este film gracias a un screener cortesía de NEON.

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