Cónclave

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Tal y como esperaba, “Cónclave” terminó siendo una interesante deconstrucción de lo que se podría asumir sucede dentro de la Capilla Sixtina durante el Cónclave —el proceso de elección de un nuevo Papa. Lo que hace el filme, pues, es demostrar que la gente involucrada —cardenales liderados por un Decano— no son más que seres humanos comunes y corrientes, y por ende, capaces de ceder ante la tentación, tener ambiciones propias, conspirar entre ellos, y hasta traicionar a sus compañeros. El resultado es una película de ritmo pausado pero muy entretenida, que probablemente ficcionaliza mucho de lo que presenta, pero que igual siempre se siente creíble.

Ralph Fiennes interpreta al Decano de Cardenales Lawrence, quien luego de la muerte del Papa (quien asumimos es Francisco, aunque nunca llega a comprobarse) debe encargarse del Cónclave. Por ende, se encierra en el Vaticano junto al Concejo de Cardenales para comenzar el proceso de votación, el cual debe concluir cuando se llegue a una mayoría de aprobación —dos tercios de todos los votantes, para ser más exactos— para el primer puesto. Un resultado al cual, lógicamente, no se llegará tan fácilmente.

Esto se debe, primero que nada, a que hay varios candidatos prometedores. Primero está Bellini (Stanley Tucci), un cardenal muy liberal que, sin embargo, dice no estar interesado en el puesto. Luego está Tedesco (Sergio Gastellitto), un cardenal italiano extremadamente conservador, que de ser elegido representaría un retroceso tremendo para la Iglesia como institución (algo así como un equivalente a la reciente elección de Donald Trump en los Estados Unidos… ¡ups!). De ahí tenemos a Adeyemi (Lucian Msamati), quien podría convertirse en el primer Papa africano, pero que lamentablemente cuenta con un oscuro secreto. Y finalmente está Benitez (Carlos Diehz), un nuevo cardenal mexicano que viene de Afganistán, y que misteriosamente fue promovido por el finado Papa antes de morir.

Es entre estos personajes que la narrativa se lleva a cabo, el filme tratándolos a todos como posibles candidatos para el rol de Papa. El conflicto central externo, pues, es entre el liberalismo y el conservadurismo —el primero representado por Bellini (y luego por otros…) y el segundo, claramente, por Tedesco, un hombre agresivo que cree estar a punto de pelear en una suerte de Guerra Santa. Evidentemente “Cónclave” elige el primer bando, por lo que si esperaban ver un filme de corte más tradicional no lo encontrarán acá, pero se puede decir que, al menos, logra darle un espacio a cada una de las diferentes perspectivas que se presentan. Lo más probable es que un público más bien conservador no vaya a disfrutar de lo que se ve en “Cónclave”, pero los demás deberían apreciar lo que hace.

Porque después de todo, el conflicto externo no es todo lo que propone la película. También tenemos, por ejemplo, el conflicto dentro de Lawrence, quien está pasando por una crisis de fe —no porque haya dejado de creer en Dios, necesariamente, si no porque tiene problemas al rezar, creyendo que no es alguien digno de ser Decano y mucho menos Papa. Es a través de sus dudas que la película logra desarrollar uno de sus temas más interesantes —la fe versus la certeza—, y que nos postula que la gente que menos quiere hacer algo es la que termina cumpliéndolo de mejor manera. Así, vemos a Lawrence ejerciendo el puesto de Decano del Cónclave a regañadientes, pero haciéndolo bastante bien.

Fuera de eso, “Cónclave” también logra, en términos más generales, humanizar a los Cardenales que forman parte de la Iglesia, y más específicamente, del proceso de votación para el nuevo Papa. Terminamos viendo que algunos quieren el puesto para sí mismos únicamente porque están sedientos de poder; otros, porque quieren pelear una guerra que solo existe en sus cabezas, y otros porque no quieren ver al Otro ganar. Es por todo esto que muchos han dicho, medio en broma medio en serio, que “Cónclave” se siente como una versión de “Chicas Pesadas” en el Vaticano, involucrando personajes que conspiran entre sí, se tienden trampas, investigan el pasado de los demás, y en general, tratan de manejar una situación políticamente complicada.

El director Edward Berger (“Sin novedad en el frente”) hace un excelente trabajo desarrollando un ritmo pausado pero consistente con su historia, ayudando al espectador a que se meta de lleno en este complejo y misterioso mundo. Junto a su director de fotografía, Stéphane Fontaine, logra componer imágenes verdaderamente impactantes, las cuales aprovechan tanto los escenarios reales (la mayoría exteriores e interiores de palacios en Italia) como los recreados (como el Set que imita a la Capilla Sixtina real, construido en Cinecittà). “Cónclave” es una película que luce muy bien, pero que al final del día aprovecha al máximo las expresiones y movimientos de sus excelentes actores.

Porque si “Cónclave” logra brillar tanto, es gracias, también, a su excelente reparto. Previsiblemente, Ralph Fiennes hace un gran trabajo interpretando a Lawrence como un hombre lleno de dudas, que sin embargo termina siendo la persona idónea para administrar el proceso de votación del Papa. Por su parte, Stanley Tucci desarrolla a Bellini como alguien que supuestamente no quiere el puesto de Papa, pero que igual tiene ambiciones propias, dejando en claro que no quiere que Tedesco termine siendo el ganador. John Lithgow destaca, por supuesto, interpretando a Tremblay como alguien que opera en las sombras, pero es el Benitez de Carlos Diehz quien se termina convirtiendo en LA sorpresa del filme. Adicionalmente, Isabella Rossellini tiene un rol pequeño pero en extremo importante como la Hermana Agnes.

Mucho se escribirá, seguramente, sobre el FINAL de “Cónclave”. Obviamente no pienso incluir “spoilers” aquí, así que solo mencionaré que se trata de una conclusión chocante pero a la vez temáticamente coherente con todo lo que el filme hace previamente. Después de todo, “Cónclave” trata sobre nuevos comienzos; nuevos comienzos para Lawrence post-crisis de fe, nuevos comienzos para la Iglesia, y nuevos comienzos tanto para los creyentes como para los escépticos. “Cónclave” me sorprendió, me mantuvo tenso durante sus dos horas exactas de duración, y me permitió considerar temas sobre los que antes no había pensado en relación a la Iglesia, sus fieles y sus líderes. Los espectadores más liberales o no-creyentes, como Vuestro Servidor, deberían ser capaces de disfrutar de “Cónclave”, pero incluso los más conservadores deberían darle una oportunidad a esta cinta sorprendente y consistentemente entretenida.

Avance oficial:

90%
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