Como para prepararme para el reestreno de “Star Wars Episodio III: La venganza de los Sith” este 24 de abril, decidí ver la película de la saga previa a dicha entrega: el Episodio II, “El ataque de los clones”. Un filme que por años ha sido atacado e incluso considerado por muchos fanáticos como una de las peores entregas de la franquicia (lo cual, al menos para Vuestro Servidor, siempre fue una exageración). Por más de que sea una de las películas que más veces he visto en casa, hace tiempo que no ponía el Blu-Ray en mi PS5, por lo que no estaba seguro si la iba a disfrutar o no; si la iba a percibir como siempre la había percibido, o si le iba a encontrar más defectos que nunca.
¿Pues saben qué? “Star Wars Episodio II: El ataque de los clones” me sigue gustando. Sí, por momentos se puede sentir como un proyecto algo torpe, mezclando espectaculares secuencias de acción con diálogo increíblemente melodramático y supuestamente romántico. Visualmente, es extremadamente ambiciosa para su época (consideren que salió en el año 2002), pero también intenta hacer algunas cosas con tecnología digital que quizás todavía no se podían hacer tan bien en aquella época. Y en términos generales, se puede sentir como un filme algo desordenado, con el que Lucas sabía qué hacer, pero con el que quizás también tuvo problemas averiguando el “como”.

Lo cual en realidad no debería sorprender si han leído o visto algo sobre la creación de la película. De las tres precuelas de Lucas, “Star Wars Episodio II: El ataque de los clones” es la única cuyo proceso de preproducción comenzó antes de que al menos un primer borrador del guion fuese terminado. Lucas tuvo tantos problemas escribiendo la película, de hecho, y especialmente con las escenas románticas, que terminó pidiéndole ayuda a su amigo Jonathan Hales, quien años atraes se había encargado de escribir varios episodios de “The Young Indiana Jones Chronicles”. Mucha gente se olvida de la participación de Hales en la película, echándole la culpa de todo a Lucas, pero consideren que por algo es la única entrega que cuenta con un coguionista, y la única con la que Lucas se sintió lo suficientemente cómodo (o quizás incómodo) como para pedir ayuda.
“Star Wars Episodio II: El ataque de los clones”, pues, siempre iba a ser una película difícil de desarrollar. Es la entrega de “en medio” de una trilogía, como una suerte de segundo acto, y por ende no cuenta con un inicio o un final tan claros. Y por más de que se enfoque bastante en la creación de un ejército de clones y el inicio de una guerra, su principal preocupación está en una historia de amor. El romance entre Anakin Skywalker (Hayden Christensen) y la senadora Padmé Amidala (Natalie Portman) siempre iba a ser complicado de presentar. No solo por la diferencia de edad entre los personajes, si no también debido a la caracterización de Anakin, un personaje que acá comienza su descenso a la oscuridad.
Lo cual me lleva a mencionar, por supuesto, a Christensen. Mucho se le criticó en el 2002 por la manera en que interpretó a Anakin, pero viendo ahora la película, no puedo dejar de pensar que se trata de un excelente actor. No solo por sus espectaculares interpretaciones en filmes como “Shattered Glass” (quizás el mejor papel de su carrera) o “Life as House”, si no también, precisamente, a cómo decidió construir a Anakin. En el guion, nuestro protagonista Jedi es un chico increíblemente inmaduro y arrogante; un tipo impaciente que claramente no sabe cómo manejar sus emociones y que, al ser básicamente un monje célibe con superpoderes, no tiene la más mínima idea de cómo interactuar con el sexo opuesto, y mucho menos con la chica con la que ha estado soñando los últimos diez años.
Por ende, tiene sentido que Anakin sea interpretado como un adolescente berrinchudo. Como un chico que se inventa frases cursis sobre la arena o sobre lo mucho que está sufriendo por amor, porque es alguien que no tiene nada de experiencia con situaciones románticas. Y Christensen lo interpreta a la perfección, dando resultados creíbles tanto en los momentos de mayor melodrama, como en las secuencias de acción, y por supuesto, las escenas en las que se va tornando al Lado Oscuro de la Fuerza. Hay cierta oscuridad, cierta picardía escondida en las miradas que Christensen le lanza a Portman, que hoy en día serían llamadas Red Flags, pero que en el contexto de la cinta dejan en claro que Padmé tampoco era la persona más madura del mundo al enamorarse de este joven Padawan.
En pocas palabras, Christensen nos da exactamente lo que el papel le exige, y hasta resalta en momentos que poco o nada tienen que ver con acción o peleas de espadas. En este último visionado, a diferencia de todos los anteriores, la escena en la que la mamá de Anakin, Shmi (Pernilla August) muere en sus brazos, realmente me afectó. No al punto de ponerme a llorar ni mucho menos, pero sí como para entender lo que Anakin estaría sintiendo en ese momento. Su reacción, colérica y violenta, tiene todo el sentido del mundo para el personaje en ese momento, y deja bien en claro que los traumas de Anakin son los culpables de su paso al Lado Oscuro. Y bueno, también la poca ayuda que recibe por parte de los Jedi. Y la manipulación por parte de Sidious (Ian McDiarmid), claro está.

Al ver “Star Wars Episodio II: El ataque de los clones”, entonces, no pude evitar sentir que lo que Lucas buscaba era humanizar a Anakin. Explicar las razones por las que eventualmente se convierte en Darth Vader, y presentarnos a un protagonista chinchoso, complicado, con el que por momentos puede resultar difícil empatizar. Sí, no todas las escenas funcionan; por ejemplo, la reacción de parte de Padmé cuando Anakin le cuenta que mató no solo a los hombres Tusken, si no también a las mujeres y los niños es francamente ridícula (ni se asusta, y simplemente atina a decirle que errar es humano… ¿En serio?). Y en general, “Star Wars Episodio II: El ataque de los clones” no es una película sutil, favoreciendo el melodrama por sobre algo más ligero la mayor parte de las veces.
¿Pero saben qué? Lo disfruto. Disfruto del diálogo exagerado, los momentos memeables, y las actuaciones ligeramente acartonadas. “Star Wars Episodio II: El ataque de los clones” está llena de actores de gran talento que, por momentos, parecen no estar muy seguros de dónde están o con quién están interactuando, claramente tratando de hacer lo que pueden en medio de habitaciones verdes, rodeados por asistentes vestidos de Chroma o con trajes ridículos. Pero todo es parte de un estilo, de una forma más teatral de hacer las cosas. Entiendo que no funcione para todo el mundo, pero he visto “Star Wars Episodio II: El ataque de los clones” tantas pero tantas veces (fue el primer DVD original que jamás tuve; me lo regalaron por Navidad y debo haberlo visto cientos de veces de niño), que me siento todo un experto en la película. Un experto en su estilo, en sus cursilerías, y en sus adorables defectos.
Porque al final del día, “Star Wars Episodio II: El ataque de los clones” es el producto de una visión específica pero quizás no tan clara. No es una película que salió imperfecta debido a la intervención de ejecutivos metiches, problemas de presupuesto, o demasiados guionistas y productores tratando de meter su cuchara. “Star Wars Episodio II: El ataque de los clones” es una cinta de George Lucas al cien por ciento, para bien y para mal, y por ende se siente muy humana en sus defectos. Es un filme que intenta decir algo sobre el rol de políticos corruptos en la decadencia de una República, y de los efectos que puede tener el mal manejo de las emociones en los demás. Siempre preferiré una película que trate de hacer mucho y falle en el intento, a un pedazo de “contenido” producido de manera cínica y sin mucho que decir.
“Star Wars Episodio II: El ataque de los clones”, además, se siente como una experiencia visualmente ambiciosa hasta el día de hoy, por más de que algunas escenas sí se vean demasiado sintéticas. Fue una de las primeras películas grandes en grabarse en digital, por lo que su calidad de imagen no es la mejor (por lo que he podido investigar, fue grabada o en 1080p (¡¡!!) o en máximo 2K, por lo que el UHD Blu-Ray no luce tan atractivo como el resto de la saga). No obstante, nos presenta muchos mundos nuevos y alienígenas alucinantes y monstruos de coliseo, y hace un excelente uso del color para diferenciar a los diferentes planetas que incluye. “Star Wars Episodio II: El ataque de los clones”, me atrevería a decir, hace más con su apartado visual que muchos blockbusters contemporáneos de mayor presupuesto, especialmente una vez que las Guerras Clónicas comienzan en Geonosis.
Es por todo eso, entonces, que nunca dejaré de defender a “Star Wars Episodio II: El ataque de los clones”. Es una película que fue demasiado maleteada en su época, y que hoy en día se siente refrescantemente honesta, por más de que el resultado final no le vaya a gustar necesariamente a todo el mundo. Si se atreven a verla con ojos frescos, en todo caso, es posible que se encuentren con una experiencia enérgica, visualmente atractiva, que aprovecha al máximo los talentos de Hayden Christensen para desarrollar a un protagonista complicado, que no siempre cae bien, pero que nunca resulta inverosímil. Ojalá Disney se animen a reestrenar “Star Wars Episodio II: El ataque de los clones” en el 2027 por su Aniversario 25; me encantaría poder volver a verla en la pantalla grande, y por supuesto, volver a escribir sobre ella dentro de dos años. ¡A cruzar los dedos!
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