Amigos sin compromiso: diferente pero fallida
Amigos sin compromiso está siendo promocionada como una comedia romántica, cuando en realidad es muchas cosas menos eso. La película tiene su encanto, pero no es particularmente hilarante, y a pesar de concluir de manera predecible, no la consideraría particularmente romántica. De hecho, es bastante cínica, y aunque no diría necesariamente que esa es la razón por cual no termina de convencer, creo que forma parte del problema. Amigos sin compromiso trata de evitar todos los clichés posibles de una película romántica, lo cual resulta en originalidad, pero también en personajes poco desarrollados y un tono errático.
La trama: Chris “Capitán América” Evans interpreta a un treintañero que todavía no logra entablar una relación seria con una chica. Es el típico playboy: utiliza a las mujeres, cree más en el sexo que en el amor, y tiene el ego por las nubes. Pero todo esto cambia cuando conoce a una chica misteriosa y carismática, interpretada por la siempre agradable Michelle Monaghan. A pesar de haber conversado con ella sólo por unos minutos en un evento de caridad, nuestro protagonista se obsesiona con ella, por lo que dedicará la mayoría de su tiempo a buscarla con la ayuda de su mejor amigo, Scott (Topher Grace.) Y una vez que los dos se vuelven a encontrar, se dará con la sorpresa de que no todo saldrá tan bien como él quisiera.
El filme maneja un tono bastante cínico, burlándose con frecuencia de los clichés de las comedias románticas. El personaje de Evans (quien no tiene nombre, aparentemente, y que sirve también de narrador en off) es un guionista que se muere por escribir acción, pero que para conseguir su trabajo soñado tiene que escribir primero una película romántica para mantener a su agente, Bryan (Anthony “Falcon” Mackie) feliz. Es a través de sus interacciones, y del diálogo entre Evans y Topher Grace, que la película entabla su visión de las cintas románticas: son predecibles, y no se parecen en nada a la vida real.
El problema es que esta película tampoco se parece a la vida real. Evans es extremadamente carismático en su rol, de ese no hay duda, pero el personaje es muy caricaturesco como para resultar creíble: utiliza a las mujeres de manera increíblemente machista (una de las primeras escenas, la cual lo involucra a él, a una chica y a una policía, me pareció hasta inaceptable por su tono misógino), y a pesar de que el guión trata de darle motivaciones relativamente creíbles (no puede entablar relaciones con mujeres porque su mamá lo abandonó de pequeño) estas son manejadas con descuido y “resueltas” de manera muy repentina.
Y siguiendo con los matices machistas: los únicos dos personajes femeninos en la película son el interés amoroso (Michelle Monaghan) y Mallory, una de las amigas del Narrador, interpretada por Aubrey Plaza. La primera es presentada, inicialmente, como una mujer demasiado “perfecta”, para que luego descubramos que está casada y dispuesta a engañar a su esposo (un criminalmente desperdiciado Ioan Gruffudd.) Sus motivaciones no tiene sentido, y en general el personaje está poco desarrollado. La segunda casi no tiene dignidad (está enamorada del protagonista, pero a la vez se deja maltratar por el) y se pasa la mayor parte de la película gritando o siendo irrelevante. El tratamiento de estos personajes es lamentable.
De hecho, creo que en general se pudo haber hecho un mejor trabajo con todos los personajes secundarios. El protagonista tiene demasiados amigos: aparte de Mallory y Scott, tenemos a Samson (Luke Wilson), y Lyle (Martin Starr), quienes carecen de personalidades interesantes y aparecen en varias escenas principalmente como relleno. E aunque el gran Philip Baker Hall trata de darle algo de dimensión al abuelo de Chris Evans, tampoco llega a convencer del todo (y no ayuda el que uno de los sucesos más importantes que lo involucran suceda fuera de cámara.) Sólo Topher Grace logra resaltar—su personaje es un cliché, pero su actuación es sutil y efectiva.
El guión será decepcionante, pero de la dirección no me puedo quejar demasiado. La película toma decisiones interesantes en cuanto a la visualización de los sentimientos del personaje principal. Su corazón, por ejemplo, es personificado como una versión estilo Cine Negro de Chris Evans, quien aparece con un traje oscuro y un sombrero Fedora, fumando como condenado. Muchas de las conversaciones por chat aparecen como sobre-impresiones en pantalla, y las historias que varios de los personajes cuentan son mostradas en pantalla, protagonizadas por Evans (cuyo personaje siempre se imagina a sí mismo en las historias de otros) y Monaghan—esto hace que uno termine viendo a ambos actores vestidos como japoneses o campesinos de la edad media, e incluso que tengamos un segmento en animación 2D. No pude evitar sentir que todos elementos estilísticos fueron incluidos para compensar el mediocre guión, pero a la vez no puedo dejar de admitir que los disfruté a sobremanera.
Amigos sin compromiso no es decepcionante porque no es una comedia romántica—es decepcionante porque trata de no serlo y falla en el intento. Las actuaciones no están mal, la química entre Michelle Monaghan y Chris Evans es evidente, y la dirección de Justin Reardon es original y creativa, pero el guión deja mucho que desear—desde el tratamiento lamentable de los personajes femeninos hasta el final incoherente y el tono exageradamente cínico, la cinta no logró convencerme. Amigos sin compromiso se burla tanto de los clichés de las comedias románticas que por momentos parece ser una parodia—el problema es que no es lo suficientemente divertida como para pertenecer a dicho género.
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