Generalmente, qué tanto disfruta uno de una película depende de las expectativas que uno tenga de ella. Es mucho más probable, pues, que la más reciente película de Marvel, Star Wars o cualquier otra franquicia grande decepcione, precisamente porque los fanáticos suelen ir a verla con grandes expectativas. Lo mismo puede pasar con los filmes dirigidos por cineastas de renombre. Cada vez que Christopher Nolan saca una nueva película, por ejemplo, el mundo se paraliza (y felizmente no suele decepcionar; espero que cumpla con las expectativas de, bueno, medio planeta una vez que saque su recién anunciada adaptación de “La Odisea”).
Pero bueno, me desvío un poco del tema. El punto es que, a diferencia de los ejemplos ya mencionados, hay películas que uno va a ver por simple curiosidad, ya sea mórbida o no, y con bajísimas (o nulas) expectativas. Un claro ejemplo de ello es “Amenaza en el aire”, la más reciente producción de Mel Gibson. Sí, el cuestionado y cuestionable actor ha sido responsable de filmes verdaderamente memorables, pero considerando lo demente que está, no cuesta creer que muy poca gente haya estado emocionada por ver su nueva película. Y los trailers de “Amenaza en el aire” ciertamente no le hacían ningún favor, resaltando al personaje caricaturesco de Mark Wahlberg (con acento sureño y todo) y dejando en claro que la película iba a estar muy alejada de lo que Gibson hizo años atrás con “Corazón Valiente” o “La pasión de Cristo”.
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¿Pero saben qué? La película funciona. Sí, fui a verla con cero expectativas. Sí, fui a verla habiendo pagado tan solo seis soles por mi entrada, aprovechando la Fiesta del Cine. Y sí, ayudó que la sala haya estado llena y que el público haya estado disfrutando de la experiencia. Puede que haya visto “Amenaza en el aire” en las condiciones ideales y de hecho eso ha influenciado en mi disfrute de la misma, pero eso no quiere decir que el producto final carezca de valor. Muy aparte de lo que uno pueda pensar de Gibson (creanme, no soy ningún fanático de él y mucho menos de sus opiniones), no se puede negar que el desgraciado sabe dirigir. Y “Amenaza en el aire” está dirigida con aplomo, logrando balancear varios tonos para desarrollar una experiencia frecuentemente tensa y, en general, alocadamente entretenida.
Eso sí, la cinta va mejorando mientras avanza, porque el inicio no es del todo convincente, sintiéndose más como una parodia que como el comienzo de un verdadero “thriller”. En él, vemos como Winston (Topher Grace), el contador de un infame criminal, es capturado por la agente de la FBI Madolyn (Michelle Dockery) en una cabaña en Alaska. Pero antes de que se lo puedan llevar a la cárcel, el cobarde matemático logra hacer un trato con las autoridades. Por ende, Madolyn y su equipo deciden llevarlo a Nueva York para que testifique en contra de su ex jefe, Moretti, para que pueda acabar en la cárcel por todos los crímenes que ha cometido.
Sin embargo, llevar a Winston, ahora como testigo, hasta la Gran Manzana no será del todo fácil. Al inicio, parece que todo va saliendo bien, incluso una vez que están en el aire dentro de la avioneta del excéntrico Daryl (Mark Wahlberg). Pero tanto Madolyn como Winston descubren rápidamente que su piloto no es quien dice ser. Resulta que es un matón enviado por Moretti para acabar con nuestros protagonistas, y eso es precisamente lo que trata de hacer apenas descubren su verdadera identidad. Felizmente, Madolyn logra atarlo, pero eso quiere decir que se quedan sin piloto. ¿Quién los podrá ayudar a manejar la avioneta? ¿Y qué pasa si el falso Daryl logra soltarse, especialmente con una cuchilla olvidada entre los asientos de la nave?
La premisa de “Amenaza en el aire” es perfecta para un “thriller” de corte “trashy” y sencillo: una policía, un testigo importante y un criminal psicopático están atrapados en el interior de una avioneta volando en medio de las montañas de Alaska. Es el tipo de historia que resultaría inmensamente atractiva para cualquier productor, y de hecho, es lo que hizo que el guion de Jared Rosenberg sea parte de la Black List (la lista anual de los guiones sin producir más deseados de Hollywood). No obstante, no puedo decir que haya sido del todo aprovechada en la película de Gibson; el segundo acto en particular es algo letárgico, y hay momentos que carecen de urgencia, en donde los personajes se comportan demasiado tranquilos, y donde el montaje podría haber contando con un poco más de energía.
¿Pero en general? “Amenaza en el aire” termina siendo un “thriller” tenso y entretenido. Los momentos de suspenso me mantuvieron al borde del asiento, y son dirigidos con aplomo por Gibson, quien logra extraerle toda la tensión posible a situaciones en realidad absurdas. Consideren, si no, la forma en que la avioneta roza una montaña nevada, o como, luego de que incapacitan a Daryl, Madolyn casi choca la nave contra un bosque. Hasta el clímax de la historia es emocionante; no quiero incluir “spoilers”, así que solo diré que “Amenaza en el aire” cuenta con una de las secuencias de aterrizaje/choque más intensas y visualmente interesantes que haya visto en un buen tiempo.
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Las actuaciones de hecho ayudan a que la experiencia se sienta más o menos cohesiva. Michelle Dockery se toma el asunto bastante en serio, interpretando a Madolyn como una mujer decidida, que no va a permitir que nadie arruine su misión. Nuestra protagonista hasta cuenta con un arco de personaje (¡ajá!), en el cual debe lograr salvar a Winston de Daryl para compensar ciertos errores del pasado. Por su parte, Mark Wahlberg se divierte de lo lindo interpretando a su insano personaje, comenzando la historia con un ridículo acento sureño, para luego convertirse en todo un psicópata, sediento de sangre y emocionado por acabar con sus compañeros de vuelo. No sé si es una GRAN interpretación, pero ciertamente es divertida. Y aunque Topher Grace comienza el filme desesperando un poco, eventualmente logra otorgarle algo de humanidad a Winston, especialmente cuando se termina convirtiendo en una figura vulnerable.
“Amenaza en el aire” no es una obra maestra. Es corta (dura un poquito más de noventa minutos) y dulce, desarrollando su concepto central de forma directa. Sí, podría haber sido un poco más imaginativa y ambiciosa, y sí, la comedia —especialmente al inicio— no siempre funciona. Pero es durante la segunda mitad del filme que todo comienza a hacer “clic”, especialmente en lo que se refiere a la mezcla de tonos (los ridículo con lo serio, lo gracioso con lo tenso). “Amenaza en el aire” no es la mejor película que el loco de Gibson haya hecho, pero sí es una experiencia absurdamente entretenida, llena de momentos de tensión y actuaciones deliciosamente exageradas. Nuevamente: las bajas expectativas seguramente ayudaron, pero algo me dice que incluso viéndola en otro contexto, deberían ser capaces de pasarla bien con este filme.
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