Al Filo de la Ley

0

Al Filo de la Ley es un thriller de acción carente de suspenso, emoción e inteligencia. Trata de emular las fórmulas ganadoras de películas como Rápidos y Furiosos (carros lujosos y chicas bonitas en pocas prendas) y Bad Boys (la pareja dispareja de policías rebeldes) pero falla en el intento; la cinta no es más que una serie de escenas desconectadas y hasta incoherentes, protagonizadas por actores que parecen estar perdidos en el espacio (Rossini, Legaspi) o que recurren a la sobre-actuación para tratar de inyectarle algo de energía a una historia trillada y poco interesante (Reynaldo Arenas.)

La trama es básica: Renato Rossini y Julián Legaspi son dos ex-criminales que viven en el retiro, pero que son reclutados de vuelta por la policía nacional para atrapar a uno de los mafiosos más importantes del país (Reynaldo Arenas.) Y… eso es, básicamente. Nadie dice que una película de acción debe necesitar de una premisa compleja para poder funcionar; de hecho, estoy convencido que es posible construir algo interesante con esta historia, llenándola de secuencias tensas y poblándola con personajes bien construidos. Lamentablemente, Al Filo de la Ley no hace nada de esto.

Cintas como 48 Horas o la anteriormente mencionada Bad Boys funcionan porque son protagonizadas por una pareja dispareja memorable, la cual resulta interesante debido a sus personalidades completamente opuestas y a los diálogos divertidos que intercambian. Comienzan como enemigos y terminan trabajando en equipo. En Al Filo de la Ley, Legaspi y Rossini son amigos desde el principio, no tienen personalidades bien definidas, e intercambian tan poco diálogo que hubiese resultado más práctico convertirlos en protagonistas mudos. Al menos hubiese diferenciado a la cinta de otras similares.

¿Y qué hay de la acción? Las pocas balaceras que Rossini nos presenta – sí, Rossini; ¡él es el co-director, co-guionista, productor, productor ejecutivo, maquillista y vestuarista del filme! – son pobrísimas, lamentables en su ejecución; carentes de emoción y de efectos especiales. Los disparos no emiten humo ni flashes; los efectos de sangre parecen sacados de una película serie B de hace sesenta años, y la única explosión que se lleva a cabo haría llorar de vergüenza ajena a Michael Bay. Las peleas mano-a-mano son cortísimas, y parecen haber sido coreografeadas tres minutos antes de comenzar a grabar, y en general toda secuencia de violencia o enfrentamiento corporal parece haber sido filmada, editada y concebida por aficionados. Muy a pesar de sus músculos – los de Rossini; Legaspi jamás aparece sin polo -, estos chicos rudos no parecen ser capaces de enfrentarse ni al secuaz más patético de un villano Hollywoodense.

Si la película es incapaz de ofrecernos acción bien construida o personajes interesantes, ¿qué hay para disfrutar? Pues muy poco. Hay algunos planos interesantes; las tomas filmadas con drone se ven bien, y hay una que otra línea de diálogo que me sacó una sonrisa. Sin embargo, todo ese contenido no abarca más que el 5% de la duración de la cinta (siendo conservadores), lo cual significa que tenemos casi 90 minutos de diálogos idiotas, secuencias de acción mal planificadas, y machismo extremo.

 

Sí, machismo. Pues a pesar de que estamos en el año 2015, los creadores de Al Filo de la Leyparecen haberse quedado en la década del 50. No hay absolutamente ningún personaje femenino que no sea tratado como un pedazo de carne; Karen Dejo aparece por cinco minutos en total para lucir su cuerpo; Milett Figueroa es tratada como el “tesoro más preciado” de Reynaldo Arenas (únicamente por su aspecto físico, claro está), y no hay escena en la que falte alguna chica en pocas prendas, ya sea como parte “del fondo”, o para ser utilizada como un objeto por alguno de los personajes masculinos.

La culminación de este lamentable tratamiento a la mujer se encuentra en la escena donde nuestros protagonistas visitan una conocida tienda de ropa en el Centro Comercial Caminos del Inca. Legaspi se está probando una camisa en el cambiador; abre la cortina, jala a la vendedora (a quien sólo vemos de espaldas para poder admirar su trasero, seguramente) y… corte a ellos saliendo de la tienda. En una película que pone a prueba los límites de mi incredulidad, esta secuencia fue la que me sacó más de la ficción. Eso, y el que en todas las escenas de “sexo” los personajes estén completamente vestidos. Para ser una película que parece estar tratando de explotar la violencia y el sexo, es bastante conservadora en lo que se refiere a la explicitud de sus escenas.

De las actuaciones, la única rescatable es la de Reynaldo Arenas, y sólo porque exagera tanto que parece estar a punto de convertirse en el Guasón en cualquier momento. Gesticulando como un loco, riéndose por cualquier cosa, y gritando a más no poder, Arenas cruza la línea entre intimidación y locura para convertirse en una caricatura de villano, más Nicolas Cage (en sus peores momentos) que Al Pacino. Por otra parte, Legaspi y Rossini no exhiben ni una gota de química entre ellos, y de las mujeres ya hemos hablado, lastimosamente. Rómulo Assereto, un gran actor de teatro nacional, está desperdiciado en un papel ingrato, al igual que Fernando Vásquez.

Al Filo de la Ley es una película con una premisa decente (después de todo, no solemos ver películas peruanas de acción con la misma frecuencia que las comedias o las cintas de terror) que lamentablemente fue ejecutada de manera inepta y hasta ofensivamente fuera de tono. La acción es casi inexistente, el guión está plagado de clichés y personajes estereotípicos, y la historia es incoherente y está llena de huecos (¿qué pasó con la bolsa de basura llena de evidencia? ¿qué pasó con el secuaz de Arenas? ¿por qué hay un Ruso? ¿por qué hay un gringo gordo?). Lo peor, sin embargo, es que la película parece haber sido hecha por gente con “valores” de hace sesenta años, y eso, en esta época, es simplemente inaceptable.

Avance oficial:

25%
Puntuación
  • Mi calificación

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.